Utopía e ideología: un acercamiento desde el pensamiento de Paul Ricoeur (1986-2002)

Utopía e ideología: un acercamiento desde el pensamiento de Paul Ricoeur

Yonnhy Azofeifa Sánchez


Resumen

El presente artículo presenta al pensador Paul Ricoeur como un intelectual polifacético y transdiciplinario. Sus escritos abarcan campos tan diversos como la fenomenología, la historia del pensamiento, la historia de las religiones, la filosofía del lenguaje, la hermenéutica y los estudios bíblicos. Se podría considerar que estos últimos marcan la pauta de su pensamiento, de manera que el quehacer filosófico estaría plenamente inspirado en ellos e incluso a su servicio.

Ideología y Utopía de Paul Ricoeur (1986)
Ideología y Utopía de Paul Ricoeur (1986)

Introducción: El carácter del pensar ricoeuriano

Podemos afirmar que, la cada vez más amplia recepción de la obra de Paul Ricoeur ha estado condicionada en ciertos ámbitos académicos a la exigencia de encontrar un tema que articule las diversas materias abordadas en su ya numerosa obra. En efecto, este pensador judío-francés se nos presenta como un intelectual polifacético y transdisciplinario. Sus escritos abarcan campos tan diversos como la fenomenología, la historia del pensamiento, la historia de las religiones, la filosofía del lenguaje, la hermenéutica y los estudios bíblicos. Se podría considerar que estos últimos marcan la pauta de su pensamiento, de manera que el quehacer filosófico estaría plenamente inspirado en ellos e incluso a su servicio.

"La amplitud del pensamiento de Paul Ricoeur tal vez no esté sobrepasada por la de ningún otro pensador de la actualidad. Aunque se le conoce principalmente por sus escritos sobre simbolismo religioso y psicoanálisis, su obra en realidad abarca una vasta gama de diversas esferas del discurso –a menudo y aparentemente dispares-: teorías de la historia, filosofía analítica del lenguaje, ética, teorías de la acción, estructuralismo, teoría crítica, teología, semiótica, psicología, estudios bíblicos, teoría literaria, fenomenología y hermenéutica. Tal vez los lectores encuentren difícil seguir el trazo de las reflexiones de Ricoeur, puesto que éste se aventura en tan diferentes clases de terrenos. Sin embargo, por más que sea extraordinaria la extensión de los temas que trata este autor, quizá más sorprendente sea lo que falta en su lista de intereses. Ricoeur está muy entregado –personal y profesionalmente- a la vida social, cultural y política de sus días y sin embargo, en su obra no encontramos un examen afianzado de este asunto capital... De Ricoeur echamos de menos un amplio análisis de las implicaciones de su enfoque hermenéutico en cuanto a la teoría social y política"1.

A subsanar esta significativa valoración del estudioso norteamericano George H. Taylor tiene como objetivo esta investigación sobre una de las temáticas clave en el análisis socio-político de principios de siglo; cual es el de la –siempre- problemática relación entre la Utopía y la Ideología.

Nuestro intento será el de analizar y caracterizar a la luz de la conceptualización hecha por Ricoeur, los elementos y el tipo de relación que se dan entre estas dos ideas- fuerza tan relevantes en los dominios de discusión no solo filosófica sino en todo aquello que tiene que ver con la conformación de lo real-social.

En justicia con el estilo de escritura del pensador francés haremos a la vez breves escorzos sobre temáticas afines como son: tipo de ciencia, tema del sujeto, imaginación, esperanza, etc., en fin, los temas en el tapete de discusión en este principio de milenio.


El universo conceptual ricoeuriano: La esperanza

No es aventurado señalar que el esfuerzo ético de Paul Ricoeur está orientado por la temática de la esperanza. Históricamente surgido como un tema del pensamiento religioso, en la modernidad será arropado por el quehacer filosófico. Pudiéndose señalar al menos, tres formas de desarrollo: la primera está vinculada con el intento de una justificación teórica de la esperanza sea cual fuere el sentido en que se la entienda. La segunda se liga a la búsqueda de una adecuación filosófica del tema, en el sentido de una trasposición del marco religioso a uno secular. El ejemplo clásico es el de Ernest Bloch en El Principio Esperanza. Y la tercera depende de la aspiración a comprender el significado de la esperanza en la vida humana.

Esta última es la forma en la que nuestro pensador aborda el tema de la esperanza. Pero a diferencia, de por ejemplo, un Gabriel Marcel o un Martín Buber para quien la esperanza toma un carácter religioso, en relación con un Tú, Ricoeur trata de mantener su reflexión en un terreno filosófico ajeno a la fe. En este punto procura seguir el pensamiento kantiano de la filosofía de la religión, en donde lo que se busca es presentar la esperanza en la fe y en la historia de las religiones sin llegar a decir qué es lo que se puede esperar, debido a que la teología que la estudia, no forma parte de la filosofía. Entonces aquello que a nuestro autor le interesa saber son los cambios que opera la esperanza en la vida personal y en la vida cultural, y por qué. Hay escritos en los cuales Ricoeur no puede evitar relacionar de alguna manera la esperanza de su fe bíblica y una consideración en la que involucra al pensamiento filosófico.


La imaginación social

Dicho tema es recurrente en la prolífica obra del autor analizado, pudiéndose señalar dos vertientes de explicación: una corresponde a la de lo posible, la otra a lo que él llama la "imaginación pura" y que tiene que ver con la síntesis entre conocimiento y percepción. En realidad no se trata de dos tipos de imaginación, sino más bien se pueden ver como vías diferentes para tratar de explicar lo mismo dada su complejidad.

La imaginación social se expresa de una forma diferente a los símbolos y a los mitos, aunque no se independiza de ellos. El lenguaje en esta imaginación es menos concreto que el de los símbolos y los mitos, aunque las ideas no se alejan de la estructura que la imaginación simbólica ha sentado. Entre las formas en que se expresa la imaginación social, el pensador judío-francés estudia particularmente dos, que, al contrario de lo que puede parecer, él los ve complementarias.

En este aspecto, Ricoeur destaca, algunos elementos de la ideología y de la utopía. A diferencia, por ejemplo, de la clásica lectura marxista cuya intención al tratar la ideología ha radicado en la denuncia de una deformación de la conciencia: falsa conciencia. Ricoeur trata de descubrir una función de la ideología más radical que la de deformar y disimular. Esta función sería la base sobre la que se hace posible la deformación.

"En la búsqueda de esta función ideología y utopía se encuentran. Ellas son expresión de la necesidad de orientación en la vida social, ante la inexistencia de fundamentos genéticos que dispongan las acciones en este marco. Siguiendo a Max Weber, Ricoeur le concede particular importancia a la ideología pues, según él, hace posible la entidad política al aportar la justificación al sistema de autoridad vigente en un momento dado. Con ello se complementa el liderazgo, el cual por si no podría imponerse, sin caer en la dominación. Pero la ideología puede llegar a deformar la realidad o a disimularla cuando la autoridad tiene que recurrir a ella para esconder su dominación. Es en este momento en que la ideología se presenta deformante de la realidad"2.

La utopía, por su parte, se diferencia de la ideología convirtiéndose incluso en un género literario. El "ningún lugar" a que hace referencia el topónimo "utopía", abre un fecundo y amplio espacio a la imaginación para replantear la vida social y sus condiciones históricas de existencia. Si bien las utopías comprenden a la sociedad en su integralidad: Ricoeur señala: que lo que realmente se pone en juego en ellas es el problema de la autoridad. Sin embargo, por encima de este problema la utopía representa una cura para la incapacidad de transformación que presenta la ideología al poner en duda la justicia de la situación actual y ser así un instrumento crítico.

En síntesis y como introducción a esta investigación, señalemos, que para el pensar ricoeuriano, la imaginación y la esperanza están estrechamente ligadas. La función de prospección, de exploración de la imaginación respecto a las posibilidades humanas tanto del individuo como tal como en su proyección colectiva, se constituye en "el ojo avizor de la humanidad en marcha hacia una mayor lucidez, hacia una estatura adulta" según palabras de nuestro analizado. La imaginación abre la posibilidad de soñar undos en que prevalece la inocencia, la reconciliación y la convivencia fundada en la amistad.

Ricoeur afirma que "... a través de estos sueños de inocencia y reconciliación... trabaja la esperanza entre los hombres". Esto le da a la imaginación el carácter o facultad humana en la que operan cambios decisivos en las visiones del mundo. De allí que concluye, que: "al cambiar la imaginación, el hombre cambia su existencia"3.


Ideología y Utopía

El –ya- clásico autor alemán de origen húngaro Karl Mannheim, creador de la sociología del conocimiento, es el primero, a juicio de Ricoeur, en situar la ideología y la utopía en un marco conceptual común. Pero, agrega, "desgraciadamente Mannheim no lleva la comparación muy lejos ni percibe que está ofreciendo una alternativa al contraste entre ideología y ciencia, que sus propias investigaciones socavaron como modelo de análisis social. Mannheim describe la ideología y la utopía como formas incongruentes, como puntos ventajosos pero en discrepancia con la realidad actual"4.

Veamos la valoración que hace un estudioso español respecto al ámbito común de trabajo de estos autores:

"Pero la actualidad de los trabajos de Mannheim resalta aún más si, además, cabe decir otro tanto con respecto a enfoques fenomenológicos de la sociología, como el de A. Schutz, que aparecen anticipados en algunos aspectos sustanciales por Mannheim a partir de la lectura y el contacto directo con Husserl, pero planteados desde una visión más limpia (sic) de la intersubjetividad, que es, probablemente, uno de los puntos débiles del planteamiento del sociólogo austriaco. Por otra parte, creemos que hay en Mannheim una gran sintonía de fondo, que puede percibirse en muchos aspectos, con las propuestas teórico-metodológicas que derivan del planteamiento maduro de la hermenéutica propuesto por P. Ricoeur, que, si son , sin duda, mucho más refinadas y actuales –no en vano se han beneficiado con todo provecho de la riquísima herencia de la filosofía analítica, de la semiología y de la hermenéutica más reciente, que procede del Heidegger tardío y de Gadamer principalmente, además de otras fuentes desconocidas por Mannheim-, son afines a las cuestiones que Mannheim se planteaba sobre la interpretación, la intersubjetividad y, especialmente, sobre las representaciones colectivas y la identidad personal y social"5.

Ricoeur –comentando los rasgos principales de su teoría de la ideología- ha señalado lo admirable de la posición de Mannheim ante los desafíos de su época, subrayando la "dramática honestidad" de este autor, que aborda sin titubeos y con acento autocrítico "una situación de colapso intelectual", en el cual, y ante el derrumbe de todo criterio de común de validez, todos, "somos presa de un proceso recíproco de sospecha"6.

A juicio del mencionado Taylor, Mannheim pone de relieve las cualidades de representación de ideología y utopía que en general Ricoeur acepta, pero también perpetúa el paradigma científico de que la ideología, por ser incongruente, es una desviación. Ricoeur comparando esta visión con la de un antropólogo como Cliford Geertz, señala que Mannheim no tiene idea de un orden simbólicamente constituido: por eso; enfatiza, una ideología es necesariamente lo incongruente, algo trascendente en el sentido de lo discordante o de lo que no está comprendido en el código genético de la humanidad.

El propio autor judío-francés recoge la correlación entre ideología y utopía para contraponerla a la oposición –por demás muy de moda en los medios académicos a fines de los setenta del siglo pasado- entre la salvifica ciencia y la denostada ideología, además para indicar el camino, que según él debe seguir la teoría social.

"Lo que debemos pensar es que el juicio sobre la ideología es siempre un juicio procedente de una utopía. Esta es mi convicción: la única manera de salir de la circularidad en que nos sumen las ideologías consiste en asumir una utopía, declararla y juzgar una ideología sobre esta base. Como el espectador absoluto es imposible, luego el que toma la responsabilidad del juicio es alguien que se encuentra dentro del proceso mismo... En definitiva, en la medida en que la correlación ideología-ciencia se podrá encontrar cierta solución al problema del juicio, una solución ...ella misma congruente con la afirmación de que no existe ningún punto de vista fuera del juego. Si no puede existir ningún espectador trascendente, luego lo que debe asumirse es un concepto práctico"7.

Señala Ricoeur como toda sociedad posee o es parte de un imaginario político, un conjunto de discursos simbólicos. Este imaginario puede funcionar como ruptura o como reafirmación. De este segundo modo, el imaginario opera como una ideología capaz de repetir y representar el discurso básico de la sociedad -el autor los llama sus "símbolos fundacionales"- preservando con ello su sentido de identidad.

"Al fin y al cabo, las culturas se crean a base de ir contándose repetidas veces las historias de su propio pasado. El peligro está, naturalmente, en que esa reafirmación se pervierta, por lo común por obra de élites monopolísticas, y degenere en un discurso engañoso, mistificador, utilizado para vindicar o glorificar de maneras acríticas los poderes políticos establecidos. En tales casos, los símbolos de una comunidad se hacen rígidos y se transforman en fetiches: sirven como mentiras. Pero contra esto hay el imaginario de la ruptura, un discurso de la utopía, continuo crítico de los poderes que no guarden fidelidad al "en otra parte", a una sociedad "todavía inexistente". Más este discurso utópico tampoco es siempre posible. Pero además de la auténtica utopía de la ruptura crítica puede darse también un discurso utópico peligrosamente esquizofrénico, que proyecte un futuro estático sin producir jamás para su realización"8.

Ricoeur ve por ejemplo, como en la versión marxista-leninista de la utopía sí se proyecta la final "eliminación del Estado" sin tomar de hecho las medidas necesarias para llegar a alcanzar alguna vez semejante meta. Entonces –señala el autor- la utopía se transforma en un futuro aislado tajantemente del presente y del pasado, en mero pretexto para consolidar los represivos poderes fácticos.

"El discurso utópico funciona como mistificante ideología en cuanto pretende justificar la opresión de hoy en nombre de la liberación de mañana. Resumiendo: la ideología como simbólica confirmación del pasado y la utopía como simbólica abertura hacia el futuro son complementarias; separar la una de la otra puede llevar a una forma de patología política"9.

A la hora de analizar la temática utópica, Ricoeur se concentra en tres personajes distintos: el citado Mannheim, el conde Saint Simón y Charles Fourier, disímiles en estilo, los tres –según nuestro autor- conservan un elemento común.

Por ser las más extensas y originales, nos referiremos en particular a comentar las reflexiones que Ricoeur realiza de Mannheim, haciendo –cuando lo consideremos necesario- alusiones al tratamiento de los otros dos autores.

Ricoeur inicia su exposición considerando la razón por la que en general no se indaga la relación que hay entre ideología y utopía y hace notar con énfasis que la diferenciación entre las dos tiende a desaparecer en el pensamiento marxista. Según nuestro autor, que el marxismo enfoque la ideología en oposición a lo real (el Marx de La Ideología Alemana) o que la enfoque en oposición a la ciencia (el marxismo ortodoxo), lo cierto es que la utopía es situada en la misma categoría que la ideología es irreal o anticientífica.

El análisis de Mannheim se desarrolla en tres pasos; primero, por una criteriología, una definición operante de la utopía, segundo, por una tipología; y tercero, por una dinámica temporal, la dirección histórica de la tipología.

"La respuesta que da Ricoeur al primer paso de Mannheim, el de la criteriología orienta toda su estimación general. Para el pensador alemán ideología y utopía –como señalamos antes- son incongruentes con la realidad, solo que la ideología legitima el orden existente en tanto que la utopía lo demuele. Ricoeur crítica a Mannheim porque considera la utopía ante todo incongruente antes que considerarla demoledora. Las implicaciones de la decisión de Mannheim resultan evidentes en su discusión sobre la dinámica temporal de la utopía. El pensador alemán ve en el período moderno la disolución de la utopía, el fin de la incongruencia, ve un mundo que ya no está en gestación. Ricoeur replica que esa determinación no sólo se basa en ciertas evaluaciones sociológicas e históricas sino que también se funda en el interior de un determinado marco conceptual"10.

En efecto, consideramos por nuestra parte, que fiel a su época Mannheim parece obligado a seguir un camino en el que define la realidad en una perspectiva científica, aún cuando esta no sea positivista. En lugar de desarrollar un modelo fundado en la tensión entre ideología y utopía, modelo que permitiría llegar a un sentido más dinámico de la realidad, su modelo opone primero la ideología y luego la utopía a una determinada por criterios racionalistas y científicos: la ideología y la utopía son incongruentes con la realidad, se apartan de ella. Por el hecho de que no incluye en su análisis la estructura simbólica de la vida. Mannheim no puede incorporar en su modelo los rasgos permanentes y positivos de la ideología o de la utopía.

Ahora bien, preguntémonos ¿cuáles son esos rasgos permanentes y positivos?. Si en sus análisis precedentes, nuestro autor ha señalado que la mejor función de la ideología es la integración, la preservación de la identidad de una persona o grupo, la mejor función de la utopía es la exploración de lo posible.

Siguiendo los dictámenes clásicos; señala Ricoeur, que la utopía pone en tela de juicio lo que existe actualmente; la utopía es una variación imaginativa sobre la naturaleza del poder, de la familia, de la religión, etc.

Estamos obligados a experimentar la contingencia del orden social. La utopía es no solamente un sueño, pues es un sueño que aspira a realizarse. La intención de la utopía consiste en cambiar, -de allí su carácter subversivo- en echar abajo el orden existente. De allí que postulemos, que una de las razones por las que nuestro autor se ocupa de Saint Simón y de Fourier es la de que estas figuras ejemplifican tal perspectiva; son representantes de un tipo de hombres que Mannheim pasa por alto – los socialistas utópicos no marxistas- y que realizaron grandes esfuerzos para ver realizadas sus utopías. Aun cuando la intención de la utopía es demoler la realidad, tiene también la intención de mantener una cierta distancia respecto a toda realidad presente. Utopía es el ideal constante hacia el que nos vemos impulsados, pero que nunca alcanzamos plenamente. Aquí Ricoeur se apoya en un sentimiento de Mannheim que este no pudo incorporar en su teoría, el sentimiento de que la muerte de la utopía significaría la muerte de la sociedad. Contra el postmodernismo y toda clase de realismo político imperante, advierte que una sociedad sin utopía estaría muerta porque ya no tendría ningún proyecto, ninguna meta en el futuro.

"Si en un primer nivel la correlación es entre ideología como integración y utopía como lo "otro", como lo posible, en un segundo nivel la ideología es la legitimación de la autoridad actual en tanto que la utopía representa el desafío a esa autoridad. La utopía intenta afrontar el problema del poder mismo. Puede ofrecer una alternativa a ese poder o una clase alternativa del poder. Es en la cuestión del poder donde la ideología y la utopía se cortan directamente en una intersección. Como en todos los sistemas de legitimación, en todas las formas de autoridad, existe una "brecha de credibilidad", también existe un lugar para la utopía. "Si la ideología es la plusvalía agregada a la falta de creencia en la autoridad", dice Ricoeur, "la utopía es lo que en última instancia desenmascara esta plusvalía. La utopía –agrega- trabaja para exponer la brecha que se abre entre las pretensiones de la autoridad y las creencias de la ciudadanía en cualquier sistema de legitimidad"11.

Por nuestra parte creemos, si, como sostiene Ricoeur, la legitimación ideológica debe vincularse con un modelo de legitimación, el enfrentamiento de la utopía con el poder plantea cuestiones sobre las fuentes de la motivación.. Este asunto está presente en todos sus escritos sobre Fourier y Saint Simón. Ricoeur está particularmente interesado en la manera en que las utopías, aún las más racionalistas, procuran volver a introducir el impulso emocional que se encuentra típicamente en el movimiento "milenario" o mesiánica forma de utopía descrita por Mannheim. Parte del interés de Ricoeur está en el hecho de que la persistencia de esta necesidad se opone a la dinámica considerada por Mannheim.

El problema consiste en saber como "apasionar a la sociedad", en conmoverla y motivarla. A veces, la solución está, como en el caso de Saint Simón, en asignar preeminencia al papel de la imaginación artística. Otra respuesta es apelar "al educador político". Este papel, que Ricoeur ha descrito ampliamente en otros escritos, consiste en un papel de "obstetricia intelectual"; es el papel del espíritu creador que inicia en la sociedad "una reacción en cadena". Saint Simón, por ejemplo, pensaba que él mismo desempeñaba esa parte. Otra manera de abordar esta problemática de la motivación consiste en comprobar cómo las utopías se apropian del lenguaje y de las dimensiones de la religión. Sobre la base de las discusiones acerca de los socialistas utópicos, nuestro autor se plantea la cuestión de saber si "todas las utopías no son en cierto sentido religiones secularizadas que se apoyan también siempre en la pretensión de que fundaron una nueva religión".

"La utopía opera asimismo en un tercer nivel. En el nivel en que la ideología es también deformación, su contraparte utópica es fantasía, locura, evasión, algo completamente irrealizable. Aquí la utopía elimina todas las cuestiones sobre el paso del presente a un futuro utópico; no ofrece ninguna ayuda para determinar cuál sea la difícil senda de la acción o para obrar en esa senda. Además, la utopía es evasiva no sólo en cuanto a los medios de su realización, sino también en cuanto a los fines que deben alcanzarse. En una utopía no hay conflicto de metas. Todos los fines son compatibles. Ricoeur llama a este aspecto patológico de la utopía "la magia del pensamiento"12.

Ricoeur termina sus reflexiones observando que la correlación entre ideología y utopía forman un círculo, un círculo práctico; los dos términos son ellos mismos prácticos y no conceptos teóricos. Nos es imposible salirnos de este círculo, pues se trata del irremediable círculo de la estructura simbólica de la acción. Podrá ser un círculo, pero es un círculo que desafía y trasciende las imposibles oposiciones de ideología versus ciencia o de ideología versus realidad. Dentro de este círculo –dice Ricoeur-, "debemos tratar de curar las enfermedades de las utopías por lo que hay de saludable en la ideología -su elemento de identidad- y tratar de curar la rigidez, la petrificación de las ideologías mediante el elemento utópico.

A juicio del autor comentado, es demasiado simple pensar que el círculo sea meramente continuo: Debemos tratar de hacer del círculo una espiral, a la manera – agregamos nosotros- hegeliana.

"Apostamos a favor de cierta serie de valores y luego tratamos de ser consecuentes con ellos; por eso, la verificación es una cuestión de toda nuestra vida. Nadie puede escapar a ella"13.

Para el autor judío-francés, si la ideología es imaginación a manera de cuadro, la utopía es imaginación como ficción; señala a este respecto:

"En un sentido toda ideología repite todo lo que existe justificándolo, y así, ofrece un cuadro de lo que es. En cambio, la utopía tiene la fuerza ficticia de reescribir la vida"14.

Ricoeur se apoya en Kant para declarar que la comparación entre cuadro y ficción puede caracterizarse como una comparación entre imaginación reproductiva e imaginación productiva, tal como la desarrolla el solterón de Konisberg en su Crítica del Juicio. La condición utópica de la imaginación nos lleva de lo constituido a lo constituyente. La nueva perspectiva que abre este aspecto utópico tiene –al menos- dos efectos, efectos que en última instancia no pueden separarse: ofrece un ventajoso punto de vista para percibir lo ya dado, lo constituido y ofrece nuevas posibilidades más allá de lo dado. Siguiendo a Roberto Fragomeno, señalamos que ya en este nivel, la utopía se convertiría en histórico-materialista.

"La utopía es la de "ninguna parte", de un lugar que no existe y asegura que ya no damos por descontada nuestra realidad presente. Podemos llamar utopía a lo que en términos husserlianos es una variación imaginativa tocante a una esencia. La utopía tiene un papel constitutivo al ayudarnos a repensar la naturaleza de nuestra vida social, es la manera en que tornamos a pensar radicalmente la naturaleza del consumo, de la autoridad, de la religión, etc.; es la fantasía de una sociedad alternativa y su exteriorización "en ningún lugar", lo cual opera como uno de los más formidables cuestionamientos de lo que es... La utopía obra no sólo para desreificar nuestras relaciones presentes, sino también para señalar aquellas posibilidades que podrían ser las nuestras"15.

Al analizar el carácter alternativo propuesto por la utopía, podemos relacionarlo con temas más amplios en el pensamiento de Ricoeur, por ejemplo, el hecho de que la condición utópica de la imaginación nos lleva desde lo instituido a lo instituyente hace que debamos considerar el carácter productivo de la imaginación, esta capacidad, dice Ricoeur puede llamarse "poética". Al emplear este término, el autor, indica que ha comenzado su investigación de la "poética de la voluntad" que es una parte de un proyecto más general, que Ricoeur llamó una "filosofía de la voluntad".

En el plano social, la utopía tiene su cualidad metafórica, como imaginación productiva, su tarea es la de "explorar lo posible". Verdad es, según Ricoeur, que un modelo puede reflejar lo que es pero también puede pavimentar el camino hacia lo que no es. La intención de la utopía es seguramente la de modificar las cosas y por lo tanto no podemos decir con la célebre tesis undécima de Marx sobre Feuerbach que es sólo una manera de interpretar el mundo y no de cambiarlo.

El modelo que coloca la ideología en oposición a la realidad es inadecuado porque desde el comienzo la realidad está simbólicamente determinada. Análogamente, un modelo que coloca la utopía en oposición a la realidad es inadecuado porque la realidad no es algo dado, sino que es un proceso.


Ética, utopía e ideología: A modo de conclusión

Hemos visto como en el rico y variado pensamiento ricoeuriano, la esperanza que mueve a los seres humanos a encontrar valiosa su existencia como respuesta a la angustia, que lo lleva a darle sentido a su vida personal en el marco de una historia compartida no sólo por los otros de su cultura, sino por el conjunto de las culturas, penetra en la existencia humana, gracias a la facultad imaginativa. Ricoeur piensa en la imaginación individual, pero también en la imaginación que se muestra a nivel colectivo en imágenes fundamentales. Nos referimos a las imágenes presentes en los símbolos, especialmente en la de los mitos. La imaginación tiene –como vimos- una función prospectiva, proyectiva y exploradora de las posibilidades humanas; es avizora de mundos nuevos, es generadora de sueños de inocencia y reconciliación. Además, la imaginación tiene una función importante en la cohesión social. Está presente en la ideología por medio de la cual permite la integración y la identificación con la colectividad y su organización. Y también se manifiesta en la utopía, en la cual genera un dinamismo a una colectividad enquistada en lo "que es" y necesitada de cambios que la lleven a conformar sociedades justas –donde repitiendo a los zapatistas mexicanos "donde todos quepan".

Señala Ricoeur, que los fines de la acción política se fundan en el núcleo ético-mítico. A este nivel una de las preciadas creaciones son las utopías, las cuales se presentan - en lenguaje ricoeuriano- como "uno de los caminos colaterales de la esperanza".

Siguiendo al estudioso Manuel Triana, señalamos que, en la obra de Ricoeur la relación ética-utopía pasa por el análisis del tema del poder, con dos vertientes esenciales: una tendencia hacia la anarquía, es decir, a la ausencia de la autoridad (representación del poder). La otra plantea en un primer momento, la búsqueda de un poder racional. Pero, como este último puede conducir o bien a una tiranía de quienes pueden saber más, o bien a una forma demasiado estrecha y estructurada de la vida social, entonces la tendencia se orienta más bien hacia la búsqueda de gobernantes éticos o ascéticos.

"De manera que en la utopía la ética asociada al poder representa una posibilidad para conseguir un cambio hacia un mundo más humano. Este mundo tiene como característica de primer orden, en donde ve latir la esperanza, la reconciliación de la política con la amistad. Esta reconciliación es lo que define su destino inocente, su norte. Es también lo que genera la tensión de la política desde la perspectiva ética orientada por la esperanza"16.

Desde la perspectiva de quien piensa una ética social, Ricoeur se pregunta sobre la dificultad de plantearla de tal manera que no caiga en la así llamada "paradoja de Mannheim", lo cual significaría lograr una forma de pensar cuyo sistema de valores no sea ideológico ni utópico, puesto que lo que el pensador alemán postula es el necesario alcance ideológico sobre el discurso mismo que se construya sobre la ideología.

Creemos que el pensamiento de Paul Ricoeur crítico y polifacético ha sido integrado por lo mejor de las ciencias y la filosofía latinoamericanas, en particular por la Teología Latinoamericana de la Liberación, por su preocupación en el sentido de construir a formar un sujeto para la vida y no para la muerte. Un sujeto que se sirva de la hermenéutica para lograr discernir las estructuras sociales en función de la vida así como para defender los derechos del otro, juntos en la construcción de la plena comunidad humana. Evaluando la labor de dicha teología, Ricoeur señala que:

"También se combina con el pasado, con el recuerdo de los arquetipos del éxodo y la resurrección. Esta dimensión memorialística de la Teología de la Liberación es esencial, porque da dirección y continuidad a la proyección utópica del futuro, haciendo así como de guardafuego contra un futurismo irresponsable y acrítico. Aquí el proyecto político del futuro es inseparable de un continuo horizonte de liberación que se remonta en el pasado hasta las nociones bíblicas del exilio y la promesa. La promesa permanece incumplida mientras la utopía no esté históricamente realizada, y es precisamente el horizonte de lo aún no cumplido de esta promesa el que, uniendo a los hombres en una comunidad, impide que la utopía se aleje y se esfume como vacua ensoñación"17.


Bibliografía

Cardus Ros, S. (1993) Notas para una lectura actualizada de Ideología y Utopía, en Revista Reis, No. 62.

Maceiras M. (1993) La antropología hermenéutica de P. Ricoeur, en Antropologías del Siglo XX, España. Ed. Sígueme.

Ricoeur, P. (1989) Ideología y Utopía (Compilado por George H. Taylor) Barcelona: Gedisa.

Ricoeur, P. (1998) La Creatividad del Lenguaje, en La Paradoja Europea, Richard Kearney, Barcelona, Tusquets.

Sánchez de la Yncera, I. (1993) Crisis y Orientación. Apuntes sobre el pensamiento de Karl Mannheim, en Revista Reis, No. 62, Abril.

Triana, M. (1997) Obligación y Compromiso: Estudio sobre la ética en el pensamiento filosófico de Paul Ricoeur, Tesis doctoral U.C.R.

Utopía e ideología: un acercamiento desde el pensamiento de Paul Ricoeur
Utopía e ideología: un acercamiento desde el pensamiento de Paul Ricoeur

Yonnhy Azofeifa Sánchez, 2002

Comunicación

Instituto Tecnológico de Costa Rica

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal Universidad Autónoma del Estado de México.


Ideología y Utopía de Paul Ricoeur (1986)

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