Frédéric Le Play en el origen de la preocupación por la cuestión social

Presentación. Frédéric Le Play en el origen de la preocupación por la cuestión social

José Ignacio Garrigós Monerris
Universidad de Alicante


Se acaba de conmemorar el bicentenario del nacimiento del pionero de la sociología Frédéric Le Play (La Rivière Saint-Sauveur, Calvados, 1806 - París, 1882). Sin embargo, en nuestro país sigue siendo casi un completo desconocido, a pesar de los trabajos que se han presentado sobre él en los últimos años1.

Le Play es una figura clave para comprender el proceso de creación de la sociología, tanto por sus aportaciones metodológicas, que primaban la observación sobre las ideas preconcebidas, algo infrecuente en las primeras décadas del siglo XIX, como por su elaboración de teorías sociológicas2. Además, vivió muy de cerca las transformaciones sociales y los acontecimientos históricos de su país y de su tiempo. Como muchos de sus contemporáneos, sintió una gran preocupación por la paz social en un siglo repleto de revueltas y caracterizado por la llegada de la sociedad industrial, lo que le llevó a estudiar las distintas sociedades europeas y a interesarse por las condiciones de la estabilidad social.

Cuando creyó que podía extraer conclusiones de sus investigaciones las transmitió al poder político, y es por ello que lo encontramos en la esfera política durante la revolución de 1848 y en el reinado de Napoleón III. En el gobierno provisional de 1848, Le Play fue nombrado miembro de la Comisión para los Trabajadores —o Comisión de Luxemburgo, tal como fue conocida— a título de experto y, más tarde, Napoleón III le nombró Comisario General de las Exposiciones Universales parisinas de 1855 y 1867, Consejero de Estado y Senador Imperial.

Sin embargo, el texto que se presenta más adelante fue publicado en 1840, mucho antes de que Le Play hubiera desarrollado su método científico para el estudio de la sociedad basado en monografías de familias obreras. Nuestro autor se formó como ingeniero de minas y sus actividades profesionales le posibilitaron recorrer varios países europeos. Esos viajes le permitieron observar la diversidad de instituciones y de organizaciones sociales y le hicieron, movido por su conciencia social, reunir elementos para una reforma social que garantizaran la paz y la estabilidad social y, de ese modo, construir la ciencia social.

Convendría en este punto repasar escuetamente la carrera de Le Play, la cual se desarrolló por entero en la Escuela de Minas y ocupó la mitad de su vida. Después de sus particularmente brillantes estudios, permanece en la Escuela como subdirector del laboratorio, siendo apartado del cargo por un director celoso de su talento. Es nombrado adjunto al director de los Annales des Mines en el año 1832, para convertirse en redactor en 1837. Del año 1834 al 1848 es responsable de la Commission permanente de Statistique de l’Industrie minérale. En 1840 se le asigna la cátedra de metalurgia, que ocupará hasta 1856. Además, en 1848 se le nombra inspector de estudios en la Escuela de Minas. Deja sus funciones después de la publicación de Les ouvriers européens (1855) para dedicarse por entero a la elaboración de una ciencia de la sociedad. Él mismo resume de la siguiente manera su paso de las ciencias de la naturaleza a la ciencia social:

«He aplicado en el estudio de las sociedades humanas reglas análogas a aquellas que habían formado mi espíritu en la observación de minerales y plantas»3.


1 Garayo (2001); Iglesias de Ussel (1996); Garrigós (2003a y 2003b).

2 Véase Garrigós, Frédéric Le Play. Biografía intelectual, metodología e investigaciones sociológicas, 2003.


El texto que nos ocupa fue publicado en 1840 con el título completo de Vues générales sur la statistique, suivies d’un aperçu d’une statistique générale de la France, como extracto de la Encyclopédie nouvelle, por la Imprimerie de Bourgogne et Martinet, en 15 páginas y en la ciudad de París. Debajo del nombre del autor podemos leer los cargos de ingeniero del Cuerpo Real de Minas y secretario de la Comisión de Estadística de la Industria Minera.

Tuvo una reedición en 1841, en el tomo 8 de la Encyclopédie nouvelle, y hasta la fecha no ha vuelto a ser editado y nunca fue traducido a ningún idioma. La Encyclopédie nouvelle pretendía ser un compendio de todos los saberes del siglo XIX. Su título completo era Encyclopédie nouvelle, ou Dictionnaire philosophique, scientifique, littéraire et industriel offrant le tableau des connaissances humaines au XIXe siècle4, y se editó desde el año 1836 hasta 1841, en ocho volúmenes. Le Play colaboró con muchas entradas relativas a la metalurgia y la minería, y dos de esas entradas fueron publicadas también separadamente por Bourgogne et Martinet, la que nos ocupa y Recherches statistiques sur la production et l’élaboration de la soie en France (1839, 24 pp.).

En las escasas 15 páginas de Vues générales sur la statistique, Le Play define la estadística, señala su rango entre las demás ciencias, marca sus límites y dice en manos de quién deben estar sus medios de acción. A continuación, Le Play reflexiona sobre las ventajas que el gobierno de Francia podría alcanzar al crear una estadística nacional.

Para Le Play es necesario hallar una ciencia del gobierno, la cual se debe subdividir en política y estadística. Mientras que la política consiste en el «estudio de las leyes generales que deben presidir el gobierno de los Estados», la estadística se dedica a la «observación y coordinación de los hechos que importan al cuerpo social desde el punto de vista del gobierno». Por tanto, política y estadística son interdependientes, son dos elementos igualmente necesarios de un mismo todo, teniendo en cuenta el contexto tempo-espacial. La política debe trazar el plan que la estadística debe desempeñar. Es por ello que la estadística debe estar en manos de aquellos que disponen de los medios de observación, es decir, el gobierno y no las asociaciones particulares. Es el gobierno el que dispone de los medios de observación y, además, puede imprimir a la estadística la dirección que su política exige. Debemos recordar que por estos años se crean en Francia diversas sociedades estadísticas, como la Société française de Statistique universelle, en el año 1829; la Société libre de Statistiques, en 1830, o, en 1832, la Statistique Générale de la France, que en 1836 realizó el primer censo fiable de toda Francia.


3 F. Le Play, Les ouvriers européens, 1879, Avant-propos, p. X.

4 Enciclopedia nueva, o Diccionario filosófico, científico, literario e industrial que ofrece el cuadro de los conocimientos humanos del siglo XIX.


En la segunda parte del texto, Le Play se queja de que los hombres de Estado de su tiempo no conocen bien la sociedad francesa, «el cuerpo social», y no se han preocupado de sus intereses y costumbres. Es necesario conocer la sociedad francesa para poder discutir la teoría del gobierno que le convenga, y esto se hará por medio de la observación de los hechos. En el futuro, Le Play dirá que se propone como objetivo la búsqueda de la felicidad de las sociedades; ese anhelo ya lo encontramos en este temprano texto. En este momento, Le Play confía en la estadística como en el instrumento esencial para alcanzar el conocimiento y la armonía sociales y, por ello, no duda en afirmar que los futuros gobernantes no deben ignorar los modos esenciales de actividad de la sociedad en la que viven (Le Play, 1840: 10):

«La armonía en las teorías políticas se restablecerá por la fuerza misma de las cosas cuando la observación del cuerpo social haya sido perfeccionada de tal modo, y cuando los hechos hayan sido puestos en evidencia de tal manera, que a hombres instruidos no les sea ya posible ignorar ningún hecho importante, ni a hombres razonables manifestar dos juicios diferentes sobre el mismo hecho. Tal es la alta misión reservada a la estadística para cuando esta ciencia esté definitivamente constituida y cuando ocupe, como medio educativo y de gobierno, el lugar que le es debido».

Cuando se consiga crear una estadística nacional y se utilice convenientemente, se habrá dado un gran paso para la educación política del país y se podrá alcanzar un perfecto conocimiento de la sociedad francesa. Le Play manifestó gran entusiasmo por la estadística en la redacción de los informes anuales que preparaba como director de la Commission permanente de Statistique de l’Industrie minérale. Entre los años 1834 y 1847, según Bertrand Gille5, Le Play realizó la más desarrollada y precisa de las estadísticas administrativas sobre la industria. En 1841 publicó en la Encyclopédie nouvelle un proyecto de estadística general de Francia donde reunió todos los datos dispersos en la Administración y los dispuso en series históricas para obtener leyes de variación. A pesar de ello, Le Play pensaba que el estudio de la esfera pública y de la esfera privada requería enfoques distintos6. Las estadísticas oficiales sólo proveían información sobre la esfera pública, por lo que Le Play inventó su propio método para el estudio de la vida privada de las personas, en particular de la vida de las familias.


5 B. Gille, Les sources statistiques de l’histoire de France: des enquêtes du 17e. siècle à 1870, Ginebra, Droz, 1964. Señalado por Arnault (1993: 78).


Sus estudios metalúrgicos le llevarán a practicar la monografía, convenciéndose de que ésta será la forma más apropiada para una ciencia concreta. La monografía, que consiste en el estudio de un objeto localizado, bajo sus diferentes aspectos, responde a la diversidad local de los procesos metalúrgicos y a la conexión de las condiciones geográficas, sociales y económicas de esos procesos. Gracias a la monografía, la realidad social pasará a formar parte del estudio científico.

Acerca de los procedimientos comúnmente empleados para observar los hechos sociales, en la primera edición de Les ouvriers européens (1855), Le Play razona su preferencia por las encuestas directas, por encima de las investigaciones estadísticas. Estas últimas son utilizadas, dice Le Play, sobre todo por los Estados muy centralizados administrativamente y donde el gobierno ejerce funciones que, en otros países, son confiadas a particulares.

Los estadísticos deben recopilar toda información que pueda ser expresada en cifras y, así, comparar con diversos informes el poder relativo de los Estados. Sin embargo, la información así obtenida no nos facilitará, en general, los «elementos que debemos tomar en consideración para constatar la situación de las poblaciones obreras». Esto es así porque (Le Play, 1855: 11) «los resultados oficiales concernientes al conjunto de un país hacen abstracción de todas las consideraciones que sólo se relacionan accesoriamente al hecho que interesa a la autoridad pública: no tienen en cuenta ni la naturaleza especial de los individuos, ni el carácter propio del medio donde viven; los datos oficiales desprecian, por tanto, los hechos principales que la ciencia debe considerar cuando quiere llegar a las conclusiones interesadas por las vidas individuales o las diferentes categorías sociales».

Las encuestas directas, que Le Play prefiere a las estadísticas, son las utilizadas normalmente por el Parlamento inglés para estudiar una posible modificación de algún aspecto de la administración general del país. En este tipo de encuestas (Le Play, 1855: 11):

«No se propone abarcar, en un cuadro general, todas las cuestiones sociales, se estudia cada cuestión separadamente, circunscribiéndola tanto como sea posible, con el fin de tratarla de forma más completa, y de sacar más conclusiones de utilidad práctica. En lugar de considerar desde un punto de vista único, para cada cuestión especial, el conjunto de un país, se ciñe, tanto como el asunto lo entrañe, a casos particulares o a localidades especiales, que son examinadas en todos los aspectos. La observación no es confiada a una multitud de agentes encargados de ejecutar un acto material o de constatar un hecho con rigor metódico, sino más bien a algunos hombres especiales versados en el conocimiento del asunto, y que jamás separan el hecho material de las consideraciones morales que determinan la importancia o que fijan el carácter preciso. En este sistema, no se está obligado a llegar al conocimiento de los hechos especiales por medio de inducciones más o menos lejanas; se constatan directamente en las fuentes mismas de la observación».



6 Véase Bodard Silver (1982: 18).


Las encuestas inglesas muestran, por tanto, a Le Play la vía de la observación directa de un caso particular en todos sus aspectos y realizada por personas competentes. La estadística moral tuvo mucho que ver con la revolución de julio de 1830, pues ésta llevó a primera línea los problemas de la nueva clase obrera, atrayendo la atención de los nuevos investigadores sociales. El nuevo régimen de Luis Felipe I, por su parte, pretendía realizar una política positiva, es decir, conocer objetivamente los hechos y las opiniones y, de esta forma, orientar adecuadamente el sentido de los asuntos públicos. Varios ministros de Luis Felipe de Orleans multiplicaron las encuestas oficiales con esa intención y, de este modo, favorecieron a la sociología debutante. Dos de estas encuestas destacan por el rigor de su método y el alcance que tuvieron sus resultados. Por un lado, la encuesta de 1833 sobre el estado moral de la educación primaria, ordenada por François Guizot (1787-1874), ministro de Instrucción Pública. Por otro lado, la encuesta sobre el trabajo de los niños en las fábricas, ordenada en 1837 por Nicolás Martín (llamado Martin du Nord) (1790-1847), ministro, en ese año, de Obras Públicas7. Es el mismo afán de desarrollar una política positiva lo que mueve a Montalivet (1801-1880), ministro de Interior, a permitir que, en el año 1831, Tocqueville, junto con su colega y amigo Gustave Beaumont (1802-1866), partieran a los Estados Unidos de América con el fin de estudiar el sistema penitenciario americano. Fruto de ese viaje fue la publicación en 1833 de El sistema penal norteamericano y su aplicación en Francia, además de la celebérrima La democracia en América, en 1835. El mismo afán por el cual Hippolyte Passy (1793-1880), ministro de Comercio, envía en el año 1836 a Frédéric Le Play como ingeniero de minas al Reino Unido para que estudie la industria de la hulla y del hierro. En este viaje Le Play esbozará algunas de sus teorías sociales.



7 Una exposición detallada de ambas encuestas se encuentra en Antoine Savoye (1994).


Aparte de las encuestas gubernamentales, se debe también mencionar el estudio, escrito en 1828 pero no publicado hasta unos años más tarde, de Alban de VilleneuveBargemont (1784-1850) Rapport sur le département du Nord 8; los trabajos de Frégier9 y de Buret (1811-1842)10, premiados ambos por la Académie de Sciences Morales et Politiques y publicados en 1840, y las investigaciones de Guerry11, Parent-Duchâtelet12 y Villermé13.

Los datos que se recogían debían divulgarse para que se convirtieran en objeto de interés público y no sólo privado. A principios del siglo XIX, los datos de las encuestas oficiales inglesas y francesas comienzan a hacerse públicos, a publicarse. Pero, en realidad, esos datos sólo circulan entre la fracción intelectual y política de la clase dirigente; se puede decir que era una publicidad restringida, de confidencialidad, a medio camino entre el secreto y la publicidad. Aun así, los datos de las encuestas ya no son, sobre todo en Francia, patrimonio exclusivo del Estado. Le Play celebra el «régimen de publicidad» pues comienzan, dice, a producirse informes anuales en las administraciones de aduanas, de caminos, canales y puertos, de minas, de justicia, etc. (Le Play, 1840: 13).

Se produce una cada vez mayor voluntad de hacer recuento de todo, de saberlo todo; se puede hablar de la existencia, en esta época, de una «mentalidad estadística», del imperio de la estadística. Como señala Daniel Lerner (1959b: 6), para la entusiasta y joven ciencia social «no hay misterios eternos —en el propio dominio de la conducta humana— sino fenómenos que no han sido aún observados adecuadamente. Nada humano es inexcrutable; toda conducta es susceptible de investigación». Los observadores sociales se encuentran fascinados por las cifras, cualquier argumentación procura ser presentada de forma cuantificada por medio de cuadros estadísticos. La idea de que los hechos humanos producen cifras y éstas pueden ser manipuladas es muy atractiva. En los Estados Unidos de América, por ejemplo, el Dr. Grace Peckham señalaba en 1885:

«[...] nuestra época es una época de estadísticas. Existe la manía de recopilar estadísticas sobre cualquier materia imaginable. Cuando alguna cuestión sale a debate, casi invariablemente se pregunta: “¿qué estadísticas hay sobre esto?”»14.


8 Posteriormente se publicó como parte del libro Economie politique chrétienne, 1837.

9 Henri A. Frégier, Des classes dangeureuses de la population dans les grandes villes et des moyens de les rendre meilleures, 2 vols., París, Baillière, 1840.

10 Antoine Eugène Buret, De la misère des classes ouvrières en Angleterre et en France, París, Paulin, 1840. Este trabajo, que consiste en encuestas realizadas en Francia e Inglaterra y en su posterior comparación, fue recompensado por la Acadé- mie de Sciences Morales et Politiques, pero correspondía únicamente a la parte descriptiva de la obra publicada con posterioridad, donde Buret propone soluciones socializantes para combatir y suprimir la miseria, lo cual hubiera podido constituir un obstáculo para ser recompensado por la Académie, dominada por el pensamiento burgués.

11 André-Michel Guerry, Essai sur la statistique morale de la France, París, Crochard, 1833.

12 Alexandre Jean-Baptiste Parent-Duchâtelet, De la prostitution dans la ville de Paris, 2 vols., París, Baillière et fils, 1837.

13 Louis René Villermé, Des prisons telles qu’elles sont et telles qu’elles devraient être, París, Ed. Belin, 1820, y Tableau de l’état physique et moral des ouvriers employés dans les manufactures de coton, de laine et de soie, 2 vols., París, Renouard, 1840.

Este tipo de información es cada vez más abundante, siendo ese exceso en muchas ocasiones pretendido. Ejemplo de ello lo tenemos en un discurso pronunciado por Lord Shaftesbury (1811-1885), relevante reformador social e industrial de la época, en la Social Science Association en 1860:.

«Conocemos las causas de numerosos males físicos y morales, y conocemos sus remedios; pero queremos una vasta y constantemente incrementada acumulación de recientes pormenores que permitan ilustrar la amplitud de los males presentes y venideros, de llevar al público, por los abundantes detalles, a adoptar el mismo punto de vista que nosotros y de llegar a una conclusión efectiva»15.

Consiguientemente, los datos comienzan a ser tan numerosos que se puede decir que llueven las estadísticas, que se produce una riada de información, la cual es imposible estudiar. A este respecto, a partir de 1840 se producen protestas en Inglaterra por la proliferación de encuestas oficiales (Blue books), las cuales no pueden estudiarse por ser tan numerosas y suponen, según esto, un gasto inútil de dinero. Periódicos como The Economist y The Times, ante la imposibilidad material de dar noticia de todas esas encuestas oficiales, también hacen sentir sus quejas. No obstante, se puede entender esa gran demanda de información como consecuencia del fin del monopolio que el gobierno ejercía en este sentido.

Esta oleada de encuestas sociales y recuentos estadísticos que se produce en varios países va conformando, a tientas, un creciente aparato de observación de lo social que, posteriormente, en el siglo XX, se irá racionalizando y sistematizando. Mas esta observación de lo social, tan característica del siglo XIX, debe su primer impulso, su impronta, según Jean-Michel Berthelot (1991: 9), a la inédita y fecunda convergencia entre los intereses estatales de control social, a las preocupaciones humanísticas e higienistas de ayuda a las clases más desheredadas, y a una preocupación científica de aplicación a los hechos humanos de los métodos matemáticos probados en las ciencias de la naturaleza.


14 «Infuence of City Life on Health and Development», Journal of Social Issues, n.º 21, 1886, p. 79. Recogido por G. Duncan Mitchell (1968: 195).

15 Recogido por Stephen Cole (1972).


Berthelot aclara que esta confluencia no es en absoluto ordenada o metódica, sino que, más bien, la impresión es de una efervescencia y una abundancia extraordinarias, capaces de movilizar múltiples actores.

En realidad, la estadística es un efectivo instrumento de poder, del poder de las clases dirigentes sobre las trabajadoras. Los datos estadísticos son utilizados para respaldar cualquier argumentación, son tomados como la revelación de una nueva realidad desconocida hasta entonces y no como mera información. De hecho, el estadístico se convierte en un nuevo geómetra, forma parte de la ciencia ordenadora, es el gran experto social capaz de tomar la medida de cualquier cosa, de no importa qué aspecto social. Por otra parte, la propia estadística se considera científica, luego incuestionable.

Esos datos estadísticos son utilizados por la clase dirigente para justificar el ejercicio de poder sobre la clase trabajadora, tenida por inmoral, perezosa, alcohólica, derrochadora, etc. Es claro que la recolección de esos datos no era totalmente neutra e imparcial. Los observadores sociales e inspectores que recopilaban esas estadísticas representaban una ideología que pretendían mantener. Los datos y la información recogida son centralizados por las sociedades creadas a tal efecto, donde son seleccionadas las mejores síntesis, los mejores resúmenes, el tratamiento más adecuado. Estas sociedades —estadísticas, filantrópicas y Academias de ciencias morales y políticas— florecen tanto en Francia como en Gran Bretaña y están integradas por el poder burgués, por una elite observadora constituida por estadísticos, historiadores, altos funcionarios, políticos e incluso periodistas y «sociólogos».

No obstante, el propio Karl Marx (1818-1883) parece ignorar este hecho al escribir con admiración sobre los inspectores ingleses en su Prólogo de 1867 de El Capital: «[...] y si nuestros gobiernos y parlamentos instituyesen periódicamente, como se hace en Inglaterra, comisiones de investigación para estudiar las condiciones económicas; si estas comisiones se lanzasen a la búsqueda de la verdad pertrechadas con la misma plenitud de poderes de que gozan en Inglaterra, y si el desempeño de esta tarea corriese a cargo de hombres tan peritos, imparciales e intransigentes como los inspectores de fábricas de aquel país, los inspectores médicos que tienen a su cargo la redacción de los informes sobre “Public Health”, los comisarios ingleses encargados de investigar la explotación de la mujer y del niño, el estado de la vivienda y la alimentación, etc., nos aterraríamos ante nuestra propia realidad».

Tal como nos dice Robert K. Merton (1980), el autor de El Capital tenía gran confianza en que, a través de estas «encuestas sociales», se obtuviera «la verdad» sobre las condiciones económicas y sociales del proletariado. Karl Marx afirma que las estadísticas oficiales estarían auténticamente interesadas en conocer la verdad, la fiel realidad, sobre las clases trabajadoras, así como en procurarles ciertas mejoras, puesto que ello, en definitiva, les beneficiaría. Marx argumenta en este sentido que al igual que la Guerra de Independencia de Estados Unidos de América significó, en el siglo XVIII, «la gran campanada que hizo erguirse a la clase media de Europa», la Guerra de Secesión americana es, en el XIX, «el toque de rebato que pone en pie a la clase obrera europea». Y es en Inglaterra, con una clase trabajadora superior en número al resto de Europa, donde «este proceso se toca con las manos» y de donde, posteriormente, se trasladará al continente. Por este motivo escribe Marx:

«Por eso, aun haciendo caso omiso de otros motivos más nobles, el interés puramente egoísta aconseja a las clases hoy dominantes suprimir todas las trabas legales que se oponen al progreso de la clase obrera»16.

En cualquier caso, lo cierto es que los observadores no oficiales desconfían cada vez más de los datos oficiales y realizan sus propias estadísticas, señalando incluso el error en las oficiales. Tal es el caso de Buret, Proudhon o Engels. El recelo por los datos oficiales se hace patente en el título completo de la célebre obra que Friedrich Engels publicó en 1845, La situación de la clase obrera en Inglaterra, según propia observación y según fuentes fidedignas. Engels dedica y dirige esta obra a la clase obrera, describiendo su historia y situación, con el fin de que reconozca a sus propios enemigos, destacando entre ellos la burguesía. En esta obra, Engels anima a la clase trabajadora inglesa a descubrir las causas de su situación miserable y a alzarse contra ellas.

Aunque los inspectores oficiales pretendieran, por medio de sus encuestas, la continuidad del sistema y la permanencia del orden establecido, esas estadísticas también fueron utilizadas por autores como Engels o Marx para, precisamente, acusar a ese mismo sistema y ese mismo orden de estar fundados en la injusticia y para exhortar a la clase obrera a la revolución, a la lucha contra su situación de opresión y, por ende, contra la burguesía. Tal y como señala Robert K. Merton (1980: 192):

«[...] los resultados de cualquier auténtica encuesta social pueden ser utilizados por personas con convicciones políticas claramente diferentes de las de los miembros de la comisión o de los investigadores».

En definitiva, se puede asegurar que la estadística tuvo un papel protagonista en la formación de la ciencia social. Por su parte, Frédéric Le Play, ya alejado de los entusiasmos estadísticos, inaugurará un nuevo tipo de investigación con la publicación, en 1855, de Les ouvriers européens, lo que constituirá «el acontecimiento más importante de la historia de los estudios sociales durante el Segundo Imperio» (Lécuyer y Oberschall, 1977: 110).


16 Karl Marx, El Capital, Prólogo a la primera edición de 1867.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Frédéric Le Play en el origen de la preocupación por la cuestión social (Garrigós Monerris)

Reis. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm. 115, 2006

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