Edward Burnett Tylor por G. Duncan Mitchell (Historia de la sociología, 1968)

Sir Edward Burnett Tylor (1832-1917)

G. Duncan Mitchell

Al empezar a analizar el pensamiento de E. B. Tylor estamos, de hecho, volviendo sobre nuestros pasos, porque su obra principal, titulada Primitive Culture, se publicó en 1871. El subtítulo de este estudio indica su contenido, puesto que se trata de sus «investigaciones sobre el desarrollo de la mitología, la filosofía, la religión, el lenguaje, el arte y la costumbre». En muchos sentidos era una continuación de su obra anterior: Researches into the Early History of Mankind and the Development of Civilisation (1865).

«La cultura o civilización, tomada en su amplio sentido etnográfico, es ese conjunto complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad». Según su razonamiento, la uniformidad de la civilización puede ser imputada, en gran medida, a la «acción uniforme de causas uniformes». También afirmaba que los diversos niveles de cultura pueden considerarse como etapas de desarrollo o evolución (prefiriendo el primero de los dos términos); cada nivel «es el resultado de la historia precedente; está presto a representar su propio papel en la configuración de la historia futura». Tylor aceptaba el punto de vista en boga de que la historia del género humano debía ser descrita como el progreso desde el estado salvaje hasta la civilización, pasando por la barbarie; punto de vista que Morgan popularizÓ aún más pocos años después. La civilización, decía, representa «el progreso general de la humanidad mediante una organización superior del individuo y de la sociedad, con el fin de fomentar, simultáneamente, la bondad, el poder y la felicidad del hombre».

Pronto se dio cuenta de que, por lo que se refería a la cultura material e intelectual, esto era ciertamente lo que sucedía; pero estaba bastante menos seguro de que esto resultase tan claro en otros aspectos de la proposición. Se daba cuenta de la existencia de «procesos en el campo del arte y de la ciencia que van directamente contra la cultura».

Es la imparcialidad y el equilibrio de Tylor lo que resulta tan atractivo al lector de sus libros, pues tamizaba y sopesaba las pruebas y poseía una agudeza crítica muy poco común en su tiempo, que le permitía evitar la mayoría de los más graves errores de los evolucionistas. Tuvo además menos prejuicios que muchos de sus contemporáneos. Aunque no fue fundamentalmente un investigador «de campo», sino un escritor especulativo, sus escritos antropológicos son trabajos equilibrados y eruditos. Como dice R. H. Lowie: «Es imposible exagerar la importancia de Tylor en su tarea de separar el oro de la escoria en las primeras crónicas, rescatando así un sustancioso cuerpo de datos auténticos para cada fase y período de la civilización». También se vio implicado en las polémicas de su tiempo sobre la evolución, con respecto a los orígenes de los ¡terms culturales. Las dos posiciones principales eran la de la evolución independiente y la del contacto histórico, conocidas respectivamente como paralelismo y difusión. En el primer caso se afirmaba que las costumbres y usos se desarrollaban, de forma más o menos parecida, en distintas regiones del mundo independientemente, y que la misma mentalidad produce resultados parecidos cuando está sometida a condiciones parecidas. En el segundo caso se afirmaba que la ubicuidad de los usos es el resultado de los contactos entre los pueblos y de la transmisión de la cultura de una sociedad a otra. Tylor se sentía inclinado por el primero de estos puntos de vista, pero no de manera exclusiva.

En realidad, si bien su paralelismo representó un adelanto sobre el de otros, por su abandono de un vago psicologismo, que reemplazó por el discernimiento de los factores sociales específicos que contribuyen al desarrollo cultural, también afirmó en múltiples ocasiones que los factores históricos son asimismo importantes para explicar los hechos, exponiendo claramente y con detalle ejemplos de esto en varias ocasiones.

Su estudio de las supervivencias culturales se vio apoyado por sus persistentes intentos de establecer criterios con los que formular juicios. En esto le influyeron las primeras aportaciones de Adolphe Quételet al método estadístico, pero su aplicación no siempre fue acertada. Propendía a asumir que una correlación suministraba pruebas Trayectoria evolucionista de la sociología 109 de una secuencia temporal, pues las supervivencias culturales asociadas a un determinado uso, como la descendencia patrilineal, que no resultaban asociadas a un uso incompatible, como la descendencia matrilineal, ponían de manifiesto, pensaba, que el último era anterior en el tiempo.

De modo semejante, igual que Spencer, se inclinaba a suponer que las diferencias clasificatorias tenían una significación cronológica.

Sin embargo, sus detallados y eruditos informes sobre los mitos, así como sus estudios comparativos de fenómenos religiosos y mágicos, fueron una gran contribución a su tema. Su definición de la religión —una definición mínima— como animismo, es decir, la creencia en seres espirituales, ayudó mucho a ordenar los estudios sobre sistemas de creencias y contribuyó a disipar muchas fantasías estúpidas sobre los pueblos primitivos, ya que puso de manifiesto que «el animismo caracteriza a tribus situadas muy abajo en una escala de humanización, y de ahí asciende, profundamente modificado en su transmisión, pero conservando del principio al fin una continuidad ininterrumpida hasta el centro de la alta cultura moderna».

El animismo supone la creencia en las almas y en una situación futura, en divinidades controladoras y en espíritus subordinados, doctrinas que prácticamente desembocan en algún tipo de culto.

Sus estudios comparativos sobre el animismo ocupan aproximadamente la mitad de su libro Primitive Culture. Su perspicacia al señalar ciertos paralelismos entre las costumbres primitivas y la Europa preindustrial, así como su estudio de la supervivencia de tales costumbres, contribuyeron mucho a que se adoptase una actitud menos parcial frente a los pueblos iletrados.

Edward Burnett Tylor por G. Duncan Mitchell
Hundred Years of Sociology (1968)

Hundred Years of Sociology

Fecha de publicación original: 1968

Autor: G. Duncan Mitchell

Mitchell, G. Duncan. Historia de la sociología. Labor, Barcelona, 1988.

Fecha de publicación original: Español: 1973 – Inglés: 1968.

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