Berger y Luckmann: La reificación (Extracto del Cap. 2 de La construcción social de la realidad, 1966)
La construcción social de la realidad
Peter Berger y Thomas Luckmann
La reificación
Extracto del Cap. II. La sociedad como realidad objetiva. Lee el capítulo completo haciendo click en el link.
Una última cuestión de gran interés teórico provocada por la variabilidad histórica de la institucionalización se relaciona con la manera en que se objetiviza el orden institucional. ¿Hasta qué punto un orden institucional, o cualquier sector de él, se aprehende como facticidad no humana? Queda así planteada la cuestión de la reificación de la realidad social (58).
La reificación es la aprehensión de fenómenos humanos como si fueran cosas., va-le decir, en términos no humanos, o posiblemente supra-humanos. Se puede expresar de otra manera diciendo que la reificación es la aprehensión de los productos de la actividad humana como si fueran algo distinto de los productos humanos, como hechos de la naturaleza, como resultados de leyes cósmicas, o manifestaciones de la voluntad divina. La reificación implica que el hombre es capaz de olvidar que él mismo ha creado el mundo humano, y, además, que la dialéctica entre el hombre, productor, y sus productos pasa inadvertida para la conciencia.
El mundo reificado es, por definición, un mundo deshumanizado, que el hombre experimenta como facticidad extraña, como un opus alienum sobre el cual no ejerce un control mejor que el del opas proprium de su propia actividad productiva.
De nuestro anterior análisis de la objetivación surge claramente que en el momento mismo en que se establece un mundo social objetivo, no está lejos la posibilidad de la reificación (59). La objetividad del mundo social significa que enfrenta al hombre como algo exterior a él mismo. La cuestión decisiva es saber si el hombre conserva conciencia de que el mundo social, aun objetivado, fue hecho por los hombres, y de que éstos, por consiguiente, pueden rehacerlo.
En otras palabras, la reificación puede describirse como un paso extremo en el proceso de la objetivación, por el que el mundo objetivado pierde su comprehensibilidad como empresa humana y queda fijado como facticidad inerte, no humana y no humanizable (60). En particular, la relación real entre el hombre y su mundo se invierte en la conciencia.
El hombre, productor de un mundo, se aprehende como su producto y la actividad humana como epifenómeno de procesos no humanos. Los significados humanos no se entienden como productores de un mundo, sino, a su vez, como producidos por la "naturaleza de las cosas". Debe destacarse que la reificación es una modalidad de la conciencia, más exactamente una modalidad de la objetivación del mundo humano que realiza el hombre. Aunque aprehenda el mundo en términos reificados, el hombre sigue produciéndolo, o sea que, paradójicamente, es capaz de producir una realidad que lo niega (61).
La reificación es posible tanto en el plano pre-teórico como en el teórico de la conciencia. Los sistemas teóricos complejos pueden considerarse como reificaciones, aunque arraiguen presumiblemente en reificaciones pre-teóricas que se establecen en tal o cual situación social. Por eso sería equivocado limitar el concepto de reificación a las construcciones mentales de los intelectuales. La reificación existe en la conciencia del hombre de la calle y, en realidad, esta presencia tiene mayor significación práctica. También sería equivocado considerar la reificación como la perversión de una aprehensión del mundo social no reificada originalmente, una especie de pérdida cognoscitiva de la gracia.
En cambio, la evidencia etnológica y psicológica de que se dispone parece indicar lo contrario, a saber, que la aprehensión original del mundo social es sumamente reificada, tanto filogenética como ontogenéticamente (62). Esto implica que la aprehensión de la reificación como modalidad de la conciencia depende de una ¿«reificación, al menos relativa, de la conciencia, que constituye un desarrollo comparativamente tardío en la historia y en cualquier biografía individual.
El orden institucional, tanto en conjunto como segmentado, puede aprehenderse en términos reificados. Por ejemplo, el orden total de la sociedad puede concebirse como un microcosmos que refleja el macrocosmos del universo total como creación de los dioses. Todo lo que sucede "aquí abajo" no es más que un pálido reflejo de lo que sucede "allá arriba" (63). De manera similar pueden aprehenderse otras instituciones en particular. La "receta" básica para la reificación de las instituciones consiste en concederles un status ontológico independiente de la actividad y la significación humanas. Las reificaciones específicas son variaciones sobre este tema general. El matrimonio, por ejemplo, puede reificarse como una imitación de actos divinos de creatividad, como un mandato universal de la ley natural, como la consecuencia necesaria de fuerzas biológicas o psicológicas, o, llegado el caso, como un imperativo funcional del sistema social. Lo que tienen en común estas reificaciones es que obnubilan el sentido del matrimonio en cuanto producción humana continua. Según puede advertirse por este ejemplo, la reificación se puede producir tanto teórica como pre-teóricamente. Así pues, el mistagogo puede urdir una teoría sumamente elaborada que repercuta desde el hecho humano concreto hasta los más remotos confines del cosmos divino; pero una pareja de aldeanos analfabetos que contrae matrimonio puede aprehender el hecho con un estremecimiento de temor metafísico similarmente reificado.
Por medio de la reificación, el mundo de las instituciones parece fusionarse con el mundo de la naturaleza; se vuelve necesidad y destino, y se vive íntegramente como tal, con alegría o tristeza, según sea el caso.
Los "roles" pueden reificarse al igual que las instituciones. El sector de la auto-conciencia que se ha objetivizado en el "rol" también se aprehende, pues, como un destino inevitable en el cual el individuo puede alegar que no le cabe responsabilidad alguna. La fórmula paradigmática para esta clase de reificación consiste en declarar: "No tengo opción en este asunto. Tengo que actuar de esta manera debido a mi posición" (como marido, padre, general, arzobispo, presidente del directorio, hampón, verdugo, o lo que sea). Esto significa que la reificación de los "roles" restringe la distancia subjetiva que el individuo puede establecer entre él y su desempeño de un "rol". La distancia implícita en toda objetivización subsiste, por supuesto; pero la que resulta de la desidentificación se reduce hasta desaparecer.
Finalmente, la identidad misma (el yo total, si se prefiere) puede reificarse, tanto el propio, como el de los otros. Existe pues una identificación total del individuo con sus tipificaciones socialmente atribuidas. El individuo es aprehendido nada más que como ese tipo. Esta aprehensión puede acentuarse positiva o negativamente en términos de valores o emociones. La identificación de "judío" puede ser igualmente reificadora para el antisemita y para el mismo judío, solo que este último acentuará la identificación positivamente, y el primero en forma negativa. Ambas reificaciones confieren un status ontológico y total a una tipificación que es producto humano y que, aun cuando se internaliza, objetiviza solo un segmento del yo. Una vez más, dichas reificaciones pueden abarcar desde el nivel pre-teórico de "lo que todos saben sobre los judíos", hasta las más complejas teorías sobre el judaismo como manifestación biológica ("la sangre judía"), psicológica ("el alma judía") o metafísica ("el misterio de Israel").
El análisis de la reificación tiene importancia porque sirve de correctivo permanente a las propensiones reificadoras del pensamiento teórico en general y del sociológico en particular; cobra una importancia singular para la sociología del conocimiento, porque le impide caer en una concepción no dialéctica de la relación que existe entre lo que los hombres hacen y lo que piensan. La aplicación histórica y empírica de la sociología del conocimiento debe tomar en cuenta especialmente las circunstancias sociales que favorecen la desreificación, tales como el colapso total de los órdenes institucionales, el contacto entre sociedades previamente segregadas y el importante fenómeno de la marginalidad social (65). En todo caso, estos problemas exceden el marco de nuestras actuales consideraciones.
Notas
58. La reificación (Verdinglichung) es un concepto marxista importante, particularmente en las consideraciones antropológicas de los Frühschriften, y desarrollado luego como "fetichismo de las
mercancías" en El capital. Para manifestaciones más recientes de este concepto en la teoría marxista, cf. Gyórgy Lukács, Histoire et conscience de classe, pp. 109 y sigs.; Lucien Goldmann, Recherches dialectiqwes [París, Gallimard, 1959), pp. 64 y sigs.: Joseph Gabel, La fausse conscience (París, Éditions de Minuit, 1962), y Formen der Entfremdung (Frankfort, Fischer, 1964). Para un análisis amplio de la aplicabilidad del concepto dentro de una sociología del conocimiento no doctrinaria, cf. Peter L. Berger, Stanley Pullberg, "Reification and the Sociological Critique oí Consciousness", en History and Theory, IV: 2, 198 y sigs., 1965. Dentro del marco de referencia marxista, el concepto de reificación se relaciona íntimamente con el de alienación (Entfremdung). Esto último ha sido confundido en obras sociológicas recientes, con fenómenos que van desde la anomia hasta la neurosis, casi al punto de ser imposible rescatarlo terminológicamente. Sea como fuere, hemos creído que éste no es lugar para intentar dicho rescate y, por lo tanto, evitamos usar ese concepto.
59. Algunos críticos franceses que se han ocupado recientemente de la sociología de Durkheim, como Jules Monnerot (Les faits sociaux ne sont pas dís dioses, 1946) y Armand Cuvillier ("Durkheim et Marx", en Cahiers Internationaux de Sociologie, 1948) la acusan de sustentar una visión reificada de la realidad social. En otras palabras, han sostenido que la choséité (coseidad) de Durkheim es ipso jacto una reificación. Dígase al respecto lo que se quiera con respecto a la exégesis de Durkheim, en principio cabe aseverar que "los hechos sociales son cosas", lo cual significa solamente postular la objetividad de los hechos sociales como productos humanos. En esta cuestión la clave teórica es la diferencia entre objetivación y reificación.
60. Compárese aquí el concepto de Sartre sobre lo "práctico-inerte", en Crítica de la razón dialéctica.
61. Por esta razón Marx llamó falsa conciencia a la conciencia reificadora. Este concepto puede relacionarse con el de "mala fe" (mauvaise foi) de Sartre.
62. La obra de Lucien Lévy-Bruhl y la de Jean Piaget pueden considerarse básicas para entender la protorreificación, tanto filogenética como ontogenéticamente. Asimismo, cf. Claude LéviStrauss, La pensée sauvage (París, Plon, 1962); El pensamiento salvaje (México, F.C.E., 1964).
63. Sobre el paralelismo entre "aquí abajo" y "allá arriba", cf. Mircea Eliade, Cosmos and History (Nueva York, Harper, 1959). Algo similar afirma Voegelin, op. cit., en su análisis de las "civilizaciones cosmológicas".
64. Sobre la reificación de la identidad, compárese con el análisis de Sartre con respecto a antisemitismo.
65. Sobre las condiciones para la desreificación, cf. Berger y Pullberg, loc. cit.
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Peter Berger y Thomas Luckmann
Extraido de: II. La sociedad como realidad objetiva. - 1. INSTITUCIONALIZACIÓN. - e) Alcance y modos de la institucionalización.
Índice de lectura de La construcción social de la realidad
Prefacio e Introducción: El problema de la sociología del conocimiento
Cap. 1: Los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana
Cap. 2: La sociedad como realidad objetiva
Cap. 3: La sociedad como realidad subjetiva
Extras
Resumen del Cap. 3: La sociedad como realidad subjetiva
La reificación - Extracto del Cap. 2: La sociedad como realidad objetiva
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