1975 Los tres días del cóndor: Un modesto funcionario (por Marcelo López Diez, 2022)

1975 Los tres días del cóndor

1975 Los tres días del cóndor: Un modesto funcionario (por Marcelo López Diez, 2022)
1975 Los tres días del cóndor

Un modesto funcionario

I

El aroma de los inciensos de sándalo me gusta más que cualquier otro aroma que pueda haber, tiene un carácter místico y eso es en lo que más me gusta creer porque no soy religioso, pero me satisface recordar todo lo que puede pasar después de encender una de este asombroso aroma espiritual. Percibo la imagen de un templo perfumado por miles de estas varitas. Y después de este, la selecta tranquilidad de un tiempo detenido, sin reglas fijadas por sociedades mecánicas ni atardeceres apagándose tras miles de gritos.

Podría encenderlos durante horas, días, semanas y no aburrirme de ese aroma tan mágico, que como la lámpara de Aladino contiene deseos, preguntas y nociones de una arquitectura mental menguada por los años de ausencia de virtudes.

La modestia es un asunto delicado cuando se trata de un lector de libros de oferta, pero cuando el lector se desayuna con Milton eso cambia y el problema se profundiza, tanto que me hace pensar en un pozo de agua de una profundidad no humana.


II

Ser un modesto funcionario no me quita el sueño, tampoco me alienta como al resto de mis contemporáneos a pelear por un cargo público. Pero cuando tengo que dejar de creer en la humanidad, recuerdo a la demencia que se sostiene bajo los pilares de la democracia, el egoísmo, este es el confuso paradigma humano, de él cabe esperar la ausencia total de razón.


III

El aroma de las oficinas públicas cambia dependiendo del perfume de los funcionarios que allí desempeñen su labor, y, en caso de que no se bañe, el riesgo a contraer una alergia es muy alto. Fuera de las oficinas, el aprisionamiento de humo en los pulmones por kilos de tabaco es un anuncio de suicidio. A algunos, esto les parecerá inaudito, pero es una manera más rápida de morir que hacerlo año tras años hasta llegar a la jubilación. La triste y lenta vida les hace ser incapaces de pensar en mejorarse a si mismos, todo lo que importa es obtener préstamos que son fáciles de conseguir para comprar herramientas sustitutivas de cualquier pensamiento de mejora espiritual.


IV

Una vez cometí el error de anotarme para trabajar en cualquier oficina, el anuncio de los cargos era tan superfluo, el cargo para el que quedaban lugares era el de inspector de tránsito con un sueldo acorde a la falta de valores morales existentes en un balneario. Llené varios formularios y hasta contesté algunas preguntas a nivel verbal que no conducían a ningún nivel intelectual posible, después, tuve que esperar en un lugar con las paredes pintadas de azul chismoso y un piso de baldosas inglesas. Tenían un diario bastante viejo, porque nadie leía allí, al abrir las primeras páginas comentaban que Robert Redford se retiraba de la actuación. En alguna parte citaban una película de 1975 “Los tres días del cóndor”, la busqué durante días hasta que la pude alquilar en un video club de esos que tenían pocas, pero buenas películas clásicas.

El trabajo no lo conseguí, ya tenían a hijos de funcionarios para colocar, así que todas las pruebas que ponían para personas como yo eran solo para dejar tranquila a una parte de la población, el estado siempre gana, o, mejor dicho, la mecánica funciona siempre a favor del político. Solo tuve que pensar en aquella reseña sobre cine para colocar el VHS y meditar.

Después de servirme un vaso de vino dejé que todo ocurriera, no había una tormenta afuera, así que todo caminó sobre las cálidas ruedas de la primavera. El poder de ejercer una idea a través de mentiras es algo tan viejo como toda la humanidad, “el fin justifica los medios” y todo tiene sentido.

El estado tiene mi nombre en diferentes boletas de pago de impuestos, saben lo que como, cuánto gasto de luz, agua, teléfono, si estoy viviendo con alguien y qué enfermedad puedo tener. Esto no me quita el sueño, porque, por lo menos, puedo seguir respirando. Al final entendí alunas ideas que me rondaban la cabeza desde hacía meses, después de ver una ficción no tan ficticia.

Y allí me di cuenta de que no necesitaba de agentes secretos ni enunciados largos para que el estado estuviese observándote, manipulándote siempre.

Marcelo López




Los tres días del cóndor (1975): Un modesto funcionario, por Marcelo López Diez (2022)
Los tres días del cóndor (Sydney Pollack, 1975)

Película: Los tres días del cóndor

Ficha técnica

Título original
Three Days of the Condor

Año
1975

Duración
117 min.

País
Estados Unidos

Dirección
Sydney Pollack

Guion
Lorenzo Semple Jr., David Rayfiel. Novela: James Grady

Música
Dave Grusin

Fotografía
Owen Roizman

Reparto
Robert Redford, Faye Dunaway, Cliff Robertson, Max von Sydow, John Houseman, Addison Powell, Tina Chen, Walter McGinn

Productora
Paramount Pictures

Género
Intriga | Espionaje

Sinopsis
Un modesto funcionario de la CIA (Robert Redford) trabaja leyendo libros con el fin de detectar mensajes cifrados que permitan desvelar operaciones secretas susceptibles de perturbar la estabilidad del país. Un día, cuando vuelve al trabajo, encuentra a todos sus compañeros muertos. Consciente de que sólo el azar lo ha salvado de una muerte segura, huye tratando de salvarse, pero también para encontrar una explicación a lo sucedido. En su fuga se verá obligado a secuestrar a una mujer (Faye Dunaway) con la que, además de compartir su aventura, vive una intensa historia de amor. (FilmAffinity)

Premios
1975: Nominada al Oscar: Mejor montaje
1976: Nominada al Globo de Oro: Mejor actriz en drama (Faye Dunaway)




Publicado orifinalmente en 1975 Los tres días del cóndor. Un modesto funcionario - facebook, MLD.

Comentarios

  1. De alguna manera el cine se vuelve un recurso de alumbramiento para rostros lejanos. Un reflejo del sol sobre un coche que está esperando ser encendido.

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  2. He descubierto sobre la mesa de la cocina un abrelatas casi tan absurdo como mi vida, solo que mi vida es amarilla como las imaginarias páginas de los libros de poesía, pero sin palabras poéticas y lo que sale de mi pene es de un rojo parecido al color de los márgenes de cuadernos manchados por el tiempo.

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