Arnold Toynbee según Sprott (Introducción a la sociología, 1949)
Arnold Toynbee según Sprott.
Sprott, W. J. H. Introducción a la sociología. FCE, México, 1964 [1949]. pp. 228, 231. Cap. IX El cambio social
Más complicada, y más formidable, es la teoría de Toynbee. En su enorme Study of History distingue veintiún civilizaciones, seis de las cuales —la egipcia, la andina, la china, la minoica, la sumeria y la maya— salieron de la vida primitiva para contestar al reto de su medio natural, reto que no era demasiado fácil ni demasiado intimidante. Otras civilizaciones "abortivas" fueron vencidas por la excesiva severidad de las circunstancias, físicas O sociales, con que tuvieron que luchar. Pero las seis citadas se mantuvieron firmes. Las dos primeras no tuvieron relación con ninguna civilización siguiente, pero la china está emparentada con la del Lejano Oriente, de la cual brotó una rama japonesa. La minoica está emparentada con la helénica y la siria.
Afiliadas a la helénica están la occidental y la cristiana ortodoxa. Esta última emitió un vástago hacia Rusia, en tanto que la siria está emparentada con la iránica y la árabe, que se fundieron para producir la islámica. La sumeria está emparentada con la babilónica, posiblemente con -la hetita, y posiblemente también con la índica, de la cual procede por afiliación la hindú. Finalmente, la maya está emparentada con la yucateca y la mexica.
Tal es la genealogía. Las causas de cambio y decadencia son de orden espiritual. Las minorías fundadoras pierden su encanto y el don creador de transferir sus energías a la creatividad espiritual interna en el mundo de las ideas, donde se libera de la lucha material bruta por la subsistencia. Obligan en lugar de persuadir, ya no pueden modificar sus instituciones para resolver problemas nuevos, "duermen sobre sus laureles", están poseídas de extrema arrogancia e intoxicadas de victoria. La mi1noría dominante, y ahora estéril, resiste a un proletariado interno, y afuera espía un "proletariado externo" que ha gustado los frutos de la civilización y espera su ocasión. Se establece un "Estado mundial", pero no es el triunfo que aparenta, es el principio del fin. El "proletariado interno" crea una religión "superior" propia, el "proletariado externo" se abre paso a través de la fachada del Estado mundial y la fábrica se viene al suelo.
La civilización egipcia y la andina desaparecieron. Las otras cuatro fueron seguidas por un "periodo de disturbios" del cual salieron nuevos jefes, que predicaron la religión del "proletariado interno" de la civilización desaparecida, y fundaron una suya, destinada a seguir el mismo camino. El ejemplo más notorio es, naturalmente, la civilización helénica, pero con prodigiosa sabiduría Toynbee pone a prueba su hipótesis con todas las otras. La sociedad occidental presenta dificultades. Existe en ella el "proletariado interno", pero no la religión "superior"; el proletariado externo bárbaro casi no existe, a menos que pensemos en batintines sobre al Támesis; pero Tuynbee señala una clase nueva de barbarie entre nosotros. Mas esa barbarie no es "externa", y podemos suponer que el destino de la civilización occidental será diferente del de las anteriores: en realidad, quizá sea la última.
Todas éstas son teorías "a largo plazo", en el sentido de que pretenden descubrir tendencias persistentes, ya semibiológicas, como en el caso de las de tipo evolutivo, ya derivadas de la reflexión sobre la naturaleza humana, y la inferencia general es que la pormenorizada variedad de la historia está formada por las ondas sobre la superficie de corrientes profundas, que siguen su camino más o menos indiferente a acontecimientos causales. No siempre es fácil descubrir hasta qué punto los autores de dichas teorías creen que con un esfuerzo podemos modificar el ritmo de la tendencia o detenerla, pero mientras no haya una extrapolación en el futuro podemos suponer que actúa alguna agencia causal semiindependiente. Esta inferencia del estudio del pasado fue atacada por Karl Popper,*% quien sostiene que una tendencia es una función de las circunstancias en que se manifiesta, de suerte que si las circunstancias cambian, la tendencia deja de existir; es decir, que no hay una "fuerza" trascendente que haga que las circunstancias sigan el orden que siguen.
Estas consideraciones nos invitan a prestar más atención a los cambios "a corto plazo", y no a tratar de descubrir un ritmo inevitable "a largo plazo".
El cambio social, visto a "corto plazo", está determinado por una acumulación de cambios en diferentes sectores de la vida social. Inventos, contactos culturales, cambios en la política monetaria, etc., tienen repercusiones que podemos descubrir, y los cambios que causen estarán determinados por las circunstancias específicas del momento. La importancia de esos cambios en pequeña escala no puede negarse. El descubrimiento del hierro produjo un cambio enorme en la agricultura y en la fuerza militar en el mundo antiguo, el invento de la bicicleta transformó la vida de aldea, la explotación de las trasmisiones inalámbricas introdujo un factor nuevo en la política, mientras que el descubrimiento de un método barato de fundir el hierro, empleando carbón, modificó la distribución de la población en Inglaterra.
Arnold Toynbee según Sprott |
Sprott, W. J. H. Introducción a la sociología. FCE, México, 1964 [1949]. pp. 228, 231. Cap. IX El cambio social.
Estudio de la Historia de Arnold J. Toynbee (1934) |
Estudio de la Historia
Arnold Toynbee
1934
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