Hans Freyer: Teoría de la época actual, 1955 (Reseña)

Teoría de la época actual

Hans Freyer

Hans Freyer, Teoría de la época actual, Traducción de Luis Villors, México: Fondo de Cultura Económica, 1958, 273 págs. (Primera edición en alemán: 1955).


Hans Freyer: Teoría de la época actual
Hans Freyer: Teoría de la época actual (Reseña)

He aquí un libro profundo e instructivo que debería leerse ampliamente en nuestra América. Por suerte ha caído en manos de un traductor que supo ponerlo en un castellano excelente, fácil de leer y de entender (no hemos podido cotejar la traducción con el original, pero estamos seguros de que quien, en los tiempos que corren, demuestra tanto respeto por su propio idioma habrá sabido también ser fiel al ajeno).

La obra comienza evocando la presencia en la Italia contemporánea de labriegos que viven como en los tiempos de Camilo o Catón. La evocación debe servirnos de advertencia: la "teoría de la época actual" no pretende describir exhaustivamente cuanto sucede en nuestros días, sino más bien exponer de modo general y abstracto los rasgos y tendencias característicos de aquello que ahora ocupa el primer plano del acontecer, de lo propiamente "actual" de nuestra actualidad. El autor cree verlo en la estructuración de las relaciones humanas conforme a la pauta de lo' que él llama el "sistema secundario", cuya esencia, posibilidades y peligros se esmera en definir a lo largo de la obra. El concepto de "sistema secundario" que Freyer elabora constituye un modelo teórico propuesto como prototipo al que, sabiéndolo o sin saberlo, tienden a ajustarse las organizaciones sociales propias de nuestra época. Vivimos en un tiempo en que parece a punto de realizarse la posibilidad, acariciada durante largos siglos, de consumar la historia, lo que aparentemente habría de ocurrir por el camino -en vías de recorrerse-e- de una extrema potenciación de otras tres grandes posibilidades humanas: la posibilidad de fabricar objetos, la posibilidad de organizar el trabajo, la posibilidad de civilizar al hombre. Lo curioso es que la consumación de la historia, que siempre se concibió como la instauración del Paraíso en la Tierra, ahora que de veras empieza a dibujarse en el horizonte, más semeja un infierno que el Paraíso. Tal infierno sería la organización de la humanidad entera en un inmenso sistema secundario. Pero no es necesario esperar hasta entonces para estudiar el modelo, cuyas concreciones de mayor o menor envergadura nos rodean ya por doquier.

Parece inevitable indicar aquí brevemente qué entiende Freyer por "sistema secundario". Por otra parte, todo intento de resumir su pensamiento tiende por fuerza a trivializarlo. En efecto, uno de los mayores méritos del libro consiste en que no dogmatiza ni puntualiza, sino que va conjurando en una serie" de capítulos que versan sobre distintos aspectos de la vida moderna, como las imágenes y tonalidades apropiadas para trazar un gran fresco de la sociedad actual. Tal vez ," sea 10 más oportuno transcribir el pasaje en que Freyer presenta en una primera versión abstracta su modelo:

"Admitamos, pues, una estructura social construida de tal modo que no recoja ningún orden recibido, no reconozca ningún derecho exclusivo introducido en ella, no confíe en ninguna validez previa, ni cuente con ninguna; más bien, que todo lo que entre en esa estructura deba estar previsto en su plan de construcción y puesto en movimiento por los impulsos de ese plan, y que sólo deban componer la estructura elementos señalados intencionalmente; es decir, ausencia de supuestos hasta el extremo nominalismo (podría decirse): un nominalismo práctico por cierto. Esta estructura se proyecta sobre un espacio que no es más que un sistema de coordenadas, y no un campo de fuerzas, ni un mundo acuñado de antemano por la historia; lo que haya de eso queda ignorado o desalojado… Los elementos de un sistema semejante (en el- caso de una estructura social, los hombres) deberían en cualquier caso definirse por unas cuantas propiedades y sólo en esta forma abstracta ingresar en el sistema; de lo contrario no se cumpliría el postulado de contar solamente con magnitudes conocidas. Así, el hombre, en la medida en que pertenece a ese modelo, queda reducido a un mínimo ... Para decirlo concretamente: sólo cuenta con los impulsos y disposiciones que apenas podrían abstraerse de la naturaleza humana y cuya acción constante el mismo modelo se atreve a garantizar, gracias al orden que él establece; así, cuenta con un instinto de conservación, con su voluntad de aprovechar las oportunidades que se le ofrezcan, con cierta tendencia a mejorar si le resulta provechoso (aunque con ésta cuenta en grado variable, pues siempre presupone también su pereza y su inclinación a la inercia), por fin con su propensión al bienestar y con algunos vínculos elementales con mujer e hijos. Así "toman" a los hombres los sistemas secundarios; es decir: proyectan un orden social que pueden llevar a cabo sujetos así dispuestos y que los ocupa constantemente". (Págs. 86 y sig.).

Un sistema así-contrasta con todo vínculo social (como el amor, la amistad, etc.) que comprometa la persona entera delos partícipes. Pero contrasta también con las organizaciones sociales típicas de épocas pasadas, que se caracterizaban por eregir su racionalidad "sobre bases ya formadas" en las que descansaba "su estabilidad", "su legitimidad" (pág. 89). A lo largo del libro la idea de sistema secundario se vuelve cada vez más concreta, se estudia su esencial conexión con las ideologías y el aislamiento en que sume al individuo, su intrínseca tendencia al totalitarismo y a la adulteración de la herencia histórica. La última parte contiene un análisis profundo de la idea de "situación histórica” — ésta sólo existe como tal para quien la asume y muestra así que "está a la altura de ella"- y una presentación, ni optimista ni pesimista (es hora, al fin, de librarse de esta antítesis, que Heidegger con razón ha llamado "pueril") de nuestras perspectivas:

"Una existencia en un mundo fabricado de todo a todo, la vida reducida a la empresa, la libertad al asueto, la dicha al confort, el humanismo a un programa social humanitario que cubre en caso de necesidad la inhumanidad del sistema: ese futuro (mejor dicho esa carencia de futuro), ha aparecido en el horizonte como auténtica posibilidad. Pero la fórmula del acontecer histórico tiene dos caras y las sigue teniendo en cualquier situación. Queda también la esperanza de que pueda resultar una nueva condición humana a partir de la herencia. Sólo la ficción del quiliasmo cierra la historia con un último, fin allende el cual no hay futuro. La verdadera historia está siempre abierta por su cara anterior y, aun cuando la enajenación amenaza cerrarla como callejón sin salida, nunca debemos, decir que jamás hubiere de continuar". (págs. 258 y sig.).


ROBERTO TORRETIl.


Universidad de Puerto Rico.


ERIC VOEGELIN, Plato and Aristotle, Vol. IU de arder and History, Baton Rouge: Luisiana State University Press, 1957.


Este es el tercer volumen de una proyectada serie de seis en los cuales el profesor Voegelin pretende justificar los medios de Dios para con el hombre. Tan formidable tarea es apremiante si Dios, como él dice, "interviene en el juego del orden y la historia utilizando al hombre como su marioneta". (p. 216 siguiendo a Platón, Reyes 6440)' Para aquellos que favorecen un punto de visto humanístico en esta materia, e1 concepto que en esta obra se' presenta del hombre y sus trabajos, no es muy satisfactorio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ely Chinoy: Cultura y sociedad (La sociedad, 1966)

Berger y Luckmann: Resumen de La sociedad como realidad subjetiva (Cap. 3 de La construcción social de la realidad, 1966)

La laicidad según Reina Reyes

Peter Berger: La sociología como un pasatiempo individual (Introducción a la sociología, 1963)

Zygmunt Bauman: Sociología y sentido común (Pensando sociológicamente, 1990)

Herbert Blumer: La posición metodológica del interaccionismo simbólico (El Interaccionismo Simbólico: Perspectiva y método, 1969)

Teoría de la privación relativa de Robert Merton (Teoría y Estructura Social, 1949)

Peter Berger: Para comprender la teoría sociológica

Macionis y Plummer: Desigualdad y estratificación social (Cap. 8)

Robert Merton: Estructura social y anomia (Cap. 6 de Teoría y estructura sociales, 1949)