George C. Homans: Presentación de Conducta social como intercambio (1958)
George C. Homans
Presentación
«Conducta social como intercambio»: anotaciones a un texto clásico de un autor poco clásico
Miguel Requena y Díez de Revenga
Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Yo creo, naturalmente, que todo lo que aquí he dicho es verdad. Pero el consejo más valioso que puedo dar a los sociólogos contemporáneos no tiene nada que ver con la validez de mis argumentos. Es éste: que ninguno crea nada acerca de la teoría o metodología de lo que, con apariencias ya de presunción, ya de santidad, le digan los demás sociólogos, entre los que me incluyo yo mismo.
George C. HOMANS.
(«La teoría sociológica en la actualidad», 1964).
En 1958, The American of Sociology incluye el artículo de Homans «Social Behavior as Exchange» en un número dedicado a honrar la memoria de Georg Simmel y Émile Durkheim con ocasión del coincidente centenario de sus respectivos nacimientos. En lo que tal vez constituya un síntoma característico, Homans no cita ni un solo trabajo de Simmel ni de Durkheim en su artículo1.
¿A qué obedecían esas ausencias? En cuanto a Simmel, lo probable es que Homans no estuviese por entonces lo bastante familiarizado con su obra como para reconocerlo como uno de los gigantes sobre cuyos hombros se había encaramado para poder ver más lejos2. Razones de muy otra índole explican, en cambio, la desconsideración a Durkheim en el texto de Homans. Habían transcurrido ya más de dos decenios desde que los seminarios de George Elton Mayo en Harvard le dieran a conocer, junto a la antropología social de Radcliffe-Brown, Malinowsky y Firth, la obra de Durkheim. Por lo tanto, no era precisamente ignorancia lo que había en aquella falta de reconocimiento. Lo que sucedía más bien es que Homans, como cualquier lector de su artículo podía descubrir sin grandes dificultades, abominaba de la sociología durkheimiana.
La negación de Durkheim vale como resumen de algunas de las claves fundamentales que caracterizan la sociología de Homans. Por ejemplo, su decidido rechazo al colectivismo metodológico, su enérgica impugnación de las teorías estructurales y funcionales, su innegociable pretensión de reducir la explicación sociológica a proposiciones psicológicas y su persistente interés por los procesos sociales elementales. Y aunque «Social Behavior as Exchange» se presenta al lector como una suerte de sistematización teórica de los resultados de la investigación sobre los grupos pequeños, en realidad perfila lo esencial de la sociología madura de Homans. Situado entre los que fueron sus dos libros más importantes —The Human Group (1950) y Social Behavior: Its Elementary Forms (1961)—, es un producto de la etapa media de su biografía que anticipa y sintetiza el contenido del segundo de esos libros. En este sentido, es importante cuando menos por tres razones: en primer lugar, representa un cierto despegue teórico y metodológico de los planteamientos de El grupo humano; en segundo, es el principio de su viaje sin retorno hacia la formulación más individualista que haya conocido la sociología estadounidense; y, por último, constituye el manifiesto fundacional del programa de investigación que llegaría a conocerse como teoría del intercambio social.
UN AUTOR POCO CLÁSICO
¿Cómo podía un sociólogo que pertenecía al Departamento de Relaciones Sociales comandado por Parsons en Harvard despreciar tan olímpicamente todo lo que significaba la sociología de Durkheim? ¿Cómo fue capaz Homans de inaugurar un programa de sociología individualista en los años en que el funcionalismo estructural se estaba convirtiendo en la tradición dominante de la sociología académica en los Estados Unidos? De una parte, ni la sociología estadounidense era un bloque tan monolítico ni el funcionalismo estructural pujaba tan alto como para no permitir el desarrollo de otros enfoques alternativos. De otra, la ejecutoria de George Caspar Homans (1910-1989) como intelectual y como sociólogo es de una extrema atipicidad. Pero puesto que en no pocas ocasiones3 el mismo Homans ha reconstruido públicamente su propia biografía —y puesto que lo ha hecho, además, con insólita e incluso impertinente sinceridad—, aquí bastará con dar breve noticia de algunos de sus más señalados trazos.
Entre esos trazos biográficos se puede destacar que, procedente de una acaudalada familia republicana de Boston, Homans se graduó en literatura inglesa en la Universidad de Harvard; que desembarcó en la sociología de la mano de Pareto, tratando de encontrar algo que oponer a la corriente de marxismo que en los años treinta se extendía por las universidades estadounidenses; que ejerció de terapeuta ocasional bajo la influencia de George Elton Mayo; que capitaneó de buen grado distintos buques de la Marina de Guerra de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, donde aprendió el encanto que tenía desobedecer las órdenes de la superioridad4; que trabajó al mismo tiempo la historia medieval de Inglaterra, el análisis antropológico del parentesco y la sociología de los grupos pequeños; que polemizó sin desmayo con la poderosa ortodoxia funcionalista; que fue víctima de una contumeliosa invectiva por parte de un antropólogo británico consagrado a la causa del estructuralismo5; que profanó las señas de identidad académica de la sociología con su pertinaz defensa del reduccionismo psicológico; que se amparó para ello en el conductismo, el tipo de psicología que despertaba más sospechas entre los sociólogos; que accedió a la presidencia de la Asociación Americana de Sociología con un alegato radical en pro del individualismo metodológico6; que defendió con ahínco una estricta perspectiva nomológico-deductiva de las explicaciones sociológicas, advirtiendo de paso que el mérito de una buena interpretación no necesariamente depende del método empleado para conseguirla7; que apadrinó a una brillante generación de sociólogos históricos; y que, por si todo eso no fuera ya suficiente, demostró que también un conductista confeso puede tener sensibilidad estética escribiendo poesía, y parece que no mala, durante toda su vida8.
Una sucinta reseña de tan heteróclita acumulación de gestos insistiría tal vez, con manido tropo marinero, en que a Homans le gustaba navegar contra viento y marea. Utilitarismo, hedonismo, individualismo, reduccionismo, conductismo: con indisimulado espíritu de desafío, Homans conseguía siempre convocar a los viejos demonios familiares de la sociología académica. ¿Qué se escondía detrás de aquel afán de contrariar a sus colegas? O, por decirlo en términos conductistas, ¿qué contingencias de refuerzo habían favorecido en Homans el ejercicio sistemático de la provocación intelectual a su propia comunidad académica? Sabemos que se encontró con la sociología por puro azar9, cuando su primera intención era dedicarse al periodismo, y que sus maestros más influyentes o no eran sociólogos (como el filósofo Alfred N. Whitehead, el bioquímico e historiador de la ciencia Lawrence J. Henderson o el profesor de literatura Bernard De Voto) o eran personajes relativamente excéntricos a la sociología (como G. Elton Mayo). Sabemos también que coincidió en la Society of Fellows de Harvard con personajes como Willard V. Quine, Conrad Arensberg y Paul Samuelson, y que fue allí donde se amistó con Burrhus F. Skinner. Con tales antecedentes, no es extraño que las fuentes iniciales de su sociología no encontraran fácil acomodo en el canon de la tradición sociológica: trabajó a fondo a Pareto10 y llegó a hacer una lectura sumamente crítica de Durkheim, pero en sus años formativos no había leído a fondo a Marx ni tampoco a Weber.
Homans decidió dedicarse a la sociología pertrechado de un bagaje intelectual que, aunque concordante con el medio familiar, social y académico del que procedía, era en buena medida ajeno a la identidad de la disciplina que se proponía profesar11. Qué duda cabe que eso no impidió que, durante algún tiempo al menos, hubiera una cierta comunión entre ambos. Pero urge precisar que aquella inicial alteridad se fue tornando divergencia a medida que Homans desarrollaba su propia sociología. Después de estudiar las comunidades campesinas inglesas en la Edad Media12 y una vez concluido su prolongado servicio militar, Homans se convirtió en profesor de Sociología en Harvard y cosechó en pocos años un éxito más que notable con su primer gran libro de sociología, El grupo humano. La obra, que era una magistral y poco frecuente demostración de cómo practicar a un tiempo la síntesis y el análisis sociológico, provocó el generoso aplauso de la crítica y concedió a su autor gran predicamento13.
Pero si hasta ese momento la sociología de Homans había mantenido un difícil diálogo entre la herencia de su formación individualista y el peso creciente del funcionalismo en su medio intelectual, en adelante serían las creencias adquiridas durante su educación las encargadas de pilotar su quehacer científico. Los trabajos que van saliendo a la luz tras El grupo humano dan cuenta cabal de este definitivo anclaje de la sociología de Homans en el fondo de sus convicciones personales más individualistas14.
Homans ha defendido en muchos de sus escritos que, en realidad, no hay en sociología más que tres tipos diferentes de explicación: la explicación estructural, la funcional y la psicológica. Pues bien, aunque hay que esperar a los años sesenta —por ejemplo, a La naturaleza de la ciencia social (1967)— para que Homans se exprese de una manera clara y terminante al respecto de los tres tipos de explicación, es patente que los años cincuenta los pasó comprometido con la crítica a los dos primeros y la práctica del tercero. Hay, por cierto, algo digno de mención en la forma en que acometió Homans el asalto académico al estructuralismo y al funcionalismo. Noblesse oblige: siempre fiel a sus orígenes sociales y como buen caballero bostoniano que era, no se arredró a la hora de elegir contendientes; y, para que no hubiera dudas sobre cuáles eran sus intenciones, situó en el punto de mira de su crítica a los que con toda probabilidad eran los dos máximos representantes de aquellas formas de explicación: Claude Lévi-Strauss y Talcott Parsons.
Contra los defectos de las explicaciones estructurales escribió (con el antropólogo David M. Schneider) el ensayo Marriage, Authority and Final Causes, un malhadado intento de refutar Les structures élémentaires de la parenté, de Lévi-Strauss, que, por basarse en una incorrecta información etnográfica, fue objeto de público escarnio15. Contra los funcionalistas argumentó que nunca aclaraban en qué consistía el mantenimiento de la continuidad estructural de una sociedad y que, por lo tanto, los enunciados referentes a la función de las instituciones sociales carecían de contenido empírico e impedían elaborar las cadenas deductivas que distinguen a una buena explicación. El problema con Parsons era aún más grave, pues no sólo incurría en los defectos más generales del funcionalismo societal, sino que, además, había sido incapaz de elaborar una auténtica teoría. Antes bien, lo único que Parsons había conseguido crear era un esquema conceptual, un mero conjunto de categorías interrelacionadas, pero no un sistema deductivo con proposiciones contingentes que establecieran las relaciones entre esas categorías. Como Homans escribió años más tarde, Parsons había elaborado el diccionario de un lenguaje que no poseía oraciones gramaticales16. Pero Homans no pasó esos años dedicado sólo al ejercicio de la crítica.
A finales de los años cincuenta publica la primera defensa decidida de los méritos que la sociología debe reconocerle a las explicaciones psicológicas, las únicas que legítimamente pueden aspirar al rango de auténtica explicación en el reino de las ciencias sociales. En «Social Behavior as Exchange», la psicología comienza a suministrar las premisas generales a partir de las cuales deducir las proposiciones que, convenientemente aplicadas a unas circunstancias determinadas, explican la conducta social elemental, la que más preocupa a Homans.
El artículo es así el primero de una serie de trabajos en que se hacen evidentes las consecuencias de la definitiva deriva individualista de la sociología de Homans, quien a partir de este momento no sólo va a aparecer como un individualista metodológico, sino también como eso que con horrísona expresión —el calificativo es del propio Homans— se denomina un reduccionista psicológico.
Con «Social Behavior as Exchange» la sociología de Homans adquiere, en efecto, sus rasgos más característicos. A partir de ese momento su trabajo se centrará en dos objetivos fundamentales, uno metodológico y otro más sustantivamente sociológico. Por lo que se refiere al primero, el interés de Homans se centra, como si tratara de apuntalar sus críticas al funcionalismo y al estructuralismo, en argumentar la adecuación al ámbito de la ciencia social de las explicaciones nomológico-deductivas: la teoría de un fenómeno es su explicación, y explicar un fenómeno social consiste, al modo de la ciencia natural, en deducir lógicamente su existencia de unas leyes abarcadoras o subsuntivas17 bajo ciertas condiciones. En cuanto al segundo, Homans provee un aparato teórico para el análisis de las formas elementales de la conducta social que, de acuerdo con su doctrina metodológica, no puede ser más que un elaborado ejercicio deductivo cuya axiomática general se halla en ciertas proposiciones básicas de la psicología conductista. La más apreciable y completa concreción de este empeño se encuentra en su libro Social Behavior: Its Elementary Forms, un estudio de las características recurrentes de la estructura social de los grupos pequeños que se manifiestan en fenómenos tales como la cohesión, la competencia, el poder, el liderazgo o la justicia distributiva.
Hasta su muerte, a finales de los años ochenta, no dejó Homans de abundar, una y otra vez, con obsesiva reiteración, en esas perspectivas metodológicas y en su propia teoría de la conducta social elemental deducida de la psicología conductista. Cabe pensar, a juzgar por esa asombrosa insistencia, que con el paso del tiempo su confianza en ellas debió hacerse inquebrantable. Y, en la medida en que su certeza crecía, se iba separando de las corrientes centrales de la sociología (aunque es casi seguro que el proceso inverso también tenía lugar). De una parte, sus doctrinas metodológicas no sólo lo alejaron de cualquier forma de holismo en su versión estructural o funcional, sino que lo llevaron también a chocar con los numerosos y variados practicantes de la verstehen; de otra, su interés por la conducta social elemental hizo que su esfuerzo de teorización resultara irrelevante para los partidarios de la macrosociología, un terreno del que Homans no esperaba grandes logros. Su radical reduccionismo psicológico lo privó, asimismo, del reconocimiento de muchos individualistas metodológicos y, lo que es más, incluso la propia sociología conductista, poco dispuesta a aceptar la reducción individual de los refuerzos de naturaleza social, terminó por darle la espalda18. Como colofón a esa serie de desavenencias, la explicitud con que solía expresar su ideología conservadora lo hacía sospechoso —de incorrección política, que diríamos hoy— en el ambiente más bien progresista y liberal de la sociología estadounidense.
En respuesta a ese tipo de reacciones, la valoración que en sus últimos años hizo Homans de la evolución y el estado de la ciencia de la sociología no estuvo exenta de desengaño y acritud. Pese a que se habían producido algunos desarrollos meritorios, al filo de su propia muerte seguía viendo a la sociología aquejada de la misma enfermedad que él había diagnosticado hacía muchos años: una sistemática incapacidad para especificar las leyes subsuntivas de las que nacían sus explicaciones y la consiguiente imposibilidad para aclarar sus fundamentos teóricos. El balance de la situación era, en consecuencia, doblemente doloroso para Homans. De una parte, y con arreglo a sus propios criterios metodológicos, la debilidad teórica de la sociología era el principal obstáculo que dificultaba la unidad intelectual de la disciplina, a la vez que impedía que se convirtiera en una ciencia verdaderamente acumulativa y multiplicaba el número de sedicentes escuelas que no terminaba de estar claro en qué se distinguían entre sí. De otra, y desde un punto de vista personal, las ilusiones juveniles que depositó en la sociología durante los primeros años de la década de los años treinta se habían visto en gran medida decepcionadas, como él mismo reconoció sin ambages19.
La pasmosa tenacidad con que Homans se repitió a sí mismo en sus últimos escritos denota una impotente conciencia de incomprensión que tiene algo de patética. Y es en este sentido en el que su figura no acaba de ajustarse al molde del autor clásico, al que se le reconoce un carácter modélico y una conducta ejemplar en el terreno intelectual en que desarrolla su actividad.
Entre los cien libros de sociología que los miembros de la Asociación Internacional de Sociología consideran como los más importantes del siglo no figura ninguna de las obras de Homans. Es cierto que la condición de clásico es hasta cierto punto contingente en las ciencias que, como la sociología, carecen de unidad teórica. Pero no lo es menos que las posiciones intelectuales y el talante personal de Homans marcaron un camino muy difícil de recorrer. Como ha dicho uno de sus alumnos más conspicuos, ningún profesor de sociología con dos dedos de frente aconsejaría a un discípulo brillante seguir los pasos intelectuales y académicos de Homans20. Y es que, a la postre, no deja de haber algo irónico en el genio y figura de George Caspar Homans: su destino ha sido el de un conductista cuyo ejemplo no se reconoce como un refuerzo apropiado para sus posibles herederos.
UN TEXTO CLÁSICO
Con todo, si el derecho a figurar en los libros de texto de una determinada disciplina vale como prueba circunstancial de clasicismo, hay que reconocer que Homans la supera con creces. No hay mejor forma de comprobarlo que ver cómo su figura aparece rutinariamente en los principales manuales de teoría sociológica21 como el impulsor más destacado de la sociología conductista y fundador moderno de la teoría del intercambio social en su versión individualista. Nótese que ni siquiera los textos que le dedican un tratamiento más punitivo22 le regatean el espacio al que se hizo acreedor como promotor de ese programa teórico. Desde luego, no se quiere decir con ello que Homans fuera el primero o el único en destacar la decisiva importancia del intercambio en la vida social. Pero si hay alguien a quien atribuirle el mérito de haber intentado formular una estructura teórica rigurosa para explicar la conducta social elemental en términos de intercambio, ése es Homans. Y si hay un texto seminal en la formulación de esa estructura teórica es, sin duda, «Social Behavior as Exchange».
De acuerdo con Ekeh23, se puede hablar de dos tradiciones en las teorías del intercambio social: una colectivista, que se remonta a Durkheim y pasa por Marcel Mauss hasta llegar a Lévi-Strauss; y otra individualista, cuyo inicial proponente es Homans. Mientras la primera atiende a la determinación normativa de las estructuras colectivas de intercambio (como, por ejemplo, los sistemas matrimoniales) y a su funcionalidad social, la segunda busca las disposiciones que llevan a los individuos a involucrarse en pautas recurrentes de interacciones mutuamente gratificantes; dicho de otro modo, mientras la primera se ocupa de las causas finales que contribuyen al mantenimiento de las instituciones sociales, la segunda ve en las conductas individuales la causa eficiente que explica las estructuras sociales elementales. Por diferentes razones, la crítica del funcionalismo ha sido un leitmotiv permanente en el desarrollo de la sociología de Homans —desde la temprana confrontación de las teorías del ritual de Radcliffe-Brown y Malinowsky24 hasta el reiterado debate con Parsons— y su formulación inicial de la versión individualista de la teoría del intercambio fue, en cierto modo, un subproducto intelectual del intento de refutar el análisis de los sistemas de parentesco de Lévi-Strauss que acometió mediados los años cincuenta.
Por esos mismos años apareció otro factor que vendría a marcar de nuevo el desarrollo de la trayectoria intelectual de Homans: el trabajo realizado en El grupo humano, pese a la estupenda recepción del libro por la sociología estadounidense, no terminaba de satisfacer a su autor. El motivo de esa insatisfacción no residía en que sus hallazgos empíricos no resultaran ya convincentes, sino en sus insuficiencias metodológicas y, en concreto, en la imposibilidad de articular una auténtica teoría sobre la base de las generalizaciones inductivas que había producido. Desde esa perspectiva, su propio trabajo era tan deficiente como la mayor parte de la sociología al uso y, lo que tal vez era más insoportable para Homans, como las abstractas construcciones de Talcott Parsons. Lo que ocurría es que Homans se había vuelto mucho más exigente con el trabajo teórico. Al regresar a la vida académica tras la Segunda Guerra Mundial se encontró en la Society of Fellows de Harvard con Thomas Kuhn, quien le propuso la lectura de La ciencia de la mecánica, de Ernst Mach, y El tratado de termodinámica, de Max Planck. De su iniciación en el rigor de la física clásica obtuvo Homans un esquema básico de lo que era una buena explicación científica, además de un instrumento para evaluar teorías. Poco después lee también La teoría del precio, de George Stigler, y, en su viaje a Manchester de 1953, descubre el trabajo de Richard B. Braithwaite sobre la naturaleza lógica de la explicación científica y el papel que en ella desempeñan las cadenas deductivas.
Según los estrictos criterios metodológicos a los que ahora se adhería Homans, los productos de la ciencia social estaban en realidad ayunos de auténtica teoría. Lo que la sociología venía produciendo no eran teorías, sino esquemas conceptuales compuestos de lo que él llamaba enunciados de orientación. Estos enunciados indican que dos variables están relacionadas de algún modo, pero no establecen la forma ni la naturaleza precisa de esa relación.
Y, por eso mismo, son de poca utilidad para explicar los fenómenos a los que se refieren. Un enunciado de este tipo «nos dice lo que debemos estudiar, o cómo estudiarlo... Pero nos dice poco acerca de lo estudiado»25. Lo que Homans se exigía ahora era ir más allá de esos enunciados y formular auténticas proposiciones, es decir, sentencias capaces de establecer, con la mayor precisión posible, la forma de la relación entre las variables que contienen. Además, para poder construir auténticas teorías se necesitaban proposiciones lo suficientemente generales como para servir de premisas mayores —las famosas leyes de subsunción— en los sistemas deductivos que tipifican la explicación científica. Desde «Social Behavior as Exchange» en adelante, Homans adopta dos posturas básicas a este respecto a las que ya no renunciará: i) que las leyes de subsunción tienen que referirse estrictamente a la conducta de los individuos, y ii) que las proposiciones de la psicología conductista son, por su simplicidad y generalidad, las más adecuadas para deducir de ellas la conducta social en los pequeños grupos. Sólo tres años más tarde presenta Homans, en Social Behavior: Its Elementary Forms (1961), una axiomática conductista de los procesos sociales elementales integrada por cinco proposiciones básicas (las conocidas proposiciones del éxito, el estímulo, el valor, la privación-saciedad y la frustración-agresión).
Un elemento adicional de continuidad entre El grupo humano y «Social Behavior as Exchange» merece también señalarse. A resultas del éxito obtenido por ese libro decide Homans ofrecer a los estudiantes de Harvard un curso de introducción al estudio de los grupos pequeños. Como es conocido, los datos en que se basaban sus generalizaciones sobre el grupo humano procedían en exclusiva de cinco reputados estudios de campo (un grupo de operarios de fábrica, una pandilla callejera, una familia de una tribu primitiva, un pequeño pueblo en Nueva Inglaterra y una empresa de aparatos eléctricos). Parecía, por tanto, oportuno complementar esa visión basada en la observación en ambientes naturales con la que proveía el trabajo experimental, por lo que Homans repasó a conciencia la literatura que los psicólogos sociales habían elaborado sobre los grupos pequeños e incluso llegó a coescribir un extenso trabajo de síntesis dedicado a los aspectos psicológicos de la estructura social26. Una vez sistematizada la información procedente del laboratorio había que ponerla en relación con los resultados de la observación de campo, y eso precisamente es lo que se pretende hacer en «Social Behavior as Exchange», con la vista puesta en la formulación de proposiciones generales que den cuenta de la conducta social.
Es decir, lo que a Homans le interesaba no era tanto estudiar los propios grupos como lo que sucedía en ellos27: los pequeños grupos ofrecían simplemente el mejor ambiente para analizar la conducta social elemental, y de ahí que el curso sobre grupos pequeños terminara llamándose «procesos sociales fundamentales».
En resumen, en la génesis intelectual de «Social Behavior as Exchange» confluyen la crítica a la interpretación de los sistemas de parentesco de LéviStrauss, la concepción nomológico-deductiva de las teorías científicas, la influencia de la psicología conductista de Skinner y de la economía de Stigler y el prolongado interés de Homans en la conducta social elemental que tiene lugar en los pequeños grupos. Del contenido sustantivo del trabajo yo señalaría ahora su idea más obvia: que «la interacción entre las personas es un intercambio de bienes, materiales y no materiales»28. Tan obvia que el propio Homans no tarda en añadir que es una de las más antiguas teorías de la conducta humana que se conocen. Ciertamente, esa concepción de la conducta es puro sentido común y, como tal, forma parte de la etnosociología de casi todas las culturas humanas. Pero Homans nunca desdeñaba el sentido común, a menudo una excelente aproximación a los problemas. Y, como es natural, la originalidad de su planteamiento no reside en la formulación de un tópico, sino en la propuesta de un «paradigma del intercambio», es decir, un proyecto teórico que promete deducir las formas elementales del comportamiento social a partir de los fundamentos conductistas de la interacción.
Lo que Homans sostiene es que no hay intercambio sin recompensa29. Un individuo entra en una relación social porque espera verse recompensado por ello; a su vez, el otro término de la relación sólo interactúa con el primero si también espera alguna recompensa de la relación en la que ambos quedan envueltos. La conducta humana no es más que un intercambio de recompensas (y castigos) entre individuos que interactúan recíprocamente. En el laboratorio, los animales experimentales responden a las recompensas que les ofrece el psicólogo conductista mediante el proceso conocido como condicionamiento operante: emiten la conducta que es reforzada por una recompensa. Una vez que el animal ha aprendido que a determinado comportamiento le sigue un refuerzo, se produce un cierto intercambio entre el experimentador que proporciona la recompensa y el animal que emite la conducta. Entre los humanos sucede algo parecido, con la complicación añadida que el refuerzo es bidireccional: mientras apenas se puede decir que la conducta del animal refuerza la conducta del psicólogo, los hombres sí se recompensan mutuamente en condiciones de interacción. Supuesta una relación social, la conducta de cada uno de los individuos implicados queda reforzada por la conducta del otro.
El «paradigma del intercambio» que Homans propone en «Social Behavior as Exchange» comienza a concretarse sobre estas bases conductistas y constituye un esbozo de los conceptos y proposiciones que se desarrollarán de forma más completa en Social Behavior: Its Elementary Forms. Así, la interacción social como proceso de intercambio se deduce de la premisa de que los actores de una relación persiguen que en ella se produzca un intercambio recíprocamente gratificante de refuerzos. A su vez, el intercambio es una función positiva de la frecuencia y la magnitud de las recompensas que lo refuerzan, que a partir de ahora Homans denominará valores. Pero Homans se sirve también de la teoría económica para ir afinando sus proposiciones sobre la conducta social elemental. Por ejemplo, en su formulación de la proposición de la saciedad: puesto que el valor de un refuerzo es una función negativa de la frecuencia con la que ha recompensado una cierta conducta, cuanto mayor es la cantidad de un valor que se ha obtenido, menos vale cada unidad adicional del mismo (ley de la utilidad marginal decreciente); o en su definición del beneficio de una determinada actividad, que equivale a la recompensa que con ella se obtiene menos su coste: como realizar una actividad implica siempre dejar de realizar alguna otra actividad, su coste es precisamente el valor de la alternativa a la que se renuncia (coste de oportunidad).
Con ese escueto aparato conceptual y esa inicial formulación de las proposiciones elementales de la sociología conductista (de hecho, una traducción simple de algunos de los principios básicos de la psicología de Skinner), se dispone Homans a explicar —esto es, a deducir lógicamente de aquellas proposiciones— algunas de las características básicas de la conducta social en los pequeños grupos. La cohesión y la influencia, el equilibrio en los grupos, el control social, la justicia distributiva y la congruencia de status son algunos de los procesos que aparecen una y otra vez en los ambientes sociales concretos de los pequeños grupos y que por primera vez pretende Homans deducir de sus proposiciones conductistas más generales. Dicho en otros términos, al final de las cadenas deductivas que arrancan de las proposiciones generales del conductismo terminan por aparecer las pautas relativamente duraderas y persistentes de la conducta social elemental que solemos denominar estructuras sociales.
De esta manera, el proyecto teórico de Homans va adquiriendo su forma definitiva en la medida que su autor consigue demostrar que las estructuras sociales de los pequeños grupos de la vida real surgen del proceso de intercambio entre sus miembros30.
«Social Behavior as Exchange» es así el punto de partida de la teoría individualista del intercambio social de Homans. Y, lo que es tanto o más importante, en ese mismo puerto se inicia la singladura intelectual del moderno programa de investigación que se articula sobre esa teoría del intercambio social.
Como es natural, a lo largo de la travesía ha habido que esquivar peligrosos escollos. La definición tautológica de los valores, el reduccionismo psicológico y el individualismo metodológico han sido objeto de diferentes impugnaciones, que han insistido también en la dificultad de la teoría para explicar las macroestructuras sociales desde la microperspectiva de la conducta de los individuos31. Aunque Homans respondió puntualmente a todas esas objeciones con elegancia, concisión y contundencia, lo cierto es que el programa ha crecido en muy buena medida como un intento de solventar los problemas que planteaba su construcción pionera. Por citar sólo dos de los casos más señalados en el desarrollo de este programa, el trabajo de Blau32 —quien más tarde terminó sosteniendo una posición abiertamente estructuralista— defendía la índole irreductiblemente social de las estructuras que emergen de la interacción; por su parte, Richard Emerson abandonó, junto a Karen Cook, el interés en la conducta de las unidades individuales que constituyen los términos de las relaciones de intercambio para centrarse en la forma de estas relaciones y en las pautas que adoptan, aproximándose así al análisis de redes33. Aunque, por razones obvias, este tipo de enfoques no acababa de convencer a Homans, el carácter fundacional de su elaboración teórica resulta incuestionable.
POSIBLE ACTUALIDAD DE HOMANS
Pese a la radicalidad con que Homans expuso y defendió sus ideas a lo largo de toda su vida, hay algo que hace que su contribución no sea del todo ajena a una de las orientaciones principales que ha tomado la sociología en los últimos años: esa «vasta y ambiciosa propuesta de renovación de la teoría de la acción social... que se ampara bajo el rótulo de la decisión racional»34. Entre los elementos distintivos de esa orientación se han señalado el individualismo metodológico, el neoutilitarismo y la concepción intencional de la acción social. Creo que se puede argumentar que la sociología de Homans está en muy buena sintonía con los dos primeros elementos, no siendo del todo incompatible con el tercero. Terminaré por ello esta presentación insistiendo con brevedad en la posible actualidad de dos de los aspectos básicos que articulan y singularizan la obra de Homans: sus doctrinas metodológicas y el contenido teórico que expresan sus proposiciones sobre el intercambio social.
En cuanto a la postura metodológica básica de Homans, su denuncia reiterada de las explicaciones funcionalistas y estructuralistas conecta con el indiscutible auge del individualismo metodológico en la sociología contemporánea.
Tal vez el amplio reconocimiento de que hoy disfrutan autores como Jon Elster, James S. Coleman, Raymond Boudon o Michael Hechter —tenaces defensores todos ellos de la idea de que en última instancia hay que explicar los mundos sociales en términos de las acciones de los individuos que los componen— pueda servir como prueba de la creciente aceptación del individualismo metodológico por un segmento no desdeñable de la sociología actual. Bajo supuestos ideológicos por completo distintos a los de Homans, el intento de reconstruir el marxismo sobre bases analíticas y de aliviarlo del fardo funcionalista que tanto le pesaba apunta en la misma dirección. Y algo parecido sucede también con el interés que ha cundido en los últimos veinte años por desentrañar los microfundamentos de las instituciones y estructuras sociales y por buscar los mecanismos que las explican. Lo quieran o no —y es claro que algunos no lo quieren—, todos esos movimientos encuentran un precedente inevitable en las doctrinas metodológicas a las que Homans se adhirió.
También en lo que se refiere al contenido sustantivo de la sociología de Homans, es imposible no reconocer su parentesco con las teorías de la elección racional que han dominado la escena sociológica en los últimos años. En su versión revisada de Social Behavior: Its Elementary Forms en 1974, Homans añadió a los argumentos básicos que en 1961 había utilizado para explicar la conducta social elemental la llamada proposición de la racionalidad, una mera traducción conductista del concepto de esperanza matemática de Laplace y del teorema de la utilidad esperada, según la cual al optar entre conductas alternativas una persona se decidirá por aquella para la cual es mayor el producto de su valor por la probabilidad de obtenerlo. Hasta aquí, el aparato teórico de Homans se situaba en línea con los supuestos de la teoría de la elección racional. No obstante, conviene aclarar que Homans no añadió esta nueva proposición a su axiomática básica bajo la influencia de la teoría de la decisión. A diferencia de las propuestas normativas de la teoría de la decisión elaboradas por los analistas de juegos, su proposición de la racionalidad no procedía de las apreciaciones hechas por un gabinete de estrategas, sino que había sido verificada experimentalmente en el laboratorio por los psicólogos conductistas (en particular por Herrnstein). Además, era sólo una de entre sus seis proposiciones básicas, lo que significaba que con la ayuda de las cinco restantes esperaba Homans poder aventajar en capacidad teórica a la sociología de la elección racional y explicar también, al modo conductista, la formación de preferencias e intenciones (valores, en la terminología de Homans) y de expectativas (la probabilidad de obtener los valores). En consecuencia, desde el punto de vista de Homans, la teoría de la elección racional podía considerarse una versión incompleta del conductismo35.
Sea como fuere, el propio Homans reconoció la relación de parentesco que había entre su sociología conductista y la teoría de la elección racional36. Relación que bien se podría interpretar como de filiación, con Homans en posición de ascendiente. Porque la teoría del intercambio de Homans influyó en los sociólogos de la elección racional desde el momento mismo de su formulación.
Antes de que en 1958 apareciera publicado «Social Behavior as Exchange» en The American Journal of Sociology, Homans presentó un borrador del trabajo en la reunión anual de la Asociación Americana de Sociología de 1957; tiene interés recordar que fue oír a George Homans exponer sus ideas sobre la «conducta social como intercambio» lo que por primera vez movió a James Coleman a interesarse por la elección racional37. Por otra parte, la idea generalizada del beneficio de Homans (recuérdese: recompensa menos coste), más allá de su estricta aplicación económica en el ámbito de instituciones como el dinero o el mercado, se reconoce como uno de los más sólidos antecedentes intelectuales de la aplicación de la teoría de la acción racional en sociología38.
Las nociones de coste y beneficio nos llevan directamente al terreno del utilitarismo y la economía. Como ha señalado Randall Collins39, Homans se adscribió durante toda su vida a la tradición utilitarista anglosajona, por lo que no es difícil advertir el aire de familia que esa herencia intelectual transmitió a su propio trabajo como sociólogo. La semejanza se pone de manifiesto con toda claridad en el recurso a los modelos de la economía. Posiblemente, la formalización más avanzada del pensamiento utilitarista sea la que provee el aparato teórico de la economía, y de ahí el atractivo y la influencia que el análisis económico ha ejercido sobre la sociología de la elección racional. ¿Cómo no recordar que la teoría del intercambio nace en Homans como una amalgama de psicología conductista y teoría económica? Él mismo señaló hacia el final de sus días que en la formulación de su teoría del intercambio latía «la idea de que las proposiciones de la economía elemental podían también utilizarse para explicar fenómenos sociales bajo condiciones en las que no se daban las variables de la economía clásica, dinero, precios y cantidades de bienes comprados y vendidos»40. Viendo cómo la sociología se inquieta ante el asalto a sus fronteras procedente del imperialismo económico, uno se pregunta si no hubiera sido mejor aprovechar el trabajo de quienes apostaron por aplicar modelos de análisis como los de la economía a territorios donde la economía aún no había llegado. Sin duda, Homans era uno de ellos.
* * *
Entre las, al parecer, muchas cosas que llegaron a desagradar a George Caspar Homans se contaban los trabajos que sólo son «palabras sobre las palabras de otra persona»41. Puesto que esta presentación difícilmente puede escapar a ese género, permítaseme terminarla con una nota de disculpa, mínima cortesía para con la memoria de Homans, ahora que se cumple el décimo aniversario de su muerte.
Notas
1 En el primer epígrafe del artículo hay lo que parece un mera mención retórica de encomio a la figura de Simmel. La única obra que Homans cita de la tradición durkheimiana es el Ensayo sobre el don, de Marcel Mauss, que —a su juicio— se va quedando «antiguo a medida que la ciencia social progresa». George C. HOMANS, «Social Behavior as Exchange», American Journal of Sociology, 63 (1958), p. 598.
2 Yoshio ATOJI, «An Unnoticed Exchange Theory», en David Frisby (ed.), Georg Simmel. Critical Assesment (Londres: Routledge, 1994), pp. 297-316.
3 George C. HOMANS, Sentiments and Activities (Nueva York: The Free Press, 1962), cap. 1; «A life of synthesis», American Behavioral Scientist, 12 (1966), pp. 2-7; «Steps to a Theory of Social Behavior», Theory and Society, 12 (1983), pp. 1-45; y, sobre todo, Comming to My Senses: The Autobiography of a Sociologist (New Brunswick: Transaction, 1984).
4 George C. HOMANS, Comming to My Senses: The Autobiography of a Sociologist (New Brunswick: Transaction, 1984), p. 247.
5 El antropólogo en cuestión no era otro que Rodney NEEDHAM, quien en su Structure and Sentiment (Chicago: University of Chicago Press, 1962) perpetró contra Homans y Schneider lo que, a juicio de Marvin HARRIS, debe ser «el más agrio, si es que no el más sádico, de todos los asaltos que se han hecho en los anales de las publicaciones científicas». Véase El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías de la cultura (Madrid: Siglo XXI, 1978), p. 436.
6 George C. HOMANS, «Bringing Men Back In», American Sociological Review, 29 (1964), pp. 809-818.
7 «La doctrina general que yo propugno es que la buena ciencia se ha alcanzado empleando algunos de los métodos más condenables, y que algunos de los métodos que los científicos declaran haber usado no son los que emplearon en realidad.» George C. HOMANS, «La teoría sociológica en la actualidad», en Robert L. Faris (dir.), La ciencia de la sociología. Tratado de Sociología (Barcelona: Hispano Europea, 1975), p. 202.
8 George C. HOMANS, The Witch Hazel. Poems of a Lifetime (New Brunswick: Transaction, 1988).
9 O, más bien, porque en determinado momento de su vida «no tenía nada mejor que hacer». Véase George C. HOMANS, Sentiments and Activities. Essays in Social Science (Nueva York: The Free Press, 1962), p. 3.
10 George C. HOMANS y Charles P. CURTIS, An Introduction to Pareto: His Sociology (Nueva York: Knopf, 1934).
11 «En el curso de una formación básicamente literaria, absorbí uno de los supuestos implícitos de la tradición intelectual de Occidente, la noción de que la naturaleza de los individuos determina finalmente la naturaleza de la sociedad.» George C. HOMANS, Sentiments and Activities. Essays in Social Science (Nueva York: The Free Press, 1962), p. 8.
12 George C. HOMANS, English Villagers of the Thirteenth Century (Cambridge: Harvard University Press, 1941).
13 George C. HOMANS, The Human Group (Nueva York: Harcourt Brace, 1950). Para la recepción de Homans por la sociología americana, véanse Jerry S. CLOYD y Alan P. BATES, «George Homans in Footnotes: The Fate of Ideas in Scholarly Communications», Sociological Inquiry, 34 (1964), pp. 115-128, y, también, James A. DAVIS, «Two Critiques of Homans’ Social Behavior: Its Elementary Forms. A Sociologist’s View», American Journal of Sociology, 67 (1962), pp. 454-458, quien considera que la obra es un clásico de la disciplina. El libro mereció el interés del que más tarde sería Premio Nobel de Economía, Herbert A. Simon, quien llevó a efecto una matematización de las proposiciones que Homans había establecido en El grupo humano; véase Herbert A. SIMON, «A Formal Theory of Interaction in Social Groups», American Sociological Review, 17 (1952), pp. 202-211.
14 Gran parte de los trabajos de este período —incluyendo el polémico ensayo Marriage, Authority and Final Causes— aparecieron más tarde reunidos en el libro Sentiments and Activities. Essays in Social Science (Nueva York: The Free Press, 1962).
15 Véase nota 5. No parece casualidad que en las dos últimas reconstrucciones que Homans hizo de su biografía haya desaparecido toda referencia a Marriage, Authority and Final Causes.
16 George C. HOMANS, «La teoría sociológica en la actualidad», en Robert L. Faris (dir.), La ciencia de la sociología. Tratado de Sociología (Barcelona: Hispano Europea, 1975), p. 166.
17 Me atengo aquí a la traducción que Alfredo Deaño hizo de las covering law: «A las leyes invocadas en una explicación científica se les llamará también leyes abarcadoras del fenómeno explanandum, y se dirá que la argumentación explicativa subsume al explanandum bajo estas leyes.» Carl G. HEMPEL, Filosofía de la Ciencia Natural (Madrid: Alianza, 1973), p. 82. Aunque el término subsumir se utiliza con un sentido diferente y a menudo poco claro en otros contextos intelectuales, su uso en conexión con las explicaciones nomológico-deductivas se ciñe a la perfección a lo estipulado por el diccionario. Por ello, yo utilizaré el término leyes subsuntivas, de acuerdo también con Jesús Alborés, traductor del último trabajo de Homans publicado hasta el momento en español: «El conductismo y después del conductismo», en A. GIDDENS, J. TURNER y otros, La teoría social hoy (Madrid: Alianza, 1990), pp. 81-111.
18 Linda D. MOLM, «The Legitimacy of Behavioral Theory as a Sociological Perspective», The American Sociologist, 16 (1981), pp. 153-165.
19 «Mirando atrás a los últimos cincuenta años, ¿en qué medida hemos realizado los sueños de nuestra juventud? Tengo la impresión de algunos avances, mucho esfuerzo dilapidado, algunas esperanzas decepcionadas, ciertamente mucha confusión intelectual e incluso algunas pérdidas.» George C. HOMANS, «Fifty Years of Sociology», Annual Review of Sociology, 12 (1986), p. xv. Véanse también «The Present State of Sociological Theory», Sociological Quarterly, 23 (1982), pp. 285-299, y «Behaviourism and After», en Anthony GIDDENS y Jonathan TURNER, Social Theory Today (Cambridge: Polity Press, 1987), pp. 58-81.
20 Charles TILLY, «George Caspar Homans and the rest of us», Theory and Society, 19, 3 (1990), pp. 261-268.
21 Por citar sólo algunos, Tom Bottomore y Robert Nisbet (comps.), Historia del análisis sociológico (Buenos Aires: Amorrortu); Jonathan H. TURNER, The Structure of Sociological Theory (Belmont, Cal.: Wadsworth, 1991); George RITZER, Sociological Theory (Nueva York: McGraw Hill, 1992), y Randall COLLINS, Four Sociological Traditions (Nueva York: Oxford University Press, 1994).
22 Por ejemplo, Jeffrey ALEXANDER, Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra Mundial. Análisis multidimensional (Barcelona: Gedisa, 1989).
23 Peter EKEH, Social Exchange Theory. The Two Traditions (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1974); para la teoría del intercambio social, véanse también los trabajos de Anthony HEAT, Rational Choice and Social Exchange. A Critique of Exchange Theory (Cambridge: Cambridge University Press, 1976); de Jack N. MITCHEL, Social Exchange, Dramaturgy and Ethnometodology. Toward a Paradigmatic Sinthesis (Nueva York: Elsevier, 1978), y de José Francisco MORALES, La conducta social como intercambio (Bilbao: Desclée de Brouwer, 1981).
24 George C. HOMANS, «Anxiety and Ritual: The Theories of Malinowsky and RadcliffeBrown», American Anthropologist, 43 (1941), pp. 164-172. Reimpreso en George C. HOMANS, Sentiments and Activities. Essays in Social Science (Nueva York: The Free Press, 1962), pp. 192-201.
25 George C. HOMANS, La naturaleza de la ciencia social (Buenos Aires: Eudeba, 1970), p. 26.
26 Hans W. RIECKEN y George C. HOMANS, «Psychological Aspect of Social Structure», en George Lindzey (ed.), Handbook of Social Psychology. Volume II: Special Fields and Applications (Cambridge, Mass.: Addison-Wesley, 1954), pp. 786-832.
27 «Solía decir que los pequeños grupos no era lo que estudiábamos, sino dónde lo estudiábamos —lo que estudiábamos eran los fundamentos de la conducta social.» George C. HOMANS, Comming to My Senses: The Autobiography of a Sociologist (New Brunswick: Transaction, 1984), p. 320.
28 George C. HOMANS, «Social Behavior as Exchange», American Journal of Sociology, 63 (1958), p. 597.
29 Una excelente exposición de la contribución de Homans se encuentra en José Francisco MORALES, La conducta social como intercambio (Bilbao: Desclée de Brouwer, 1981), pp. 32 y ss. Véase también Luis RODRÍGUEZ ZÚÑIGA, «Variaciones sobre la teoría del intercambio», en Luis Rodríguez Zúñiga y Fermín Bouza (comps.), Sociología contemporánea. Ocho temas a debate (Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas y Siglo XXI, 1984), pp. 1-27.
30 George C. HOMANS, «Social Behavior as Exchange», American Journal of Sociology, 63 (1958), p. 604.
31 Desde la publicación de Social Behavior: Its Elementary Forms no dejaron de aparecer trabajos que mostraban las limitaciones de la teorización de Homans. Véanse, además de los libros referidos en la nota 23, los artículos de James A. DAVIS, «Two Critiques of Homans’ Social Behavior: Its Elementary Forms. A Sociologist’s View», American Journal of Sociology, 67 (1962), pp. 454-458; Morton DEUTSCH, «Homans in the Skinner Box», Sociological Inquiry, 34 (1964), pp. 156-165; Talcott PARSONS, «Levels of Organization and the Mediation of Social Interaction», Sociological Inquiry, 34 (1964), pp. 207-220; W. Newell RAZAC, «Razac on Homans», American Sociological Review, 31 (1966), pp. 542-543; Bengt ABRAHAMSON, «Homans on Exchange: Hedonism Revived», American Journal of Sociology, 76 (1970), pp. 273-285; Robert R. BLAIN, «On Homans’ Psychological Reductionism», Sociological Inquiry, 41 (1971), pp. 3-25. Una visión integrada de esas críticas puede encontrarse en Miguel REQUENA, «La lógica del intercambio recíproco: una exploración de las condiciones estructurales de la reciprocidad social», Sistema, 96 (1990), pp. 81-101.
32 Peter M. BLAU, Intercambio y poder en la vida social (Barcelona: Hora, 1983).
33 Una compilación de diferentes trabajos en esta línea se encuentra en el volumen editado por Karen S. Cook, Social Exchange Theory (Newbury Park: Sage, 1987) y dedicado a la memoria del finado Richard Emerson (1925-1982). Homans, al que sólo le quedaban dos años de vida cuando se publicó el libro, no pudo preparar su contribución debido a problemas de salud que estaban más allá de su control.
34 José E. RODRÍGUEZ IBÁÑEZ, «Decisión racional versus holismo: ¿una teoría estratégica integral de la acción colectiva?», Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 54 (1991), pp. 21-50.
35 George C. HOMANS, «Rational-choice theory and behavioral psychology», en Craig Calhoun, Marshall W. Meyer y W. Richard Scott (eds.), Structures of Power and Constraint. Papers in Honor of Peter M. Blau (Cambridge: Cambridge University Press, 1990), p. 85.
36 George C. HOMANS, «Behaviourism and After», en Anthony GIDDENS y Johnatan TURNER, Social Theory Today (Cambridge: Polity Press, 1987).
37 Entrevista a James Coleman, en Richard SWEDBERG, Economics and Sociology. Redefining Their Boundaries: Conversations with Economists and Sociologists (Princeton: Princeton University Press, 1990), p. 49.
38 James S. COLEMAN y Thomas J. FARARO, «Introduction», en James S. Coleman y Thomas J. Fararo (eds.), Rational Choice Theory. Advocacy and Critique (Newbury Park: Sage, 1992), p. xvi.
39 Randall COLLINS, Four Sociologial Traditions (Nueva York: Oxford University Press, 1994).
40 George C. HOMANS, «Rational-choice theory and behavioral psychology», en Craig Calhoun, Marshall W. Meyer y W. Richard Scott (eds.), Structures of Power and Constraint. Papers in Honor of Peter M. Blau (Cambridge: Cambridge University Press, 1990), p. 77.
BIBLIOGRAFÍA DE GEORGE CASPAR HOMANS (1910-1989)
HOMANS, G. C., y MORISON, S. E. (1930): Massachusetts on the Sea, Boston, Massachusetts Tercentenary Commission.
HOMANS, G. C. (1932): «The Dark Angel: The Tragedy of Herman Melville», New England Quarterly, 5, pp. 699-730.
— (1932): «The Harbor and Shipping», en Fifty Years of Boston, Boston, Massachusetts Tercentenary Commission.
HOMANS, G. C., y CURTIS, C. P. (1934): An Introduction to Pareto: His Sociology, Nueva York, Knopf.
HOMANS, G. C. (1941): English Villagers of the Thirteenth Century, Cambridge (Mass.), Harvard University Press.
— (1941): Fatigue of Workers, Report of the Committee on Work in Industry, National Research Country, Nueva York, Reinhold Publishing.
— (1947): «A Conceptual Scheme for the Study of Social Organization», American Sociological Review, 12, pp. 13-26.
HOMANS, G. C., y BAILEY, O. T. (1948): The Society of Fellows, Harvard University, 1933-1947, Cambridge (Mass.), Harvard University Press.
HOMANS, G. C. (1950): The Human Group, Nueva York, Harcourt Brace. [Edición en español: El grupo humano, Buenos Aires, Eudeba, 1977.] RIECKEN, H. W., y HOMANS, G. C. (1954): «Psychological Aspect of Social Structure», en G. Lindzey (ed.), Handbook of Social Psychology. Volume II: Special Fields and Applications, Cambridge (Mass.), Addison-Wesley, pp. 786-832.
HOMANS, G. C., y SCHNEIDER, D. M. (1955): Marriage, Authority and Final Causes. A Study of Unilateral Cross-Cousin Marriage, Nueva York, The Free Press.
ZALENIK, A.; CHRISTENSEN, C. R., y ROETHLISBERGER, F. J., con la asistencia y colaboración de HOMANS, C. G. (1958): The Motivation, Productivity, and Satisfaction of Workers, Boston, Harvard University, Graduate School of Business Administration.
HOMANS, G. C. (1958): «Social Behavior as Exchange», American Journal of Sociology, 63, pp. 597-606.
— (1961) (ed. rev. 1974): Social Behavior: Its Elementary Forms, Nueva York, Harcourt Brace & Jovanovich.
— (1962): Sentiments and Activities. Essays in Social Science, Nueva York, The Free Press.
— (1964): «Bringing Men Back In», American Sociological Review, 29, pp. 809-818. [Edición en español: «De retorno al hombre», en A. Ryan (ed.), La filosofía de la explicación social, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, pp. 81-103.] — (1964b): «Contemporary Theory in Sociology», en R. L. Faris (ed.), Handbook of Modern Sociology, Chicago, Rand McNally, pp. 951-977. [Edición en español: «La teoría sociológica en la actualidad», en R. L. Faris (dir.), La ciencia de la sociología. Tratado de Sociología, Barcelona, Hispano Europea, 1975, págs. 153-206.] — (1964): «Commentary», Sociological Inquiry, 34, pp. 221-231.
HOMANS, G. C. (1964): «A Theory of Social Interaction», Transactions of the Fifth World Congress of Sociology, 4, pp. 113-131.
— (1966): «Reply to Razak», American Sociological Review, 31, 4, pp. 543-544.
— (1967): «Fundamental Social Processes», en N. Smelser (ed.), Sociology, Nueva York, John Willey, pp. 27-28. [Edición en español: «Procesos sociales fundamentales», en N. Smelser (ed.), Sociología, Madrid, Euramérica, 1974, pp. 57-120.] — (1967): «Filling the hollow frontier», Et Al, 1 (Fall).
— (1967): The Nature of Social Science, Nueva York, Harcourt Brace & World. [Edición en español: La naturaleza de la ciencia social, Buenos Aires, Eudeba, 1970.] — (1968): «A life of synthesis», The American Behavioral Scientist, 12, pp. 2-7.
— (1969): «The Explanation of English Regional Differences», Past and Present, 42, pp. 18-34.
— (1969): «The Sociological Relevance of Behaviorism», en R. L. Burgess y D. Bushell (eds.), Behavioral Sociology, Nueva York, Columbia University Press, pp. 1-24.
— (1969): «Comments on Blau paper», en A Design for Sociology, American Academy of Political and Social Science, Monografía núm. 9, pp. 80-85.
— (1969): Report of the Committee on the Role of the Faculty in the Houses, Cambridge (Mass.), Faculty of Arts and Sciences, Harvard University.
— (1970): «The relevance of psychology to the explanation of social phenomena», en R. Borger y F. Cioffi (eds.), Explanation in Behavioral Sciences, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 313-329*.
— (1970): «Reply», en R. Borger y F. Cioffi (eds.), Explanation in Behavioral Sciences, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 340-343.
— (1971): «Reply to Blain», Sociological Inquiry, 41, pp. 19-24.
— (1971): «Rebuttal to Blain», Sociological Inquiry, 41, p. 25.
— (1971): «Commentary», en H. Turk y R. L. Simpson (eds.), Institutions and Social Exchange, Indianapolis, Bobbs Merrril, pp. 363-379.
— (1975): «What Do We Mean by Social “Structure”», en P. Blau (ed.), Approaches to the Study of Social Structure, Nueva York, The Free Press, pp. 53-65.
— (1976): «Commentary», en L. Berkowitz y E. Walster (eds.), Equity Theory: Towar a General Theory of Social Interaction. Advances in Experimental Social Psychology, vol. 9, Nueva York, Academic Press, pp. 231-244.
— (1979-80): «Discovery and the Discovered in Social Theory», Humboldt Journal of Social Relations, 7, pp. 89-102.
— (1982): «The Present State of Sociological Theory», Sociological Quarterly, 23, pp. 285-299.
— (1983): «Steps to a Theory of Social Behavior», Theory and Society, 12, pp. 1-45.
— (1984): Comming to My Senses: The Autobiography of a Sociologist, New Brunswick, Transaction.
— (1986): «Fifty Years of Sociology», Annual Review of Sociology, 12, pp. xiii-xxx.
— (1987): «Behaviourism and After», en A. GIDDENS, J. TURNER y otros, Social Theory Today, Cambridge, Polity Press, pp. 58-81. [Edición en español: «El conductismo y después del conductismo», en A. GIDDENS, J. TURNER y otros, La teoría social hoy, Madrid, Alianza, 1990, pp. 81-111.] — (1988): The Witch Hazel. Poems of a Lifetime, New Brunswick, Transaction.
— (1990): «Rational-choice theory and behavioral psychology», en C. Calhoun, M. W. Meyer y W. R. Scott (eds.), Structures of power and constraint. Papers in honor of Peter M. Blau. Cambridge, Cambridge University Press, pp. 77-89.
41 George C. HOMANS, «Steps to a Theory of Social Behavior», Theory and Society, 12 (1983), p. 25.
* Por alguna razón que la editorial no especifica, la traducción española de esta obra, La explicación en las ciencias de la conducta (Madrid: Alianza, 1976), sufrió la trágica amputación del texto de Homans, del comentario al mismo de Peter M. Blau y de la ulterior réplica de Homans.
George C. Homans: Presentación de Conducta social como intercambio |
George Casper Homans (11 de agosto de 1910-29 de mayo de 1989) fue un sociólogo estadounidense, fundador de la sociología del comportamiento y la teoría del intercambio social .
Homans es mejor conocido por su investigación sobre el comportamiento social y sus trabajos: El grupo humano, el comportamiento social: sus formas elementales, su teoría del intercambio y las muchas propuestas diferentes que hizo para explicar mejor el comportamiento social.
"Social Behavior as Exchange." American Journal of Sociology, vol. 63, no. 6 (May 1958): 597–606. doi:10.1086/222355. JSTOR 2772990.
Comentarios
Publicar un comentario