Ely Chinoy sobre La muchedumbre solitaria de David Riesman (1950)
Modos cambiantes de la conformidad
Ely Chinoy
Tomado de Cap. XVI: Conformidad y control social de La sociedad. Una introducción a la sociología.
Estos nodos de la conformidad - la influencia de la tradición, las normas autoimpuestas y la sensibilidad a los juicios de los demás-— no tienen necesariamente la misma importancia, como David Riesman ha subrayado en The Lonely Crowd, sino pueden variar en lo que respecta a su influencia sobre la conducta. Aunque los tres son operativos, Cual proceso de socialización uno de ellos puede adquirir un mayor peso que los otros. Por ejemplo, los amos pueden ser estimulados a ser sensibles hacia las opiniones y expectativas de los demás, y su formación puede hacer poco por inculcarles una fuerte e inflexible conciencia. Riesman llama “dirigidas por los otros” a las personalidades que están dominadas por una preocupación hacia las opiniones. Alternativamente, “el carácter” puede tener más importancia que la sensibilidad social, produciendo entonces personalidades “dirigidas internamente”. O, en fin, el tercer modo, es decir, la “dirección tradicional”, puede ser estimulada a expensas de los otros dos.
La importancia relativa de estos tres modos de la conformidad —al igual que la que tienen los rasgos psicológicos predominantes— parece ser generalmente la misma dentro de los grupos homogéneos. Sin embargo, entre los miembros de una sociedad más grande y compleja, la tradición, la conciencia y la atención hacia los demás están combinadas de diversas maneras, y, en diferentes épocas, puede variar el equilibrio entre tales orientaciones. Los Estados Unidos del siglo XIX, dice Riesman, representaron una era en la que la dirección interna era evidente entre las personalidades más destacadas; fue un periodo que destacó la conciencia individual y en la que prevalecieron los hombres autocontrolados por sus demonios privados. La era moderna, por otra parte, agrega Riesman, está cada vez más dominada por la dirección de los demás, sobre todo con la clase media alta. Este desplazamiento procede de alteraciones fundamentales ocurridas tanto en los valores culturales como en la estructura social. La gente se preocupa más por el consumo que por la producción. Los individuos deben funcionar cada vez más dentro de contextos burocráticos en los que la “personalidad”, es decir la manera como impresionamos a los demás, llega a ser más importante que el “carácter”. La sensibilidad hacia los demás es, por tanto, más útil para arreglárnosla en cl mundo que la independencia y la autoafirmación. Tules cambios han hecho que muchos padres destaquen nuevos valores y sigan diferentes métodos con la educación infantil, estimulando a las escuelas para que adapten sus técnicas y su contenido educacional a las nuevas exigencias. Los libros que se leen y el contenido de los medios de información masiva se orientan en direcciones semejantes. Como resultado de ello, los niños son estimulados para que desarrollen, según la frase de Riesman, una sensibilidad de “tipo radar” hacia los otros, en vez del “giroscopio” interno que mantiene firme a la persona dirigida internamente.
Aunque la sensibilidad hacia las opiniones de los demás es siempre importante, y quizás huya aumentado con la Norteamérica contemporánea, no siempre tiene relevancia el juicio de cualquier individuo. En vez de ello, la gente se preocupa principalmente por aquellas personas particulares cuya buena opinión merece respeto. Los padres, por supuesto, son particularmente importantes como “otros” cuyos serios juicios merecen atención. Pero, sugiere Riesman, en la clase media alta la influencia paterna ha disminuido en la medida en que se da más atención a las opiniones de los amigos, los cuales juegan por tanto un papel crecientemente importante en la socialización. El grupo de compañeros, a Su VEZ, toma muchos de sus valores directamente de los medios de comunicación de masas, cuyo efecto también ha aumentado.
Los modos dominantes de la conformidad reflejan no sólo los métodos de educación infantil, sino también los valores aceptados, los cuales, a su vez, influyen por supuesto en la manera como se educa a los niños. Los atributos de la personalidad, como la conducta pública, son juzgados mejores o peores, más o menos aconsejables. Los cánones de la amistad y la fácil adaptación de las demandas sociales pueden recibir mayor atención que la perseverancia en la búsqueda irremisible de objetivos privados, aunque sean socialmente aceptables. Por otra parte, el reconocimiento de las normas tradicionales puede ser considerado como más importante que la satisfacción de las necesidades personales o la sociabilidad amistosa; un código de honor “aristocrático”, por ejemplo, tiene mayor importancia que otros valores. La propia cultura, por tanto, puede ser caracterizada como cultura dirigida internamente por los demás o por la tradición, y podemos preguntarnos hasta dónde se “adaptan” la cultura y los modos de la conformidad que prevalecen entre los miembros de la sociedad. Cuando los valores y los modos prevalecientes de conformidad tienden a coincidir, la gente es más susceptible de adaptarse con facilidad a sus papeles sociales; cuando los valores determinan una conducta que no congenia con las personas socializadas para responder a otras normas, disminuye la posibilidad de sumisión a las demandas culturales —aunque, sin embargo, las presiones externas pueden ser suficientemente fuertes para asegurar la adhesión a los requerimientos institucionales.
El análisis de Riesman ha sido discutido tanto desde el punto de vista teórico como desde el terreno histórico. Se ha dicho que la sociedad norteamericana del siglo xIx era ya una sociedad dirigida por los otros; los valores y normas de conducta atribuidos principalmente a la clase media alta de mediados del siglo xx se consideran como característicos de los norteamericanos, del pasado y del presente. Como muchas otras ideas germinales dentro de las ciencias sociales, las interpretaciones históricas de Riesman no resultan fácilmente comprobables, y la evidencia está sujeta con frecuencia a explicaciones alternativas. Por ello, algunos sociólogos han rechazado el análisis de Riesman, ya que, según afirman, éste sólo ofrece aproximaciones sugestivas en vez de presentar un cuerpo de proposiciones científicas comprobables.
A pesar de estas críticas, el trabajo de Riesman tiene considerable valor e importancia. Vincula dentro de un esquema teórico a proposiciones aceptadas relativas a la importancia de la tradición, los valores interiorizados y la interacción social, introduciendo este esquema al análisis del proceso de cambio social. Aun si algunas de las afirmaciones concretas se revelan inadecuadas —como ha ocurrido ya con varias de ellas— y toda la teoría resulta falsa, Riesman tiene ya el mérito de haber introducido nuevas luces en lo que se refiere a las fuentes de la conformidad. Junto con observadores como Erich Fromm, William F. Whyte y David Potter, que encuentran normas semejantes en la cultura y la personalidad norteamericanas,3 Riesman ha ofrecido también una sugestiva interpretación de la sociedad y la cultura norteamericanas de la época contemporánea. Aunque uno de los objetivos centrales de la investigación sociológica es llegar a proposiciones comprobadas dentro de una teoría sistemática, todavía tienen un papel importante los ensayos convincentes y sugestivos —como The Lonely Crowd— que proporcionan frescas perspectivas y sugieren nuevas hipótesis.
En realidad, el propio progreso científico requiere un intercambio considerable entre la cuidadosa investigación empírica, la teoría sistemática, las observaciones perceptibles y las interpretaciones especulativas.
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