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Gilbert Keith Chesterton: Enormes minucias (Prólogo, prefacio, y primer artículo) (1909)

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Enormes minucias Gilbert Keith Chesterton Gilbert Keith Chesterton: Enormes minucias (1909) Prefacio Estos efímeros apuntes han sido reeditados con el generoso consentimiento del director del Daily News, el periódico en el que aparecieron. No constituyen más que una especie de diario esporádico, un diario que recoge un día de cada veinte que, por casualidad, se ha quedado en la imaginación del autor; la única clase de diario, por otra parte, que ha sido capaz de llevar. E incluso esa clase de diario no habría podido llevarlo este autor más que en público, para ganarse la vida. Sin embargo, a pesar de la trivialidad de sus temas, estas notas no carecen del todo de cierto hilo conector en su propósito. Cuando la vista del lector se aparte, con sincero alivio, de estas páginas, probablemente irá a posarse en algo: un poste de cama, una farola, una ventana ciega o una pared. Pero, mil a uno, el lector estará mirando algo que no ha visto antes jamás; esto es, algo en lo que no s

Gilbert K. Chesterton: La educación o el error acerca del niño (Lo que esta mal en el mundo, 1910)

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La educación o el error acerca del niño Gilbert Keith Chesterton Tomado de la Part6e Cuarta del libro Lo que esta mal en el mundo (1910). I. EL CALVINISMO DE HOY Cuando escribí un pequeño volumen sobre mi amigo el señor Bernard Shaw, no hace falta decir que él publicó la reseña. Naturalmente, me sentí tentado de contestar y criticar el libro desde el mismo punto de vista desinteresado e imparcial desde el cual el señor Shaw había abordado su propio tema. En ningún momento se negó que la broma se estaba volviendo un poco obvia; pues una broma obvia no es más que una broma con éxito; sólo los payasos sin éxito se consuelan siendo sutiles. La verdadera razón por la que no contesté al divertido ataque del señor Shaw fue ésta: en una sola frase, él me entregaba todo lo que siempre había querido o podía llegar a querer de él. Le dije al señor Shaw (básicamente) que era un tipo encantador y listo, pero que era un calvinista común y corriente. Él admitió que eso era cierto y allí