Edward A. Westermarck por G. Duncan Mitchell (Historia de la sociología, 1968)

Edward A. Westermarck (1862-1939)

G. Duncan Mitchell

Edward Westermarck fue un estudioso sueco-finlandés que pasaba parte del año enseñando filosofía en la Academia de Abú, en Helsinki, y el resto del tiempo sociología en la Universidad de Londres. Además, encontró tiempo para realizar unas cuantas visitas al norte de Africa, a fin de llevar a cabo ciertos estudios sobre los habitantes de Marruecos. Su principal propósito fue descubrir algo en torno a los orígenes de las nociones morales, y consideró como su magnum opus su extensa obra en dos tomos titulada The Origin and Development of the Moral Ideas, publicada en 1906. Actualmente, y aunque sea de lamentar, Westermarck es menos conocido por este libro que por sus obras anteriores, debido a que sus estudios sobre la institución del matrimonio fueron minuciosos y polémicos. Comenzaban con su libro The Origin of Human Marriage (1889) y con The History of Human Marriage (1891), cuya quinta edición apareció en 1921, para continuar, en 1926, con su obra más famosa, A Short History of Marriage.

Westermarck hizo algunas críticas tajantes de las manifestaciones más toscas de la sociología evolucionista, atacando en especial a Lewis Morgan y a otros autores que creían que el género humano había practicado en sus orígenes la promiscuidad sexual y que el matrimonio y la familia fueron surgiendo por etapas en el transcurso de la evolución social, a través de una especie de matrimonio de grupo, hasta una etapa de poliginia con una forma matrilineal de descendencia, y así, hasta el sistema bilateral de parentesco con una estructura familiar monogámica, propia de la época actual.

Al atacar esta teoría más antigua también dio algunas explicaciones acerca de las mormas de la exogamia, que igualmente despertaron un acusado interés. Más tarde criticó asimismo a los primeros evolucionistas sociales, al atacar la teoría del comunismo primitivo, poniendo de manifiesto que, aunque hay algunas pruebas de sociedades simples con propiedad comunal, también hay, no obstante, amplia evidencia sobre la existencia de propiedad privada. Sin duda, no fue el primero en formular este tipo de críticas, pero su ataque fue eficaz, pues sus obras causaron un notable impacto sobre la opinión intelectual desde que aparecieron.

Resulta instructivo observar dónde radica la crítica de Westermarck a la sociología evolucionista, porque, a pesar de mostrarse escéptico en cuanto a la posibilidad de seguir las etapas del desarrollo, no la abandonó, aunque evitó el punto de vista unilineal. Por otra parte, sin embargo, debemos destacar su gran interés por la teoría biológica, hasta el punto de que trató de dar una explicación biológica de las instituciones sociales.

En este sentido afirmaba que el matrimonio se debe a las necesidades humanas. Para la mera supervivencia, la humanidad debe ser protegida durante la infancia; tanto la madre como el hijo necesitan de una larga protección del hombre, y, de esta manera, decía, la selección natural asegura que los instintos paternales, al igual que los maternales, se desarrollen para combinarse con los instintos sexuales, a fin de mantener unidas a las partes. Quedan así bloqueados los comienzos de la organización familiar.

El hábito era respaldado por la costumbre, quedando igualmente aclarados los orígenes del matrimonio. Westermarck compartía con otros escritores de su tiempo esta explicación, encontrando las raíces de las instituciones en las necesidades humanas y recurriendo al biologismo de su época para explicar determinados tipos de desarrollo.

Con frecuencia también apeló a la teoría de la selección natural como recurso explicativo. Su obra fue una prolongación de la sociología evolucionista, en cuanto que no renunció a las explicaciones en términos de orígenes, pero además se esforzó por definir la naturaleza de las condiciones de la vida humana y expuso su teoría basándola en las necesidades de supervivencia.

En muchas ocasiones seleccionó ejemplos para ilustrar sus ideas, pero algunas veces lo hizo de forma no crítica, arrancándolos de su contexto.

Ha sido criticado por Sorokin, por su intento de demostrar mediante ejemplos, y por Lowie, por su total falta de interés por las culturas en cuanto totalidades. Ambas críticas son atinadas, puesto que Westermarck no fue básicamente un sociólogo, sino un filósofo que se orientó hacia los estudios sociológicos en busca de ilustraciones para sus ideas filosóficas. En esto no se distinguió de la mayor parte de los sociólogos de su tiempo de Gran Bretaña y América. Su contribución fue como un disolvente de las hipótesis evolucionistas más toscas. Sin embargo, fracasó en cuanto a liberar la sociología comparativa de sus grilletes biológicos.

Ahora nos vamos a ocupar de otra figura de esta tradición general, un hombre notable, del que puede decirse con justicia que fue su último y mejor exponente.

Edward Burnett Tylor por G. Duncan Mitchell
Hundred Years of Sociology (1968)

Hundred Years of Sociology

Fecha de publicación original: 1968

Autor: G. Duncan Mitchell

Mitchell, G. Duncan. Historia de la sociología. Labor, Barcelona, 1988.

Fecha de publicación original: Español: 1973 – Inglés: 1968

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