Carta de Marcelo Gullo al Presidente López Obrador (2021)

Carta del historiador argentino Francisco Marcelo Gullo respuesta al Presidente López Obrador por haberlo denostado en una de sus mañaneras

Ceremonia de sacrificios humanos en Tenochtitlan
Ceremonia de sacrificios humanos en Tenochtitlan

Carta a López Obrador sobre aztecas y entrañas humanas

En días pasados el presidente de México se refirió con desdén a la idea que el historiador argentino Marcelo Gullo expresó en EL MUNDO el 23 de julio: España liberó América de los aztecas, por lo que el afamado historiador le responde a través de una carta publicada en el periódico EL MUNDO el pasado 25 de agosto del 2021 que comparto:

Carta a López Obrador sobre aztecas y entrañas humanas.

Estimado señor presidente de la República de México don Andrés Manuel López Obrador.

El pasado 13 de agosto, en ocasión de cumplirse el 500 aniversario de la liberación -para usted caída- de Tenochtitlán citó textualmente, sin nombrarme, un párrafo de la entrevista que el diario EL MUNDO tuvo a bien realizarme el viernes 23 de julio a raíz de la publicación en España de mi libro Madre Patria, desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán.

En su discurso usted afirmó: «Hay asuntos que deben aclararse en la medida de lo posible. Por ejemplo, hace unos días un escritor pro-monárquico de nuestro continente afirmaba que España no conquistó a América, sino que España liberó a América, pues Hernán Cortés, cito textualmente, 'aglutinó a 110 naciones mexicanas que vivían oprimidas por la tiranía antropófaga de los aztecas y que lucharon con él'».

Usted también me acusó sin ningún tipo de pruebas -y sin haberse tomado siquiera la molestia de ojear mis antecedentes académicos o de recabar información sobre mi trayectoria política antimperialista- de ser un representante del pensamiento colonialista.

Coincidiendo con su apreciación de que hay asuntos que deben aclararse quisiera recordarle que, como afirma el arqueólogo mexicano Alfonso Caso, quien fuera rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, «el sacrificio humano era esencial en la religión azteca».

Es por ese motivo que en 1487, para festejar la finalización de la construcción del gran templo de Tenochtitlán -del cual usted, el pasado 13 de agosto, inauguró una maqueta monumental- las víctimas del sacrificio formaban cuatro filas que se extendieron a lo largo de la calzada que unían las islas de Tenochtitlán. Se calcula que en esos cuatro días de festejo los aztecas asesinaron entre 20.000 y 24.000 personas.

Sin embargo Williams Prescott, poco sospechoso de hispanismo, da una cifra más escalofriante. «Cuando en 1486 se dedicó el gran templo de México a Huitzilopochtli, los sacrificios duraron varios días y perecieron 70.000 víctimas».

Juan Zorrilla de San Martín en su libro Historia de América relata que «cuando llevaban los niños a matar, si lloraban y echaban lágrimas, más alegrábanse los que los llevaban porque tomaban pronósticos que habían de tener muchas aguas en aquel año».

«El número de las víctimas sacrificadas por año», tiene que reconocer Prescott, uno de los historiadores más críticos de la conquista española y uno de los más fervientes defensores de la civilización azteca, «era inmenso».

Casi ningún autor lo computa en menos de 20.000 cada año, y aún hay alguno que lo hace subir hasta 150.000.

Marvin Harris en su famosa obra Caníbales y reyes relata: «Los prisioneros de guerra, que ascendían por los escalones de las pirámides, [...] eran cogidos por cuatro sacerdotes, extendidos boca arriba sobre el altar de piedra y abiertos de un lado a otro del pecho con un cuchillo. Después, el corazón de la víctima -generalmente descrito como todavía palpitante- era arrancado. El cuerpo bajaba rodando los escalones de la pirámide»

¿Dónde eran llevados los cuerpos de los cientos de seres humanos a los cuales, en lo alto de las pirámides, se les había arrancado el corazón? ¿Qué pasaba luego con el cuerpo de la víctima? ¿Qué destino tenían los cuerpos que día a día eran sacrificados a los dioses?

Al respecto, Michael Hamer que, ha analizado esta cuestión con más inteligencia y denuedo que el resto de los especialistas, afirma que «en realidad no existe ningún misterio con respecto a lo que ocurría con los cadáveres, ya que todos los relatos de los testigos oculares coinciden en líneas generales: Ias víctimas eran comidas».

Los numerosos trabajos científicos -tesis doctorales, libros publicados por prestigiosos académicos de fama mundial- con los que contamos hoy, no dejan lugar a dudas de que en Mesoamérica había una nación opresora, la azteca, y cientos de naciones oprimidas, a las cuales los aztecas no solo le arrebataban sus materias primas -tal y como han hecho todos los imperialismos a lo largo de la historia- sino que les arrebataban a sus hijos, a sus hermanos para sacrificarlos en sus templos y luego, repartir los cuerpos descuartizados de las víctimas en sus carnicerías, como si fuesen chuletas de cerdo o muslos de pollo para que esos seres humanos descuartizados, sirvieran de sustancioso alimento, a la población azteca.

La nobleza se reservaba los muslos y las entrañas se dejaban al populacho. Las evidencias científicas con las que contamos hoy, no dejan lugar a dudas al respecto. Era tal la cantidad de sacrificios humanos que realizaban los aztecas de miembros de los pueblos por ellos esclavizados que con las calaveras construían las paredes de sus edificios y templos.

Es por eso que, el 13 de agosto de 1521, los pueblos indios de Mesoamérica oprimidos por los aztecas festejaron la caída de Tenochtitlan.

Como usted, señor presidente, tuvo que reconocer en su discurso, a regañadientes y entre líneas, es materialmente imposible pensar que, con apenas 300 hombres, cuatro arcabuces viejos y algunos caballos, Hernán Cortés pudiera derrotar al ejército de Moctezuma integrado por 300.000 soldados disciplinados y valientes. Hubiese sido imposible, aunque los 300 españoles hubiesen tenido fusiles automáticos como los que hoy usa el Ejército Español.

Miles de indios de las naciones oprimidas lucharon, junto a Cortés, contra los Aztecas. Por eso, su compatriota José Vasconcelos afirma que «la conquista la hicieron los indios».

¿Y que aconteció después de la conquista, después de esas primeras horas de sangre, dolor y muerte? Todo lo contrario de lo que usted afirma.

España fundió su sangre con la de los vencidos y con la de los liberados. Y recordemos que, fueron más los liberados que los vencidos. México se llenó de hospitales, colegios bilingües y universidades.

España envió a América a sus mejores profesores y la mejor educación fue dirigida hacia los indios y los mestizos.

Permítame recordarle, señor presidente, que tan respetuosos fueron los libertadores españoles -perdón: los conquistadores- de la cultura de los mal llamados pueblos originarios que en 1571 se editó en México el primer libro de gramática de lengua nahualt, es decir 15 años antes de que en Gran Bretaña se publicara el primer libro de gramática de lengua inglesa.

Todos los datos demuestran que, al momento de su independencia de España, México era mucho más rico y poderoso que los Estados Unidos.

Perdóneme usted, señor presidente, que me vaya un poco por las ramas, pero quisiera sugerirle, con todo respeto, que el próximo 2 de febrero, cuando se cumpla un nuevo aniversario del ignominioso tratado de Guadalupe Hidalgo -por el cual los Estados Unidos arrebataron a México 2.378.539 kilómetros cuadrados de su territorio- usted realice un gran acto como el que organizó para el 13 de agosto, que para realzar el mismo, invite al presidente de los Estados Unidos Joseph Biden y en un gran discurso, cuando esté ante el presidente estadounidense, le exija que pida perdón al pueblo mexicano por haberle robado Texas, California, Nuevo México, Nevada, Utah, Colorado y Arizona, tierras que fueron indiscutiblemente parte de México.

Por último estimado presidente quisiera contarle que, como desde niño siempre me he sentido ligado sentimentalmente a los pueblos oprimidos -quizás por haber nacido en un hogar humilde de la ciudad de Rosario en la República Argentina-, si pudiese viajar en el túnel del tiempo, una y mil veces, me sumaría a los apenas 300 soldados de Hernán Cortés que, con el coraje más grande que conoce la Historia, liberaron a los indios de México del imperialismo antropófago de los aztecas.

MARCELO GULLO. Buenos Aires. 25/08/2021.

_______

https://www.niusdiario.es/internacional/latinoamerica/respuesta-marcelo-gullo-escritor-argentino-madre-patria-andres-lopez-obrador-presidente-mexico-conquita-tenochtitlan_18_3189646703.html

El pasado 13 de agosto, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sostuvo que la Conquista fue "un rotundo fracaso" y arremetió contra la "ocupación militar" de América. Lo hizo durante el discurso de conmemoración de los 500 años de la caída de la antigua Tenochtitlán, capital del imperio azteca sobre la que se construyó la Ciudad de México actual.

"Nada justifica el imponer por la fuerza a otras naciones o culturas, un modelo político económico social o religioso en aras del bien de los conquistados o con la excusa de la civilización", dijo el mandatario mexicano.

También criticó sin nombrarlo al historiador argentino Marcelo Gullo, entrevistado por NIUS con motivo de la publicación de su libro Madre Patria, donde intenta desmontar los bulos de la leyenda negra española en América.

"Hay asuntos que deben aclararse en la medida de lo posible -dijo López Obrador-. Por ejemplo, hace unos días un escritor pro-monárquico de nuestro continente afirmaba que España no conquistó a América, sino que España liberó a América, pues Hernán Cortés, cito textualmente, ‘aglutinó a 110 naciones mexicanas que vivían oprimidas por la tiranía antropófaga de los aztecas y que lucharon con él’".

Publicidad

Marcelo Gullo ha querido responder a través de NIUS a las críticas del presidente mexicano. Esta es su respuesta:

Excelentísimo señor presidente de la República de México, don Andrés Manuel López Obrador, el 13 de agosto conmemoramos el 500º aniversario de la liberación de Tenochtitlán del imperialismo antropófago de los aztecas -perdón me olvidé que según la dictadura de lo políticamente correcto debería de haber escrito caída de Tenochtitlán- que tuvo lugar en el año 1521. Reconoció por primera vez, en el solemne acto por usted organizado el 13 de agosto, que el emperador Moctezuma había sido un "tirano" e hizo bien en reconocerlo.

Claro que hubiese sido mejor que usted le informara a sus dos invitadas especiales -Jamescita Mae Peshlakai, senadora estadounidense por Arizona y a Kahsennenhawe Sky-Deer, Jefa del Consejo de la Comunidad Kahnasake en Canadá- que bajo el despotismo de Moctezuma -como demostró el mexicano José Vasconcelos- "las mujeres eran poco menos que mercancía y que los reyezuelos y los caciques disponían de ellas a su antojo y para hacerse presentes". Podría también haberles informado que "el lazo que unía a Moctezuma con sus feudatarios era de terror, que cada rey comarcano dejaba en rehenes en la capital hijos, parientes, amigos". Así la senadora Jamescita se hubiera evitado el papelón de afirmar que "la democracia alrededor del mundo se basa en valores indígenas de igualdad y justicia".

En su discurso trató usted de esquivar el tema de la antropofagia de los aztecas y lo entiendo porque las pruebas que confirman el Holocausto azteca son abrumadoras. Hoy la evidencia científica es abundante e irrefutable, piedras de sacrificios con restos de hemoglobina, herramientas de obsidiana para esta labor, esqueletos humanos ejecutados por cardioectomía con marcas de corte en las costillas, decapitaciones.

"Los aztecas llevaron a cabo como política de estado la conquista de otros pueblos indígenas para usar la carne humana como alimento principal de nobles y sacerdotes

Cuando se analiza la historia sin prejuicios y no se quiere ocultar la verdad, como hacen los supuestos historiadores que a usted lo asesoran y que escriben sobre el supuesto genocidio que implicó la conquista española de América, pero que callan el tema de los sacrificios humanos realizados por los aztecas; se llega a la conclusión que los aztecas llevaron a cabo como política de estado la conquista de otros pueblos indígenas para poder tener seres humanos para sacrificar a sus dioses y usar la carne humana así conseguida como alimento principal de los nobles y sacerdotes.

Año tras año los aztecas arrebataban a los pueblos que habían conquistado a sus niños y niñas para asesinarlos en sus templos. Como compruebo en mi obra 'Madre Patria. Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas al separatismo catalán' el imperialismo azteca fue el más atroz de la historia de la humanidad. Era tal la cantidad de sacrificios humanos que realizaban los aztecas de gente de los pueblos por ellos esclavizados que, con las calaveras, construían las paredes de sus edificios y templos.

El número de víctimas inmoladas fue inmenso. Casi ningún científico lo computa en menos de veinte mil cada año, y aún hay alguno que lo hace subir hasta cincuenta mil. Es por eso que el 13 de agosto de 1521 los pueblos indios de Mesoamérica festejaron la caída de Tenochtitlan. Ese día una inmensa alegría inundó el corazón de las masas indígenas oprimidas por los aztecas. La contradicción principal era, para las naciones dominadas por los aztecas, la contradicción vida o muerte. Continuar bajo la dependencia azteca habría significado, para los tlaxcaltecas y totonacas, por ejemplo, seguir siendo -literalmente- devorados por los aztecas.

La liberación significó dejar de ser el principal alimento de los aztecas. Las otras contradicciones eran, dicho esto, evidentemente secundarias. Como usted tuvo que reconocer en su discurso, a regañadientes y entre líneas, resulta materialmente imposible pensar que, con apenas 300 hombres, cuatro arcabuces viejos y algunos caballos, Hernán Cortés pudiera derrotar al ejército de Moctezuma integrado por trescientos mil feroces soldados disciplinados y valientes. Hubiese sido imposible, aunque los 300 españoles hubiesen tenido fusiles automáticos como los que hoy usa el ejército español.

Miles de indios de las naciones oprimidas lucharon, junto a Cortés, contra los aztecas. Por eso su compatriota José Vasconcelos afirma que "la conquista la hicieron los indios". Me gustaría hacerle una pregunta. ¿Usted en 1943 o 1945 hubiese estado del lado de los que construían las cámaras de gas o del lado de los que combatían para poner fin al holocausto que llevaba a cabo el régimen nazi?

Miles de indios de las naciones oprimidas lucharon, junto a Cortés, contra los aztecas

Se dedicó usted, en buena parte de su discurso, a dar cifras del porcentaje de la población aborigen que murió luego de la conquista. Mintiendo de forma totalmente descarada o completamente mal informado usted afirmó que la epidemia de la viruela que trajeron los europeos alcanzó a destruir más del 90% de la población indígena del territorio americano. Pero, aunque hubiese sido así, eso hubiera sido inevitable en algún momento de la historia, cuando el primer europeo pisara tierra americana, aunque fuese tan solo para tomarse unas vacaciones en las playas de Cancún, pues la población americana no tenía los anticuerpos para resistir los virus del viejo continente y la población de europea no los tenía para resistir los del nuevo continente.

Faltando completamente a la verdad o completamente mal informado usted afirmó: "¿De qué civilización se puede hablar si se pierde la vida de millones de seres humanos y la nación, el imperio o la monarquía dominante no logra en tres siglos de colonización ni siquiera recuperar la población que existía antes de la ocupación militar". Lamento informarle que el estudio científico más serio realizado al respecto, el elaborado por Ángel Rosenblat, lo dejan a usted en ridículo. Convendría que sus asesores lo lean.

España fundió su sangre con la de los vencidos y con la de los liberados. Y recordemos que, fueron más los liberados que los vencidos

En dicho estudio podría usted informarse que "George Kuber, que ha estudiado detenidamente el movimiento de la población mejicana en el siglo XVI, cree que ha habido un gran descenso de 1520 a 1545, un aumento apreciable de 1546 a 1575 y un período estacionario de 1577 a 1600... Sin dejarnos llevar por la tentación de una leyenda negra o de una leyenda áurea -a ninguna de las dos se ajusta la historia del hombre, y menos la del hombre hispano-, hemos llegado a calcular una disminución de unos dos millones y medio de indios de 1492 a 1570, y una población americana de unos trece millones y medio en 1492".

Es decir que de ninguna manera murió el 90 por ciento de la población indígena. ¿Y que aconteció después de la conquista, después de esas primeras horas de sangre, dolor y muerte? Todo lo contrario de lo que usted afirma. España fundió su sangre con la de los vencidos y con la de los liberados. Y recordemos que, fueron más los liberados que los vencidos. Fruto de ese formidable mestizaje, querido por los Reyes Católicos e instaurado por ellos como política de Estado, están delante de nuestros ojos, entre otros miles de mestizos, en México Martín Cortés Malintzin, el caballero de la Orden de Santiago y en el Perú el soldado poeta el gran Inca Garcilaso de la Vega.

Le pido que, cuando esté cara a cara con el presidente estadounidense, le exija que pida perdón al pueblo mexicano por haberle robado Texas, California, Nuevo México, Nevada, Utah, Colorado y Arizona

América se llenó de Hospitales y Universidades. España envió a América a sus mejores profesores y la mejor educación fue dirigida hacia los indios y los mestizos. Permítame recordarle, señor presidente, que tan respetuosos fueron los libertadores españoles -perdón los conquistadores- de la cultura de los mal llamados pueblos originarios que en 1571 se editó en México el primer libro de gramática de lengua nahualt, es decir 15 años antes que en Gran Bretaña se publicara el primer libro de gramática de lengua inglesa.

Me contestará usted que la explotación de los indios luego de la conquista fue terrible. Permítame informarle que en la América Española hubo ricos y pobres, pero que no fue el color de la piel lo que diferenció a unos de otros. Hubo blancos pobres y blancos ricos, indios pobres e indios ricos, mestizos pobres y mestizos ricos. Los descendientes de Moctezuma, para poner tan solo un ejemplo, fueron riquísimos y se emparentaron con toda la nobleza española.

Permítame que cite ahora, al filósofo Juan José Sebreli, que enrolado en la corriente marxista afirma que la explotación de la que fueron víctimas los indios pobres "no se diferenciaba demasiado del tratamiento dado a los gauchos y en ambos casos no era más inhumano que la legislación inglesa que castigaba con la horca a los exsiervos y campesinos transformados en vagabundos, mendigos y bandoleros, como consecuencia de la expropiación de la tierra en los siglos XVI, y XVII... La crueldad con que se cumplió esta etpaa inevitable de desarrollo del mundo no autoriza a presentarla como la caída desde sencillez y pureza de un anterior idilio pastoril que nunca existió. El mal trato que se le daba a los indios pobres no era peor al que se les daba a los campesinos serviles en la Europa feudal o a los proletarios blancos en los talleres del capitalismo temprano. El problema no era pues racial, sino social, la opresión era la misma que existe en toda sociedad dividida en clase."

América se llenó de Hospitales y Universidades. España envió a América a sus mejores profesores

Perdóneme usted, estimado señor presidente, que me vaya por las ramas, pero sería bueno, para que usted pudiera demostrar su honestidad intelectual, valentía y coraje que el próximo 2 de febrero, en que se cumple un nuevo aniversario del ignominioso tratado de Guadalupe Hidalgo -por el cual los Estados Unidos arrebataron a México 2.378.539 kilómetros cuadrados de su territorio- usted realice un gran acto como el que organizó para el 13 de agosto. Que para realzar el mismo, invite al presidente de los Estados Unidos Joseph Biden y en un gran discurso, cuando esté cara a cara con el presidente estadounidense, le exija que pida perdón al pueblo mexicano por haberle robado Texas, California, Nuevo México, Nevada, Utah, Colorado y Arizona que fueron indiscutiblemente parte de México.

Por último, estimado presidente, me gustaría informarle que mi afirmación sobre que España no conquistó América sino que liberó América, la cual usted citó críticamente en su discurso del 13 de agosto se entronca con la interpretación histórica que realizara Eva Perón -la mujer antimperialista más importante de la historia de América- quien afirma que: "La leyenda negra (de la cual usted es hoy un portaestandarte) con la que la Reforma se ingenió en denigrar la empresa más grande y más noble que conocen los siglos, como fueron el descubrimiento y la conquista, sólo tuvo validez en el mercado de los tontos o de los interesados". Me despido de usted muy atentamente levantando mi copa e invitándolo a brindar por los 500 años de la liberación de Tenochtitlán.

______

Marcelo Gullo reta al Presidente López Obrador

Yo, Marcelo Gullo Omodeo, reto al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador

EL ANALISTA GEOPOLÍTICO ARGENTINO MARCELO GULLO RESPONDE AL PRESIDENTE DE MÉXICO, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, Y LE RETA A UN DEBATE SOBRE LA LIBERACIÓN DE AMÉRICA POR PARTE DE HERNÁN CORTÉS.

Marcelo Gullo Omodeo @marcelogullo

24 agosto, 2021 02:04

El 13 de agosto de 1521, una inmensa alegría inundó el corazón de las masas indígenas de Mesoamérica. Unos reían, otros lloraban. Algunos sentían un gran alivio, otros, tenían sed de venganza. Muchos preparaban sus armas para exterminar de una vez y para siempre a sus enemigos sin distinguir entre hombres y mujeres, entre viejos y niños. Eran tal el rencor y el odio (contenido durante años) que querían hacer desaparecer a sus verdugos de la faz de la tierra.

Pero un "extraño barbudo" les contuvo la mano. ¿Qué festejaban aquellos indios? ¿De quiénes querían vengarse? ¿Quién era el "barbudo" que impidió la masacre inminente?

Festejaban que ellos (tlaxcaltecas, texcocotecas, cholultecas, xochimilcatecas y otomíes, entre otros pueblos), junto a un pequeño grupo de hombres salidos del mar, habían derrotado a un poderoso ejército que, por años, les había parecido invencible.

Festejaban la caída de Tenochtitlán. Festejaban que, finalmente, habían puesto fin al imperialismo antropófago de los aztecas. Querían vengarse de los aztecas que, durante años y años, les habían arrebatado a sus hijos, a sus hermanos, a sus padres, para llevarlos a rastras, al "templo mayor" de y allí arrancarles, literalmente, el corazón, estando aún vivos, y luego trozar sus cuerpos en pedazos de modo que sirvieran, una vez "faenados como cerdos o pollos", de "sustancioso alimento" a la nobleza y a los sacerdotes aztecas.

La conquista de México la hicieron los indios explotados, oprimidos y vejados por los aztecas

El "barbudo" que logró contener toda esa ira de aquellos indios sedientos de venganza (una sed acumulada en largos años de sojuzgamiento y antropofagia azteca), el "extraño hombre" que impidió el genocidio que parecía inevitable de los aztecas fue el legendario Hernán Cortés, el libertador de Mesoamérica.

En esa región, que hoy es una parte de la República de México, había "una nación opresora", la azteca, y "decenas de naciones oprimidas": la tlaxcalteca, la texcocoteca, la cholulteca...

Junto esos 300 valientes soldados españoles que tomaron Tenochtitlán pelearon, codo a codo, aproximadamente 200.000 indios. Al frente de ese inmenso ejército iba una mujer india, doña Marina, que había sido, primero, esclava sexual de los aztecas y, luego, de los mayas. Ella, tenía sus "propias cuentas que arreglar" con los aztecas.

El escritor y analista Marcelo Gullo.

La conquista de México la hicieron los indios explotados, oprimidos y vejados por los aztecas. Y ese es todo el secreto de la historia de México que muchos se empeñan en ocultar. Entre otros, el actual presidente de México, don Andrés Manuel López Obrador. Reivindicar a los aztecas y a su emperador, Moctezuma, por sus grandes construcciones (como lo hace el presidente de México) es como reivindicar a los nazis, y a Adolf Hitler, por la construcción de las mejores autopistas de Alemania en toda su historia y que, por otra parte, siguen siendo utilizadas hasta el día de hoy.

La batalla por Tenochtitlán fue sangrienta, pero tan sangrienta como la batalla por Berlín, que puso fin al totalitarismo nazi

He repetido más de una vez, y esto ha causado el "enojo" del presidente de la República de México, don Andrés Manuel López Obrador, contra mí que, si España tuviese que pedir disculpas por haber vencido al imperialismo antropófago azteca, tanto los Estados Unidos como Rusia tendrían que pedir perdón por haber derrotado al imperialismo genocida nazi.

Por cierto, la batalla por Tenochtitlán (que puso fin al imperialismo azteca) fue sangrienta, pero tan sangrienta, sin dudas, como la batalla por Berlín, que puso fin al totalitarismo nazi.

Fue tan sanguinario aquel inusitado imperialismo antropófago de los aztecas que hoy nos parece mentira que algo tan monstruoso pudiese haber ocurrido. Pero es tan inusitado y hasta pareciera increíble que es por eso mismo que se hace necesario documentar los hechos.

Las excavaciones arqueológicas, así como los hallazgos fortuitos que se produjeron a raíz de la construcción de las grandes obras públicas (como el metro de Ciudad de México, por ejemplo), nos permiten afirmar hoy, con absoluta certeza científica, que era tal la cantidad de sacrificios humanos que realizaban los aztecas, siempre de gentes de los pueblos por ellos esclavizados que, con las calaveras construían las paredes de sus edificios y templos.

La más reciente prueba que confirma el Holocausto cometido por los aztecas data del año 2015

Cada nueva excavación permite encontrar más y más muros, construidos con piedra y... ¡calaveras! Calaveras con los dientes hacia afuera. La más reciente prueba que confirma el Holocausto cometido por los aztecas data del año 2015, cuando, a raíz de las excavaciones arqueológicas que se realizaban junto a la catedral metropolitana de México, fue encontrada una torre de cráneos que respondía, asombrosamente, punto por punto, a la descripción hecha por los cronistas españoles.

Hoy, como ya dijimos, la evidencia científica es abundante e irrefutable: piedras de sacrificios con restos de hemoglobina, herramientas de obsidiana para esta labor, esqueletos humanos ejecutados por cardioectomía con marcas de corte en las costillas, decapitaciones...

Cuando se analiza la historia sin prejuicios y no se quiere ocultar la verdad se llega a la conclusión que los aztecas llevaron a cabo, como política de Estado, la conquista de otros pueblos indígenas para poder tener seres humanos a quienes sacrificar a sus dioses y luego usar la carne humana así conseguida como alimento principal de los nobles y sacerdotes, tal si fuera simple proteína animal. Año tras año, los aztecas arrebataban a los pueblos que habían conquistado, a sus niños y niñas, para asesinarlos en sus templos y luego, devorarlos con fruición.

"En todo el resto de la Tierra [afirma el filósofo e historiador mexicano José Vasconcelos] se ha juzgado como antinatural matar y se ha matado sabiendo que se cometía un crimen. Sólo el azteca mataba movido por gusto y por mandato de su dios Huichilobos, siempre sediento de sangre".

El sacrificio humano era esencial en la religión azteca

El arqueólogo mexicano Alfonso Caso (quien fuera rector de la prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM) explica que: "El sacrificio humano era esencial en la religión azteca". Y es precisamente por ese motivo que en 1487, para festejar la finalización de la construcción del gran templo de Tenochtitlán (del cual el presidente López Obrador inauguró una maqueta monumental el pasado 13 de agosto) las víctimas del sacrificio formaban cuatro filas que se extendían a lo largo de la calzada que unía las islas de Tenochtitlán.

Se calcula que, sólo en esos cuatro días de festejos, los aztecas asesinaron a entre 20.000 y 24.000 personas. Sin embargo, Williams Prescott, insospechable de hispanismo, da una cifra todavía más escalofriante: "Cuando en 1486 se dedicó el gran templo de México a Huitzilopochtli, los sacrificios duraron varios días y perecieron 70.000 víctimas".

Juan Zorrilla de San Martín, en su libro Historia de América, relata que: "Cuando llevaban los niños a matar, si lloraban y echaban lágrimas más alegrábanse los que los llevaban, porque tomaban pronósticos que habían de tener muchas aguas en aquel año".

"El número de las víctimas sacrificadas por año [tiene que reconocer Prescott, uno de los historiadores más críticos de la conquista española y uno de los más fervientes defensores de la civilización azteca] era inmenso. Casi ningún autor lo computa en menos de 20.000 cada año y aún hay alguno que lo hace subir hasta 150.000".

España fundió su sangre con la de los vencidos y con la de los liberados

Marvin Harris relata en su famosa obra Caníbales y reyes: "Los prisioneros de guerra, que ascendían por los escalones de las pirámides, eran cogidos por cuatro sacerdotes, extendidos bocarriba sobre el altar de piedra y abiertos de un lado a otro del pecho con un cuchillo. Después, el corazón de la víctima (generalmente descrito como todavía palpitante) era arrancado. El cuerpo bajaba rodando los escalones de la pirámide".

¿Dónde eran llevados los cuerpos de los cientos de seres humanos a los cuales, en lo alto de las pirámides, se les había arrancado el corazón? ¿Qué pasaba luego con el cuerpo de la víctima? ¿Qué destino tenían los cuerpos que, día a día, eran sacrificados a los dioses?

Al respecto, Michael Hamer, que ha analizado esta cuestión con más inteligencia y denuedo que el resto de los especialistas, afirma: "En realidad, no existe ningún misterio con respecto a lo que ocurría con los cadáveres, ya que todos los relatos de los testigos oculares coinciden en líneas generales: las víctimas eran comidas".

¿Y que aconteció después de que fuese derrotado el imperialismo antropófago de los aztecas, después de esas primeras horas de sangre, dolor y muerte? España fundió su sangre con la de los vencidos y con la de los liberados. Y recordemos que fueron más los liberados que los vencidos. Ahí está como prueba de lo que venimos de afirmar la historia de Isabel Moctezuma, hija legítima del emperador Moctezuma que, luego de la conquista, fue una de las mujeres más ricas e influyentes de México.

Es preciso notar que los mestizos Juan y Gonzalo, nietos del emperador Moctezuma, se casaron con hijas de hidalgos españoles

Isabel tenía ya 30 años cuando se volvió a casar por quinta vez con el conquistador extremeño, nacido en la ciudad de Cáceres, don Juan Cano de Saavedra, con quien procreó cinco nuevos españoles americanos. Nietos, valga recordarlo, del emperador Moctezuma. Fueron sus hijos Juan Cano Moctezuma, Pedro Cano Moctezuma, Gonzalo Cano Moctezuma, Isabel Cano Moctezuma y María Cano Moctezuma.

Importa destacar que las dos mujeres, Isabel y María, se convertirían en monjas y vivirían, a partir de entonces, en el convento de la Concepción, en la Ciudad de México. Juan Cano Moctezuma se casó con Elvira Toledo Ovando, y su hermano Gonzalo Cano Moctezuma se casó con Ana Prado Calderón. Es preciso notar que los mestizos Juan y Gonzalo, nietos del emperador Moctezuma, se casaron con hijas de hidalgos españoles. Conviene no olvidarse de este pequeño detalle.

Portada del libro Madre Patria, de Marcelo Gullo.

Esta es la verdad histórica que relato en mi libro Madre Patria y que ha irritado al excelentísimo señor presidente de la República de México, don Andrés Manuel López Obrador, quien el 13 de agosto pasado, con ocasión del 500° aniversario de la liberación (para él "caída") de Tenochtitlán me acusó, sin ningún tipo de pruebas (y sin haberse tomado siquiera la molestia de hojear mis antecedentes académicos o de recabar información sobre mí ya larga trayectoria política antimperialista) de ser un representante del pensamiento colonialista.

En otras épocas históricas, ese tipo de ofensas se dirimían en el campo del honor. Hoy corren otros tiempos que algunos llaman más civilizados. Es por eso por lo que le exijo al señor presidente de la República de México (considerándolo un hombre de honor que busca la verdad) que invite a un debate profundo sobre la Conquista de América (como tuvo el coraje de convocar el emperador Carlos V en el año 1550). Debate que podría tener lugar en una Universidad de Suiza, la que el señor presidente elija, y al cual asistan cinco especialistas que defiendan sus tesis y cinco especialistas que, como quien esto escribe, sostengan que España no conquistó América, sino que España liberó América.

Quedo pues a la espera de la respuesta del señor presidente, a fin de dirigirme a la ciudad de Suiza que él determine, acompañado de cuatro pensadores por mí elegidos, para enfrentarnos en un debate académico con los intelectuales que, en igual número, sean designados por el actual señor presidente de la República de México.

*** Marcelo Gullo Omodeo es doctor en Ciencia Política, analista geopolítico y autor del libro Madre Patria.

_____

Segunda carta abierta al Presidente López Obrador

Segunda carta a Andrés Manuel López Obrador sobre el genocida estado azteca

EN SU SEGUNDA CARTA AL PRESIDENTE MEXICANO LÓPEZ OBRADOR, EL POLITÓLOGO ARGENTINO MARCELO GULLO RECUERDA QUE ESPAÑA NO CONQUISTÓ EL IMPERIO AZTECA, SINO QUE LIBERÓ MÉXICO DEL IMPERIALISMO GENOCIDA DE MOCTEZUMA.

Marcelo Gullo Omodeo @marcelogullo

7 septiembre, 2021 03:35

Estimado señor presidente de la República de México, don Andrés Manuel López Obrador, ¿recuerda que el pasado 25 de agosto le escribí una breve carta, a raíz de haberse referido usted a mi persona, el 13 de agosto pasado, en un acto para reivindicar el Estado azteca al cumplirse 500 años de la de toma de Tenochtitlán?

En esa ocasión, usted, sin conocer mis antecedentes académicos ni mi actuación política, me acusó, sin fundamento alguno, de ser un pensador colonialista.

No he recibido todavía respuesta alguna a mi carta, en la cual me permití darle todos los datos históricos necesarios para que usted viera lo mal informado que estaba al respecto del imperialismo antropófago de los aztecas.

Comprendo que el trabajoso ejercicio de la presidencia de la República le ha impedido hasta ahora responderme, y se me ha informado también de que los historiadores a los cuales usted encargó la respuesta todavía no han podido encontrar la forma de rebatir los argumentos por mi expuesto. Comprendo su enojo con ellos, pero le pido sea indulgente con mis colegas, porque no es fácil la tarea que usted les ha encomendado.

Hoy vuelvo a distraer su atención a fin de realizarle la siguiente pregunta.

Si un estado A hubiera matado sistemáticamente todos los años 562.285 personas desde hace 45 años, lo que da la cifra de 23.302.825 personas asesinadas en ese lapso de tiempo, y un estado B interviniera para poner fin a esa masacre, ¿usted estaría a favor del estado A o del estado B?

Para que usted disponga de más datos para tomar su decisión, le aclaro que las 562.285 personas asesinadas no son ciudadanos del estado A, sino de otros estados que el estado A ha sometido por la fuerza.

Si usted ha tomado partido por el estado B, está entonces a favor de Hernán Cortés, quien el 13 de agosto de 1521 puso fin al imperialismo antropófago de los aztecas. Si usted toma partido por A, está a favor del emperador Moctezuma.

El holocausto ejecutado por los aztecas equivaldría a asesinar 562.285 personas por año

Permítame, estimado presidente, explayarme sobre los macabros números que he expuesto. Porque los números no mienten y sólo la verdad nos hace libres.

Según Ángel Rosenblat, quien ha realizado el estudio científico más serio elaborado hasta ahora sobre la población existente en América antes de 1492, en México habitaban, en el momento de la llegada de Hernán Cortés, 4,5 millones de habitantes.

Por otra parte, Williams Prescott, uno de los historiadores más críticos de la conquista española y uno de los más fervientes defensores de la civilización azteca, afirma: "El número de las víctimas sacrificadas por año inmoladas (por los aztecas) era inmenso. Casi ningún autor lo computa en menos de 20.000 cada año, y aún hay alguno que lo hace subir hasta 150.000".

Entonces, si México poseía 4,5 millones de habitantes en 1521, 20.000 personas masacradas por año equivalían al 0,444% (número periódico) de la población de ese momento. Esto quiere decir, para que usted tome la real dimensión del holocausto ejecutado por los aztecas, que extrapolado ese porcentaje a la actual cantidad de habitantes de México (127.792.000), equivaldría a asesinar 562.285 personas (quinientos sesenta y dos mil doscientos ochenta y cinco personas) por año.

Si, ha leído usted bien. Aunque parezca mentira, si se tomara tal extrapolación sobre el promedio de 85.000 personas asesinada en 1521, equivaldría al 1,888% (número periódico) de habitantes, cosa que compondría una cifra trasladada a la actualidad de 2.412.713 personas (dos millones cuatrocientos doce mil setecientas trece personas) ejecutadas por año.

Por fin, si se tomara el máximo de personas masacradas por año citado por Prescott de 150.000 personas, estas habrían representado el 3,33% (número periódico) de la población, cosa que extrapolada al día de hoy equivaldría a dar muerte a 4.255.474 personas.

Si España tuviese que pedir disculpas por vencer al imperialismo azteca, EEUU y Rusia tendrían que hacerlo por derrotar al imperialismo nazi

Sí, ha leído usted bien. Cuatro millones doscientos cincuenta y cinco mil cuatrocientos setenta y cuatro personas asesinadas por año.

Se impone como conclusión lógica que el estado azteca era un estado genocida.

Es esta una verdad sencilla e irrebatible, pero que nadie se atreve a decir por temor a las represarías de los guardianes (de los rottweiler implacables) del sistema mediático académico que ha instaurado la dictadura de lo políticamente correcto.

Una verdad, repito, simple, pero irrefutable: el Estado azteca era un Estado totalitario genocida que oprimía a su propio pueblo y que llevó a cabo como política de Estado la conquista de otros naciones indígenas para tener seres humanos que sacrificar a sus dioses y usar la carne humana así conseguida como alimento principal de los nobles y sacerdotes.

Esta es la verdad que no se puede decir porque entonces la leyenda negra de la conquista española de México se cae como un castillo de naipes cuando es empujado por una pequeña brisa. Esa es la verdad que me lleva a afirmar que si España tuviese que pedir disculpas por haber vencido al imperialismo antropófago azteca, tanto los Estados Unidos como Rusia tendrían que pedir perdón por haber derrotado al imperialismo genocida nazi.

La batalla por Tenochtitlán fue sangrienta, pero tan sangrienta como la batalla por Berlín, que puso fin al totalitarismo nazi. Las pruebas que presento en mi obra Madre Patria. Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas al separatismo catalán sobre el holocausto azteca son abrumadoras.

Cuando se analiza la historia sin prejuicios y no se quiere ocultar la verdad, como hacen los supuestos historiadores que escriben sobre el supuesto genocidio que implicó la conquista española de América, pero que callan sobre los sacrificios humanos realizados por los aztecas, se llega a la conclusión de que el imperialismo azteca fue el más atroz de la historia de la humanidad.

Hernán Cortés liberó México del imperialismo azteca

Por otra parte, estimado presidente, es indiscutible que el mismo pueblo azteca (no la nobleza y la casta sacerdotal) sintió un gran alivio cuando se produjo la caída de Tenochtitlán, porque el Estado azteca era un Estado totalitario que oprimía también a su propio pueblo, sobre todo a las mujeres.

El Estado estaba compuesto de una casta oprimida (conformada por los esclavos, los labriegos y los artesanos) y una casta opresora integrada por la nobleza y los sacerdotes encargados del culto a los dioses. No hay duda alguna que el pueblo azteca sufría la tiranía del emperador Moctezuma.

Bajo el despotismo de Moctezuma (como demostró también José Vasconcelos) "las mujeres eran poco menos que mercancía y los reyezuelos y los caciques disponían de ellas a su antojo y para hacerse presentes". No hay duda alguna de que "el lazo que unía a Moctezuma con sus feudatarios era de terror, que cada rey comarcano dejaba en rehenes en la capital hijos, parientes, amigos".

Estas son las verdades que me llevan a reafirmar que Hernán Cortés no conquistó México. Hernán Cortés liberó México del imperialismo azteca.

Estas son las verdades por las cuales, estimado presidente Andrés Manuel López Obrador, pienso que usted no ha aceptado hasta el día de hoy mi desafío de convocar un gran debate sobre la Conquista de América (como tuvo el coraje de realizar el emperador Carlos V en el año 1550), que podría tener lugar en una universidad de Suiza, la que el señor presidente elija, y al cual asistan cinco especialistas que defiendan las tesis del señor presidente y cinco especialistas que, como quien esto escribe, sostengan que España no conquistó América, sino que España liberó América.

Es de hombres de bien reconocer los errores. Pero si usted cree que no se ha equivocado al reivindicar el Estado genocida más espantoso de la historia de la humanidad tenga entonces a bien aceptar reto que le he lanzado.

Marcelo Gullo: Madre Patria
Marcelo Gullo: Madre Patria



*** Marcelo Gullo Omodeo es doctor en Ciencia Política, analista geopolítico y autor del libro Madre Patria.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La sociología de Pierre Bourdieu: Habitus, campo y espacio social

Macionis y Plummer: Los tres clásicos de la sociología (Marx, Durkheim y Weber)

Metodología de la Investigación Social: Introducción general (Alfredo Poviña)

Maurice Halbwachs: La memoria colectiva (fragmentos) (1925)

Investigación social: tema y problema en investigación (2013)

Macionis y Plummer: Desigualdad y estratificación social (Cap. 8)

Stuart Hall: ¿Quién necesita «identidad»? Cap. 1 de Cuestiones de identidad cultural (1996)

Ely Chinoy: Cultura y sociedad (La sociedad, 1966)

Teoría de la privación relativa de Robert Merton (Teoría y Estructura Social, 1949)

Edward B. Tylor: La ciencia de la cultura (Cultura primitiva, 1871)