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George Herbert Mead: La naturaleza de la experiencia estética (1926)

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La naturaleza de la experiencia estética George Herbert Mead Athenea Digital - num. 0 abril 2001 Aunque hace ya siete décadas que murió G.H. Mead (1863-1931), seguimos sin disponer de demasiadas traducciones a lengua castellana de sus escritos. Del mismo modo, contamos todavía con escasos estudios en nuestro ámbito que rescaten el potencial de su obra. Si atendemos a su recepción en el ámbito de la filosofía el panorama empeora. El pragmatismo goza de buena salud: nombres como Rorty, Putnam, Goodman, o Davidson (auto o hetero situados en la tradición pragmatista en la actualidad) y las ediciones castellanas de los mismos son una buena muestra de ello. Los clásicos del pragmatismo en general, han empezado a ser objeto de atención visible fuera del ámbito norteamericano (donde tenían mayor presencia) durante los últimos años y eso se ha notado en nuestras tierras. Pero quienes reconocen la frescura de la filosofía pragmatista para lidiar con los problemas del conocimiento, refier

Notas para leer a George Herbert Mead (IS de la Yncera, 1991)

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Interdependencia y comunicación Notas para leer a G. H. Mead IS de la Yncera Mead no escribió libros. Sus escritos publicados —poco más de un centenar, la mayor parte de los cuales son muy breves— no han sido todavía conjuntamente editados en lengua inglesa. Existe, sin embargo, una excelente edición conjunta en alemán. Véase H. JOAS (ed.), George Herbert Mead. Gesammelte Aufsátse, traducción de Klaus Laerman, Frankfurt am Main, Suhrkamp, 1980 (tomo I) y 1983 (tomo II). No obstante, está en marcha, desde hace unos años, un proyecto de Harold L. Orbach para la edición crítica de la totalidad de los escritos de Mead en inglés. Hasta la fecha, aparte de cinco libros postumos que se basan en las clases y en los manuscritos de Mead, sólo existen en el idioma original reediciones de una parte importante de escritos de Mead elaboradas por A. J. RECK {Selected Writings: George Herbert Mead, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1964; es, con mucho, la más interesante) y por J. W. PETRAS {George

George H. Mead: La génesis del self y el control social (1925)

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La génesis del self y el control social George H. Mead Este trabajo fue publicado por primera vez en International Journal of Ethics, 35 (1925), pp. 251-277, y reeditado, sólo fragmentariamente, en 1932, incluido en el libro postumo de Mead, The Philosophy of Present. El original está escrito sin notas, de modo que las que acompañan a esta versión son del traductor. Deseo presentar una explicación de la aparición del self [2] en la conducta social y, a partir de ahí, advertir sobre algunas consecuencias de dicha explicación en relación con el control social. El término conducta («behavior») señala el punto de vista de esta exposición: el de la psicología conductista («behavioristic psychology»). Cierto aspecto de esa psicología requiere un énfasis que entiendo que no ha sido suficientemente impuesto. No es únicamente su objetividad lo que ha hecho plausible esta psicología. Toda psicología reciente, en tanto en cuanto proclama un enfoque científico, ha trasladado necesariamen

George Herbert Mead: Espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista del conductismo social (1934)

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Espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista del conductismo social (1934) George Herbert Mead 1. La persona como objeto para sí La persona tiene la característica de ser un objeto para sí, y esa característica la distingue de otros objetos y del cuerpo. Es perfectamente cierto que el ojo puede ver el pie, pero no ve al cuerpo como un todo. No podemos vernos la espalda; podemos palpar ciertas partes de ella, si somos ágiles, pero no podemos obtener una experiencia de todo nuestro cuerpo. Existen, es claro, experiencias un tanto vagas y difíciles de localizar, pero las experiencias corporales están para nosotros organizadas en torno a una persona. El pie y la mano pertenecen a la persona. Podemos vernos los pies, especialmente si los miramos desde el lado contrario de un par de binóculos de teatro, como cosas extrañas que tenemos dificultad en reconocer como propias. Las partes del cuerpo son completamente distinguibles desde la persona. Podemos perder partes del cuerpo si