Macionis y Plummer: Pensar sociológicamente, pensar globalmente (Sociología, Cap. 2)
Pensar sociológicamente, pensar globalmente
Macionis, John J. y Plummer, Ken
Contenidos
1. ¿Cuál es la tradición clásica de la sociología? Un pequeño recorrido por la teoría sociológica
2. Paradigmas principales o «clásicos» en sociología
3. Nuevos paradigmas en sociología: otras voces y el postmodernismo
4. Pensar globalmente: una perspectiva global en sociología
5. Hacer balance y mirar hacia delante
Cap. 2 de Sociología. Pearson Educación, Madrid. 2011. Parte I: Introducción a la sociología.
De ahora en adelante, nada de lo que ocurra en nuestro planeta será un acontecimiento meramente local.
Ulrich Beck.
En el último año del milenio pasado, el planeta Tierra era el hogar de más de seis mil millones de personas que vivían en las ciudades y en las zonas rurales de casi 200 países. Para entender el «perfil» social de este mundo, imagine por un momento que la población del planeta se redujera a una única aldea de cien personas. Una visita a esta «aldea global» nos mostraría que más de la mitad (61) de sus habitantes serían de Asia, donde 21 serían de la República Popular China y 17 de la India. A estos les seguirían, en términos cuantitativos, 13 procedentes de África, 12 de Europa, ocho de América del Sur, cinco de América del Norte y uno de Oceanía.
Un estudio de esta aldea nos revelaría algunas conclusiones sorprendentes. Su población creería en «dioses» muy diferentes: 32 serían cristianos, 19 musulmanes, 13 hindúes, doce practicarían religiones populares (como el chamanismo), seis serían budistas, dos seguirían otras religiones como el Confucionismo y la fe Bahai, uno sería judío y quince no tendrían creencias religiosas.
Se hablarían unas 6.000 lenguas en la aldea pero cerca de la mitad se entenderían en chino, nueve en inglés, ocho en hindi, siete en español, cuatro en árabe, otros cuatro en bengalí, tres en portugués, y otros tres hablarían ruso. Nuestra aldea sería un lugar rico, con una enorme lista de productos y servicios a la venta. No obstante, la mayoría de las personas no podrían más que soñar con estos tesoros, porque el 80 por ciento de la renta total de la aldea pertenecería a tan solo 20 individuos.
La comida sería la gran preocupación para la mayoría de la población. Cada año, los trabajadores del sector primario producirían más de lo necesario para alimentar a todos; pero incluso así, la mitad de la población de la aldea (incluyendo la mayoría de los niños) estarían hambrientos. Los 20 residentes en peor situación (¡juntos poseerían menos dinero que la persona más rica de la aldea!) carecerían de comida, de agua potable y de un refugio seguro. Su salud sería precaria y no estarían en condiciones de trabajar. Todos los días alguno de ellos contraería alguna enfermedad mortal. Otros cincuenta carecerían de una fuente de alimentos regular y pasarían hambre la mayor parte del tiempo.
Los ciudadanos de la aldea se sentirían orgullosos de la gran cantidad de escuelas de la comunidad, de sus facultades y de sus universidades. De los 38 habitantes con edad escolar, 31 asistirían a la escuela pero muy pocos (7.5) llegarían a la universidad. La mitad no sabrían leer ni escribir.
La perspectiva sociológica nos recuerda que las diferencias que existen en el mundo son muchas. Las oportunidades que nos ofrece la vida y nuestras propias experiencias vitales son radicalmente distintas dependiendo del tipo de sociedad en que hayamos nacido. Las vidas de las personas no siguen un camino casual, y tampoco dependen únicamente de lo que los filósofos llaman «libre albedrío» para tomar decisiones y hacer esto o lo otro. Por el contrario, aunque los individuos tomamos decisiones importantes cada día, lo hacemos en un escenario muy amplio que llamamos «sociedad» (una familia, una universidad, un país, el mundo entero). La sociología nos enseña que el ámbito social guía y limita nuestras acciones y opciones de vida exactamente como las estaciones del año influyen en las actividades que realizamos y en la ropa que nos ponemos. Es el marco en el que tomamos las decisiones de nuestra vida. Y, como los sociólogos saben mucho acerca de cómo funciona la sociedad, son capaces de analizar y predecir con perspicacia y precisión cómo nos comportaremos. Muchos de los logros que atribuimos a nuestras habilidades personales son el producto de la posición privilegiada que ocupamos en el sistema social mundial1.
1. El escenario de la aldea global se ha adaptado de los datos de las Naciones Unidas. Véase también: Smith y Armstrong, 2003.
Temas clave
- Los modos clásicos de reflexionar acerca de la sociedad.
- Las últimas perspectivas en sociología.
- Una perspectiva global en sociología.
- Globalización.
¿Cuál es la tradición clásica de la sociología? Un pequeño recorrido por la teoría sociológica
La tarea de interrelacionar un conjunto de observaciones aisladas para llegar a comprenderlas globalmente nos conduce a otra dimensión de la sociología: la teoría sociológica. A menudo los estudiantes abandonan el estudio de la teoría pensando que les va a resultar complicada y difícil. En nuestro caso, la teoría es lo que diferencia a la sociología de, pongamos por caso, el periodismo o los documentales de televisión dedicados a temas sociales. Una teoría es una exposición de cómo y por qué se relacionan ciertos hechos específicos. Pero la sociología ayuda a realizar esto de manera más sistemática (véase Lee y Newby, 1983; Craib, 1992). Recuerde que Emile Durkheim observó que ciertas categorías de personas (los hombres, los protestantes, los ricos y los solteros) tienes tasas de suicidio más altas que los demás (las mujeres, los católicos y los judíos, los pobres y los casados). Explicó estas observaciones creando una teoría: un alto riesgo de suicidio se deduce de un nivel bajo de integración social.
Por supuesto, cuando Durkheim consideró el tema del suicidio, tuvo en cuenta gran cantidad de teorías posibles. Pero relacionar simplemente los hechos no es garantía de que una teoría sea correcta. Para evaluar una teoría, como explicaremos en el siguiente capítulo, los sociólogos utilizan en pensamiento lógico y crítico junto con un conjunto de herramientas de investigación para reunir evidencias. Los «hechos», como veremos, son siempre un asunto complicado. Por ejemplo, considere la misma idea de «tasa de suicidio» utilizada por Durkheim. ¿Exactamente qué mide esta tasa? ¿Tiene en cuenta todos los suicidios? ¿Cómo podemos asegurar que una muerte ha sido realmente un suicidio? A pesar de las dificultades que presentan los hechos, los que se esfuerzan por trabajar con ellos, por medirlos o cuantificarlos, lo que les permite confirmar algunas teorías y rechazar o modificar otras.
Como sociólogo, Durkheim no se sintió satisfecho simplemente con identificar una causa verosímil de suicidio; obtuvo datos para ver precisamente qué categorías de personas se suicidaban con mayor frecuencia. Escudriñando sus datos, Durkheim finalmente se decidió por la teoría que mejor encajaba con los datos que logró reunir.
En el empeño de desarrollar teorías acerca de las sociedades humanas, los sociólogos se enfrentan a un amplio abanico de decisiones. ¿Qué temas deberíamos estudiar? ¿De qué manera deberíamos relacionar los hechos para formar teorías? ¿Sobre qué hipótesis se deberían apoyar nuestras teorías? Para entender la sociedad, los sociólogos se dejan guiar por uno o varios «mapas de carreteras», teorías o paradigmas. Podemos considerar que un paradigma teórico es una imagen básica que guía el pensamiento y la investigación.
Anteriormente llamamos la atención sobre el hecho de que dos fundadores de la sociología (Auguste Comte y Karl Marx) entendieron la sociedad moderna de manera radicalmente diferente. Estas diferencias persisten hoy en día cuando algunos sociólogos destacan de qué manera las sociedades siguen siendo las mismas, mientras que otros se centran en las pautas de cambio. De igual modo, algunos teóricos de la sociología se centran en lo que hace que las personas permanezcan unidas, mientras que otros investigan de qué manera la sociedad divide a las personas según su género, raza, etnia o clase social. Algunos sociólogos buscan entender el funcionamiento de la sociedad tal cual es, mientras que otros fomentan activamente lo que consideran un cambio social deseable.
En resumen, no siempre los sociólogos se ponen de acuerdo acerca de cuáles son las cuestiones más interesantes; incluso cuando coinciden en esto, pueden llegar a respuestas diferentes. No obstante, la disciplina de la sociología no es en absoluto caótica. Como muchas otras disciplinas hace frente a sus propias polémicas y presenta múltiples paradigmas, que contienen un conjunto de imágenes básicas que guían el pensamiento y la investigación.
Véase en la Figura 2.1 un resumen de varias posturas. En los últimos cien años, los sociólogos han desarrollado tres vías teóricas principales de pensamiento acerca de la sociedad. Las presentaremos a continuación (y volveremos a hacer referencia a ellas a lo largo del libro). Podemos llamarlas los paradigmas clásicos que han definido la sociología en el pasado. Pero, como ocurre con cualquier disciplina en desarrollo, estos paradigmas están siendo constantemente refinados y desarrollados, mientras que simultáneamente otros nuevos aparecen junto a ellos. Después de esbozar estas corrientes principales, o clásicas, prestaremos atención a algunos paradigmas emergentes.
Figura 2.1 - Un mapa simplificado de la teoría sociológica |
Paradigmas principales o «clásicos» en sociología
En general, tres han sido los paradigmas que han dominado el pensamiento sociológico hasta hace poco: la teoría del funcionalismo, la del conflicto y la de la acción. Describiremos brevemente cada uno, y volveremos sobre ellos a lo largo del libro (también nos ocupamos de ellos en la dirección de Internet que acompaña este manual).
El paradigma funcionalista
El funcionalismo es un marco para la construcción de una teoría que imagina la sociedad como un sistema complejo cuyas partes trabajan juntas para fomentar la solidaridad y la estabilidad. Este paradigma comienza por reconocer que nuestras vidas están guiadas por la estructura social, que implica unas pautas o regularidades relativamente estables de comportamiento social. La estructura social es la que da forma a la familia, la que motiva a las personas para que se saluden por la calle, o la que pauta el ritual de una clase universitaria. En segundo lugar, este paradigma nos conduce a comprender la estructura social en términos de sus funciones sociales, o consecuencias para el funcionamiento de la sociedad.
Toda la estructura social (desde la vida familiar hasta un simple apretón de manos) contribuye al funcionamiento de la sociedad, al menos en su forma presente.
El funcionalismo le debe mucho a las ideas de Auguste Comte quien, como ya hemos explicado, buscaba promover la integración social en una época de cambios tumultuosos. Un segundo arquitecto de este enfoque teórico, el influyente sociólogo británico Herbert Spencer (18201903), se presenta en el cuadro que aparece a continuación.
Spencer fue un estudioso tanto del cuerpo humano como de la sociedad, y llegó a la conclusión de que ambos tenían mucho en común. Las partes estructurales del cuerpo humano incluyen el esqueleto, los músculos y varios órganos internos. Estos elementos son interdependientes, y cada uno contribuye a la supervivencia del organismo completo. De la misma manera, razonaba Spencer, varias estructuras sociales son interdependientes, y trabajan en concierto para mantener la sociedad. Así, el paradigma estructural-funcionalista organiza las observaciones sociológicas sobre la base de identificar varias estructuras de la sociedad e investigar la función de cada una.
En Francia, varias décadas después de la muerte de Comte, Emile Durkheim continuó con el desarrollo de la sociología. Durkheim no compartía el darwinismo social de su colega británico Spencer; en su lugar, su trabajo se preocupaba ante todo del tema de la solidaridad social, o cómo las sociedades «se mantienen unidas». Debido al alcance de la influencia de Durkheim en la sociología, analizaremos su trabajo con todo detalle en el Capítulo 4.
A medida que la sociología se desarrollaba en Estados Unidos, muchas de las ideas de Herbert Spencer y Emile Durkheim fueron tenidas en cuenta por Talcott Parsons (1902-1979). Parsons fue el principal defensor estadounidense del paradigma funcionalista, que entendía la sociedad como un sistema. Según Parsons, la sociología debía identificar las tareas básicas que debe realizar cualquier sociedad para mantenerse en equilibrio y sobrevivir.
Todas las sociedades, argumentaba, necesitan ser capaces de adaptarse, alcanzar sus objetivos, mantenerse estables, y hacer que sus miembros se sientan bien integrados realizando cada uno su tarea. Sin esto, las sociedades corren el riesgo de derrumbarse.
Un contemporáneo de Parsons fue el sociólogo estadounidense Robert K. Merton, que amplió nuestra comprensión del concepto de función social de un modo nuevo. Merton (1968) explicó, en primer lugar, que las consecuencias de cualquier pauta social probablemente difieren para varios miembros de una sociedad. Por ejemplo, las familias convencionales son capaces de aportar un apoyo crucial para el desarrollo de los niños, pero también confieren privilegios a los hombres mientras que limitan las oportunidades de las mujeres.
En segundo lugar, y como dice Merton, a menudo resulta complicado percibir todas las funciones de una estructura social determinada. Merton definió como funciones manifiestas aquellas que forman parte explícita del objetivo de unas determinadas pautas sociales y que son fácilmente reconocibles. Por el contrario, las funciones latentes serían aquellas que no forman parte explícita del objetivo de unas determinadas pautas sociales y que no resultan evidentes. Por ejemplo, entre las funciones obvias de una formación académica superior se incluye proporcionar a las personas la información y las destrezas necesarias para desempeñar sus trabajos de manera efectiva. Pero quizás tan importante, aunque no se reconozca fácilmente, sea la función de la universidad como un lugar adecuado para encontrar una pareja adecuada, de la misma posición social y nivel educativo. Otra función puede ser mantener a millones de personas jóvenes fuera del mercado laboral donde, presumiblemente, muchos de ellos no encontrarían un empleo. Y una cuarta función, menos obvia, puede ser reforzar un sistema de prestigio y desigualdad, al excluir de las aulas a muchos que carecerán de las mismas oportunidades laborales que tendrán los universitarios.
Merton hace una tercera consideración: no todos los efectos de una determinada estructura social son socialmente beneficiosos. Con ello se refería a las disfunciones sociales, que tienen consecuencias negativas para el funcionamiento de la sociedad. Además, las personas pueden no ponerse de acuerdo acerca de lo que resulta útil o perjudicial para la sociedad. Así, mientras algunos pueden opinar que la formación académica superior promueve el pensamiento de izquierdas y pone en peligro los valores tradicionales, otros pueden desestimar estas afirmaciones como triviales o simplemente erróneas, y afirmar que la formación académica superior es disfuncional porque reproduce las desigualdades sociales al cerrar sus puertas a los que tienen menos recursos económicos y proceden de familias humildes y sin estudios.
Comentario crítico
La característica más destacada del paradigma funcionalista es su visión de la sociedad como un todo comprensible, ordenado y estable. Por lo general, los sociólogos acompañan este enfoque con métodos científicos de investigación dirigidos a entender «qué es lo que hace que la sociedad funcione del modo en que lo hace».
Hasta la década de 1960, el paradigma funcionalista dominó la sociología. Sin embargo, en las últimas décadas su influencia ha menguado. ¿Cómo podemos suponer que la sociedad tiene un orden «natural» —se cuestionan los críticos— cuando las pautas y estructuras sociales varían de un lugar a otro y cambian a lo largo del tiempo? Es más, haciendo hincapié en la integración social, el funcionalismo tiende a restar importancia a la desigualdad basada en la clase social, la raza, la etnicidad y el género (divisiones que son capaces de provocar conflictos y tensiones considerables). Este enfoque en la estabilidad a expensas del conflicto y el cambio puede dar al paradigma funcionalista un carácter conservador. En general, podemos afirmar que, en la actualidad, el funcionalismo es una teoría que ha caído en desuso.
El paradigma del conflicto
El paradigma del conflicto es el marco teórico según el cual lo que domina en la sociedad no es el equilibrio, sino el conflicto de intereses entre sus miembros, sustentado y alimentado por las diferencias y desigualdades de todo tipo. Este enfoque complementa el paradigma funcional, pues destaca no la cohesión o el equilibrio social, como hacían los funcionalistas, sino las diferencias y divisiones basadas en la desigualdad. Guiados por este paradigma, los sociólogos investigan de qué manera factores tales como la clase social, la raza, la etnicidad, el sexo y la edad, están relacionados con una distribución desigual de renta, poder, educación y prestigio social. Un análisis de conflicto hace notar que, más que fomentar el funcionamiento de la sociedad como un todo, la estructura social por lo general beneficia a unas personas y perjudica a otras.
Bajo el prisma del paradigma del conflicto, los sociólogos ponen de relieve el conflicto que existe entre las categorías de personas dominantes y las desfavorecidas (los ricos con relación a los pobres, los blancos a diferencia de los negros, los hombres frente a las mujeres). Por regla general, aquellos que tienen una posición privilegiada hacen lo posible por mantenerla, mientras que los desfavorecidos responden intentando cambiar la sociedad y mejorar su situación.
A modo de ejemplo, un análisis de conflicto de nuestro sistema educativo podría poner de relieve de qué manera la escuela contribuye a perpetuar las desigualdades sociales. El proceso comenzaría en la escuela primaria y continuaría en la secundaria, cuando se filtra a los estudiantes según sus resultados académicos, que se explican, en la mayoría de los casos, por la clase social, nivel económico y educativo de sus padres. Desde el punto de vista de los funcionalistas, este filtro puede beneficiar al conjunto de la sociedad porque garantiza que los mejores estudiantes reciban la mejor educación. Pero un sociólogo trabajando desde la perspectiva del conflicto puede responder que los filtros académicos tienen poco que ver con el talento del estudiante y más con la procedencia social de los estudiantes, con los recursos económicos e incentivos que reciben en sus hogares.
De hecho, las familias con mayores recursos consiguen que sus hijos obtengan mejores resultados académicos, lo que luego se traduce en mejores puestos de trabajo y estatus social. Al contrario, los hijos de familias pobres tendrán menos probabilidad de llegar a la universidad, y, como sus padres, terminarán desempeñando empleos peor pagados y de menor prestigio social. En ambos casos, los hijos heredan, por decirlo así, el estatus social de sus padres, al tanto que la escuela puede justificar su trabajo en términos de mérito individual, cuando lo que hace, en realidad, es reproducir las diferencias sociales (Bowles y Gintis, 1976; véase también el Capítulo 20).
El conflicto social se extiende más allá de las escuelas. En capítulos posteriores de este libro pondremos de relieve los esfuerzos de las personas trabajadoras, las mujeres, las minorías raciales, étnicas, de gays y lesbianas por mejorar sus vidas. En cada uno de estos casos, el paradigma del conflicto nos ayudará a entender de qué modo la desigualdad, y el conflicto que genera, tiene su origen en la propia organización de la sociedad.
Finalmente, muchos sociólogos que son defensores del paradigma del conflicto intentan no solo entender la sociedad sino reducir la desigualdad social. Este era el objetivo de Karl Marx, el pensador social sobre cuyas ideas se apoya el paradigma del conflicto. Marx no buscaba simplemente entender cómo funciona la sociedad. En una declaración famosa (inscrita en su monumento en el Cementerio de Highgate de Londres), Marx afirmó: «Los filósofos únicamente han interpretado el mundo de varias maneras; de lo que se trata, por el contrario, es de cambiarlo.».
Comentario crítico
El paradigma del conflicto se desarrolló con rapidez durante las décadas de 1960 y 1970. Pero, como ha ocurrido con otros enfoques, le ha llegado el momento de las críticas. Debido a que este paradigma pone de relieve la desigualdad y la división, le resta importancia a cómo los valores compartidos o la interdependencia generan unidad entre los diferentes miembros de una sociedad. Además, afirman los críticos, en la medida en que el enfoque del conflicto explícitamente persigue objetivos políticos, renuncia a cualquier reivindicación de objetividad científica. Como se explica con detalle en el siguiente capítulo, los teóricos del conflicto se sienten incómodos con la idea de que la ciencia puede ser «objetiva». Por el contrario, afirman que el paradigma del conflicto, así como todos los enfoques teóricos, tiene consecuencias políticas, aunque diferentes. Como el funcionalismo, el lenguaje de la teoría del conflicto ha ido pasando de moda en los últimos años.
Una crítica más, que se aplica igualmente tanto al paradigma funcionalista como al del conflicto, es que se imaginan a la sociedad en términos muy amplios. La «sociedad» se convierte en un ente en sí mismo, donde las personas actúan y toman decisiones según su «clase social», «familia», «género», etcétera. Un tercer paradigma teórico describe la sociedad menos en términos de generalizaciones abstractas y más en términos de las experiencias y situaciones cotidianas de las personas.
El paradigma de la acción social
Tanto el paradigma funcionalista como el del conflicto comparten una orientación de nivel-macro, que implica entender la sociedad a partir de unas estructuras sociales amplias que caracterizan la sociedad como un todo. La sociología de nivel-macro abarca una visión general, algo así como observar la ciudad sobrevolándola en un helicóptero, tomando nota de cómo las autopistas organizan el tráfico de un lugar a otro y los llamativos contrastes entre los barrios ricos y los pobres. La teoría de la acción, por el contrario, toma como punto de partida a las personas en concreto, cómo se orientan y actúan en sus relaciones con otras personas, y cómo lo hacen sobre la base de significados. Esto da lugar a una orientación nivelmicro, que implica estudiar la sociedad desde la interacción social en situaciones específicas. La distinción entre macro y micro es importante en sociología y aparece de varias maneras. Lo discutiremos de nuevo en el Capítulo 7 cuando nos centremos en la interacción y la acción. En el Cuadro Controversia y Debate presentamos algunas de estas ideas con más detalle.
Uno de los fundadores del paradigma de la acción (una teoría micro que se centra en el modo en que los actores recopilan significados sociales) es Max Weber (1864-1920), un sociólogo alemán que llama la atención sobre la necesidad de entender una situación social desde el punto de vista de las personas que se encuentran en ella. Presentaremos el enfoque de Weber en toda su extensión en el Capítulo 4, pero aquí adelantaremos unas pocas ideas.
Desde el punto de vista de Weber hay que estudiar cómo los significados y la acción humana dan forma a la sociedad. Weber entendió el poder de la tecnología, y compartió muchas de las ideas de Marx acerca del conflicto social. Pero se alejó del análisis materialista de este último, argumentando que las sociedades difieren principalmente en términos de las diversas maneras en que sus miembros piensan acerca del mundo. Para Weber, las ideas (en especial las creencias y los valores) poseen poder de transformación. De modo que veía la sociedad moderna como el producto, no solo de las nuevas tecnologías y del capitalismo, sino de una nueva forma de pensar. Este énfasis en las ideas contrasta con el enfoque de Marx sobre la producción material, lo que ha hecho decir a algunos sociólogos que la sociología de Weber se puede entender como «un debate con el fantasma de Karl Marx» (Cuff y Payne, 1979: 73-74).
En todo su trabajo, Weber comparó pautas sociales en diferentes épocas y lugares. Para definir las comparaciones, se apoyó en el tipo ideal, una definición abstracta de las características esenciales de cualquier fenómeno social. Investigó la religión comparando el «protestante» ideal con el «judío» ideal, el «hindú» y el «budista», sabiendo que estos modelos no describían con precisión a ningún individuo real. Estos «tipos ideales» se pueden comparar entonces con las formas reales o empíricas, que se pueden encontrar en la vida cotidiana. Nótese que cuando Weber utiliza la palabra «ideal» no quiere decir que algo sea «bueno» o «el mejor»; podríamos investigar los «criminales», así como los «sacerdotes», como tipos ideales.
Estrechamente ligada a Weber está la tradición americana del interaccionismo simbólico. Este paradigma aparece en el trabajo del filósofo George Herbert Mead (1863-1931), que observó cómo adquirimos nuestra personalidad o self con el paso del tiempo basándonos en la experiencia social. Estudiaremos sus ideas en el Capítulo 7. Esta teoría está también relacionada con la Escuela de Chicago de Sociología (que veremos con profundidad en el Capítulo 24), que estudió la vida urbana desde este punto de vista. La interacción simbólica es pues un marco teórico que considera a la sociedad como el producto de las interacciones cotidianas de las personas que se comunican entre sí o coinciden en un contexto social determinado. Con el fin de entender estas interacciones, se hace gran hincapié en el estudio de la vida social cotidiana mediante herramientas tales como biografías y la observación. La sociología debe proceder desde este punto de vista a través de una familiaridad con los acontecimientos reales y cotidianos y no a través de teorías sociales abstractas.
¿De qué modo las experiencias cotidianas de decenas de millones de personas dan como resultado la «sociedad»? Una posible respuesta, que expondremos con detalle en el Capítulo 7, es que la sociedad surge como una realidad compartida que sus miembros construyen a medida que interactúan los unos con los otros. Mediante el proceso humano de encontrar el significado de lo que nos rodea, definimos nuestras identidades, nuestros cuerpos y nuestros sentimientos, y llegamos a «construir socialmente» el mundo que nos rodea.
Por supuesto, este proceso de definición varía en gran medida de una persona a otra. Por ejemplo, en la calle de una ciudad cualquiera, una persona puede definir a una mujer vagabunda como «una nulidad a la espera de una limosna» e ignorarla. Del mismo modo, un peatón puede sentirse seguro al pasar junto a un policía que esté haciendo su ronda, mientras que otro puede sentirse inquieto. Por tanto, los sociólogos que se guían por el enfoque de la interacción simbólica ven la sociedad como un mosaico de significados subjetivos y respuestas variables.
Sobre esta base, otros han elaborado sus propios enfoques de nivel micro para comprender la vida social. En el Capítulo 7 presentaremos el trabajo de Erving Goffman (1922-1982), cuyo análisis dramatúrgico nos hace entender nuestra vida cotidiana al modo de actores que representan su papel en un escenario. Otros sociólogos, entre los que se incluyen George Homans y Peter Blau, han desarrollado el análisis del intercambio social. Según su punto de vista, la interacción social equivale a una negociación en la que los individuos se guían por lo que esperan ganar o perder de los demás.
Por ejemplo, en el ritual de cortejo, las personas, por lo general, buscan una pareja que les ofrezca al menos tanto como ellos ofrecen (en términos de atractivo físico, inteligencia y clase social).
Comentario crítico
El paradigma de la acción ayuda a eliminar un prejuicio inherente en todos los enfoques de nivel macro. Sin negar la utilidad de estructuras sociales abstractas, como «la familia» o «la clase social», debemos tener en cuenta que, en sus términos más simples, la sociedad se compone de personas que interactúan. Dicho de otro modo, el enfoque micro ayuda a expresar mejor de qué modo los individuos experimentan realmente la sociedad y cómo colaboran entre sí (Becker, 1986).
El problema está en que, al centrarse en las interacciones cotidianas, estos teóricos pueden oscurecer las estructuras sociales más generales. Poniendo de relieve lo que es único en cada escena social se corre el riesgo de pasar por alto los efectos generalizados de nuestra cultura, así como factores tales como la clase social, el género y la raza.
En la Tabla 2.1 están resumidas las características más importantes de los paradigmas funcionalista, del conflicto y de la acción. Como ya hemos explicado, cada uno de los paradigmas es útil a su manera a la hora de responder determinados tipos de cuestiones. En general, sin embargo, la comprensión completa de la sociedad es el resultado de relacionar la perspectiva sociológica con las otras tres. Los sociólogos estudian el mundo social observando funciones y disfunciones, conflictos y consensos, acciones y significados. Los tres paradigmas teóricos ciertamente ofrecen diferentes maneras de conocimiento, pero ninguno es más correcto que los otros y los tres se han ido modificando a la luz de las nuevas teorías.
Tabla 2.1: Tres paradigmas tradicionales: un resumen |
Nuevos paradigmas en sociología: otras voces y el posmodernismo
Aunque el funcionalismo, la teoría del conflicto y la sociología de la acción son todavía perspectivas teóricas comunes dentro de la sociología, muchas otras han surgido a lo largo de las pasadas dos décadas. Como hemos visto, a menudo se considera que la sociología contiene múltiples perspectivas, lo que quiere decir que tiene en cuenta muchos puntos de vista a la hora de observar la vida social en lugar de uno solo. Por ser la sociología una disciplina viva es lógico que, a medida que la sociedad cambia, también lo hagan algunos de los enfoques que se adoptaron dentro de ella.
Algunos de ellos son solo desarrollos más completos de teorías anteriores. De modo que pueden, por ejemplo, centrarse sobre diferentes aspectos de la «acción» tales como el lenguaje y la conversación (el análisis conversacional es un enfoque que hace esto: véase el Capítulo 7). O pueden desarrollar la idea de que las sociedades son estructuras, empleándose entonces un enfoque basado, por ejemplo, en el estudio del sistema de signos y el lenguaje, que a menudo organizan esas estructuras (como hace la semiótica: véase el Capítulo 5), o un enfoque centrado en el modo en que funciona el Estado (como hace el Marxismo Althusseriano: véase el Capítulo 22). Ampliaremos estas teorías cuando discutamos más adelante los medios de comunicación (Capítulo 22).
Sin embargo, algunos consideran que otros desarrollos deben ir más lejos. Varios críticos de la sociología sugieren que la disciplina ha entrado en un estado de «crisis» en el cual muchas de sus viejas ideas y perspectivas parecen obsoletas. Para decirlo más claramente, los nuevos enfoques ponen de manifiesto perspectivas, puntos de partida, culturas o voces diferentes, bajo la idea de que nunca seremos capaces de comprender la «verdad absoluta» de una sociedad, de tener una imagen total, incluso aunque lo intentáramos. De ahí la necesidad de mostrarnos más flexibles con respecto las perspectivas parciales que adoptamos y ser conscientes de dónde nos encontramos en relación con estas perspectivas parciales. La sociología siempre será selectiva. Max Weber lo reconoció hace mucho tiempo cuando dijo: No existe un análisis científico absolutamente «objetivo» de la cultura o [...] de los «fenómenos sociales» independiente de puntos de vista especiales o «parciales» según los cuales [...] son seleccionados, analizados y organizados.
(Weber, 1949: 72) Este reconocimiento de las perspectivas, los puntos de vista, las diferentes culturas o puntos de partida a partir de los cuales se desarrolla el análisis se ha hecho cada vez más importante para la sociología moderna.Y esto significa que nos resultará útil ser explícitos y abiertos acerca de la perspectiva que tomemos. Algunos sociólogos han señalado que la sociología la han hecho, tradicionalmente, hombres blancos, occidentales, angloamericanos y heterosexuales, que han ido imponiendo en la disciplina preguntas de investigación y propuestas explicativas sesgadas. Esto podría parecerle una crítica exagerada, pero a medida que vaya leyendo este libro debería buscar autores y sociólogos que se salgan de este estereotipo. Lamentablemente, le costará trabajo. Ya sean defensores del paradigma funcionalista, del conflicto o de la (inter)acción, muchos sociólogos comparten una perspectiva de investigación que se deducen de su posición masculina y occidental.
Por el contrario, los nuevos paradigmas tienen en cuenta otras voces o perspectivas que se han mantenido silenciadas en la sociología del pasado. Consideradas juntas, proporcionan muchos más «ángulos» desde los cuales se puede obtener conocimiento sociológico. Ayudan a enriquecer el campo de acción de la disciplina en el conjunto de modos de ver la sociedad. Esto no significa que todo sea relativo y cualquier explicación sea válida. Todo lo contrario: significa que analizando cuidadosa y sistemáticamente los diferentes paradigmas podemos llegar a comprender las diferentes sociedades con más profundidad y de una manera más completa. El objetivo de la sociología sigue siendo la «objetividad» incluso si, como veremos en el Capítulo 3, esto resulta mucho más difícil de lo que pensaban los primeros sociólogos e incluso si solo podemos llegar a una aproximación a la verdad.
Muchos de estos nuevos enfoques se muestran muy críticos con los que dominaban anteriormente (los que hemos llamado paradigmas clásicos). Sin embargo, hoy en día, puede resultar más útil considerar que estos paradigmas de reciente aparición complementan y desafían a los primeros, sin sustituirlos totalmente. Los nuevos paradigmas niegan la idea de que es posible llegar a un entendimiento cabal, completo y válido para siempre del fenómeno que se está estudiando. Desde su punto de vista, todas las explicaciones son tentativas; aproximaciones más o menos sensatas a aquello que despierta nuestra curiosidad. Los más radicales entre ellos hablan de la «muerte de la metanarrativa» (término acuñado por el filósofo francés Lyotard) como una manera de rechazar cualquier idea de que exista una, y solo una, «Gran Historia de la Sociología».
Pero, ¿cuáles son estas voces nuevas? Incluyen a las mujeres, las minorías raciales y étnicas, los pueblos colonizados en todo el mundo, los gays y las lesbianas, las personas mayores, las personas discapacitadas y algunos otros grupos de personas marginadas o que se pasaron por alto. Es muy posible que usted pertenezca a uno o varios de estos grupos, y mientras lea este libro debería tener esto en cuenta.
Reuniendo todas ellas, algunas de las críticas que ha recibido la sociología clásica se pueden resumir brevemente como sigue.
1. La sociología ha sido una disciplina elaborada tradicionalmente por hombres, para hombres y acerca de los hombres (y por hombres entiéndase blancos, heterosexuales y, normalmente, privilegiados y relativamente ricos). Y por ello ha tenido siempre un enfoque limitado, incluso sesgado.
2. Asuntos de gran interés para otros grupos («racismo» para los grupos étnicos, «patriarcado» para las mujeres, «homofobia» para los gays, «colonización» para muchos grupos no occidentales, «discapacidad» para personas discapacitadas) a menudo se han pasado por alto. El significado de todos estos términos quedará claro a lo largo de este libro.
3. Cuando se han tenido en cuenta, estos temas de interés se han presentado a menudo de una manera distorsionada: con frecuencia la sociología ha sido sexista, racista, homófoba, etc.
Muchas voces se han echado en falta en sociología. Al salir a la luz, han conducido a varias posturas sociológicas novedosas que presentaremos a lo largo del libro.
Un ejemplo: el caso de una sociología feminista y las voces silenciadas de las mujeres
A modo de ejemplo: la ausencia más patente hasta la década de 1970 fue la de la voz y el sentir de las mujeres. Hasta entonces, la sociología había sido una disciplina elaborada por hombres, acerca de los hombres y para los hombres. Todo esto comenzó a cambiar con el desarrollo de una segunda oleada de feminismo (véase el Capítulo 12) que ayudó a fomentar tanto una sociología feminista como una metodología feminista.
En líneas generales, estas nuevas corrientes de pensamiento sitúan a las mujeres o el género en el centro de sus estudios específicos. Consideran la necesidad de que los sociólogos se impliquen políticamente con el fin de intentar reducir o eliminar la subordinación y la opresión que sufren las mujeres en las sociedades de todo el mundo.
Aunque encontrará un capítulo específico que aborda el tema del género de manera específica (Capítulo 12), este se tendrá en cuenta casi en cada capítulo. Incorporar una perspectiva feminista de género ayudará a ampliar y profundizar la comprensión de casi cualquier tema que estudiemos (véase Abbott y Wallace, 1997).
Sin embargo, una vez que nos encontramos con una sociología feminista comprobamos que tampoco aquí existe consenso. Para decirlo claramente, ¡las mujeres no son iguales en todo el mundo! Pensar que todas las mujeres son iguales es caer en lo que se conoce como pensamiento esencialista (el esencialismo es la creencia en esencias que son similares). En el caso que nos ocupa es creer que existe una «esencia» o núcleo central de lo que significa ser mujer. Pero también nos encontraremos una pluralidad de actitudes entre las mujeres (que van, como veremos, desde aquellas que adoptan paradigmas de conflicto a aquellas que se centran más en los paradigmas de acción; desde las que ponen de relieve los paradigmas poscolonialistas a aquellas que se centran en la etnicidad. Por ejemplo, las experiencias vitales de una mujer negra que vive en la pobreza en Sierra Leona son muy diferentes de aquellas de la mayoría de mujeres blancas que estudian en las universidades europeas.
Se han realizado algunos intentos por reunir todas estas voces, solo para darnos cuenta de que estas no están unificadas sino que son fragmentarias y que se hacen valer (o son silenciadas) en múltiples niveles. ¡Ya habrá empezado a ver que la tarea no resulta sencilla! (El libro de Harriet Bradley, Fractured Identities (1996), que analizaremos en el Capítulo 10, es una buena introducción de todo esto.).
Y otras opiniones: un movimiento posmoderno
Existen, entonces, muchos desarrollos nuevos en sociología y los encontrará a lo largo de este libro. Por ejemplo, en el Capítulo 5 presentaremos algunas ideas acerca de la multiculturalidad; en el Capítulo 7 trataremos el construccionismo social; en el Capítulo 11 debatiremos la teoría poscolonial; en el Capítulo 12 ampliaremos la teoría feminista y presentaremos la teoría Queer; en el Capítulo 17 trataremos la «teoría del discurso» de Foucault; en el Capítulo 21 haremos referencia a la teoría de la discapacidad; mientras que en el Capítulo 26 presentaremos algunas ideas acerca de la teoría social posmoderna. Como en cualquier introducción, no podemos llevar estas nuevas ideas muy lejos. Pero, al menos, conseguiremos crear en usted la sensación de que la sociología es una disciplina en continua evolución y cambio, que en todo momento plantea retos nuevos a quienes la practican.
Algunos sociólogos han empezado a sugerir que en el siglo XXI se está gestando una sociología de nueva generación, que introduce lo que algunos han llamado actitud posmoderna. Aunque la sociología nació como fruto del mundo moderno (la industrialización, el capitalismo, el crecimiento de las grandes ciudades, la aparición de las democracias, la decadencia de las comunidades tradicionales, etc.) ahora se encuentra en un mundo donde las características de la modernidad se están acelerando a un ritmo creciente. Es lo que Giddens ha llamado un «mundo desbocado» (Giddens, 1999). En los últimos treinta años se han producido muchos cambios con gran rapidez tanto en el seno de la sociedad como en nuestro entendimiento de las maneras de enfocar el estudio de la sociedad. Como consecuencia, la sociología ha tenido que volver a cuestionarse algunas de sus ideas clave para acomodarse a estos cambios (lo que se está llamando «posmodernismo» o «revolución moderna de última hora») (véase Giddens, 1992).
Para algunos intelectuales estos cambios han sido tan drásticos como para cuestionar los mismos fundamentos de la sociología. Por ejemplo, dos intelectuales franceses han proclamado, más o menos, la muerte de la sociología y han sugerido que nos hemos desplazado hacia un mundo posmoderno. Así, Baudrillard escribe que: [...] no queda nada por hacer [La sociología] ha alcanzado [...] el límite extremo de sus posibilidades. Se ha destruido a sí misma.
Ha destruido su universo entero. De modo que todo lo que queda son piezas. Todo lo que queda por hacer es jugar con las piezas. Jugar con las piezas, en eso consiste el posmodernismo.
(Baudrillard, 1984: 24).
Esta es una posición extrema que no adoptaremos en este libro. En su lugar, este manual contará la historia del cambio desde una forma tradicional de sociedad, autoritaria y con una fuerte devoción religiosa, hacia un sistema de creencias global, hacia lo que podríamos considerar como un mundo más provisional (uno que no está del todo seguro de sí mismo). La modernidad ha traído consigo muchos cambios que se suceden a un ritmo cada vez más y más acelerado, que cultivan una mayor sensibilidad hacia la diversidad y las diferencias. Bajo este punto de vista la sociedad humana está menos dominada por generalidades o «grandes historias», y se produce un giro hacia las «culturas locales» y una «multiplicidad de historias». Podríamos considerar el posmodernismo como: [...] la liberación de las diferencias, de los elementos locales, de lo que podría llamarse un dialecto. Con la desaparición de la idea de un racionalismo central de la historia, el mundo de la comunicación generalizada explota como una multiplicidad de racionalidades «locales» (minorías étnicas, sexuales, religiosas, culturales o estéticas) que finalmente hablan por sí mismas. Ya no se sienten reprimidas ni acobardadas por la idea de una única forma pura de humanidad que debe llevarse a cabo a pesar de la particularidad y la finitud individual, la transitoriedad y la contingencia [...] (Vattimo, 1992: 8-9).
Todo esto conduce a un nuevo enfoque de la sociología, pero no a uno que tenga que rechazar su pasado. Rob Stones sugiere que a la sociología posmoderna le deben preocupar tres cosas:
Los posmodernistas argumentan [...] bajo la idea de que existe una pluralidad de perspectivas, [...] y se oponen a la noción de que existe una única verdad que proviene de una perspectiva privilegiada; [Los posmodernistas proponen] estudios locales y contextuales en lugar de ambiciosas narrativas; un énfasis en el desorden, la inestabilidad y la franqueza, como opuestos al orden, la continuidad y la moderación.
(Stones, 1996: 22).
Pensar globalmente: una perspectiva global en sociología
Estos cambios recientes que se han producido en las voces y en los asuntos que preocupan a la sociología se han debido en parte al reconocimiento de la existencia de diferentes voces locales alrededor del mundo. En estos últimos años, y después de que los lugares más recónditos del planeta se han hecho más accesibles gracias a las nuevas tecnologías, muchas disciplinas académicas se han visto forzadas a incorporar una perspectiva global, el estudio de todo el planeta y cada una de las comunidades sociales que lo habitan. En lugar del dominio de las voces occidentales, ahora somos capaces de prestar atención a aquellas que se oyen en todas las partes del mundo (desde los Estados africanos hasta los países de América Latina). A menudo estas comunidades ven el mundo de una manera radicalmente diferente y es importante, si queremos que la sociología se siga desarrollando, considerar estas voces muy en serio.
En el pasado reciente, muchos manuales de sociología tenían la tendencia a centrarse únicamente en un país. Aunque es cierto que de este modo se profundiza en la comprensión de una sociedad, este conocimiento resulta limitado y aislado. De modo que este libro intentará mirar hacia el exterior, a un conjunto amplio de sociedades, aunque al mismo tiempo mantendrá cierto enfoque sobre Europa, sociedades que casi con total probabilidad resultarán de más interés para los lectores.
¿De qué modo una perspectiva global mejora la sociología?
La conciencia global es una extensión lógica de la perspectiva sociológica. Una de las cosas básicas que nos enseña la sociología es que el lugar donde vivimos afecta profundamente a nuestras experiencias individuales. La situación de una sociedad en el mundo afecta a todos. La historia con la que comenzamos el libro nos proporcionó un breve esbozo de nuestra aldea global, y pudimos ver que las personas que allí vivían estaban lejos de la igualdad en su calidad de vida. Casi en cada capítulo de este libro pondremos de manifiesto cómo es la vida más allá de nuestras fronteras. ¿Por qué? A continuación expondremos tres razones que justifican plenamente que el pensamiento global debe desempeñar un papel destacado en la perspectiva sociológica.
1. Las sociedades de todo el planeta se están interconectando de manera creciente. Una característica del mundo en los últimos 300 años más o menos ha sido las diferentes maneras en que los países se han ido relacionando cada vez más internacionalmente, inicialmente gracias a «los grandes exploradores», después mediante el colonialismo, la esclavitud y las migraciones en masa, y en nuestros días a través de las grandes finanzas, el turismo y las tecnologías informáticas. En los últimos tiempos, el mundo se ha vinculado como nunca lo había estado antes. Las personas viajan en avión entre continentes en unas pocas horas, mientras que los dispositivos electrónicos transmiten imágenes, sonidos y documentos escritos alrededor del mundo en segundos.
Una consecuencia de estas nuevas tecnologías, como explicaremos en capítulos posteriores, es que personas en todo el mundo comparten los mismos gustos en música, ropa y comida. Con su fortaleza económica, los países con elevados ingresos proyectan una sombra global, influenciando a los miembros de otras sociedades que, con avidez, engullen hamburguesas estadounidenses, bailan al ritmo de la «música pop» y, cada vez más, hablan inglés.
El comercio a través de las fronteras nacionales también ha fomentado una economía global. Grandes compañías manufacturan y comercializan sus productos por todo el mundo, de la misma manera que los mercados financieros globales relacionados por satélites de comunicaciones ahora operan las 24 horas del día. Hoy en día, ningún agente financiero en Londres se atreve a ignorar lo que ocurre en los mercados financieros en Tokyo y en Hong Kong, ¡del mismo modo que ningún pescador en el País Vasco puede ignorar la política de pesca común europea! Pero, a medida que Occidente proyecta su forma de vida en gran parte del planeta, la otra parte del mundo también reacciona. Todo esto está relacionado con el proceso de la globalización, la interconectividad creciente de las sociedades. Discutiremos este proceso con más detalle en la siguiente sección y en otras muchas partes de este libro.
2. Una perspectiva global nos permite ver que muchos problemas humanos a los que nos enfrentamos en Europa son mucho más graves en otros lugares. Ciertamente la pobreza es un problema grave en Europa, y especialmente en Europa del Este. Pero, como explicaremos en el Capítulo 9, la pobreza está más extendida y es más acuciante en América Latina, África y Asia. Igualmente, la posición social de las mujeres, los niños y los discapacitados es especialmente baja en los países pobres del mundo. Y, aunque existe xenofobia en España, este problema también está presente (y, a veces de forma más severa), en otras partes del mundo. La limpieza étnica en Bosnia, la «islamofobia», y la hostilidad a los «trabajadores invitados» alemanes son tres ejemplos que consideraremos más adelante (Capítulo 11). También, muchos de los problemas más graves a los que nos enfrentamos en casa son de alcance global. La contaminación del medioambiente es un ejemplo. Como veremos en el Capítulo 25, el planeta es un único ecosistema en el cual la acción (o inacción) de un país tiene implicaciones para todos los demás.
3. Pensar globalmente también es una manera excelente de aprender más de nosotros mismos. Hacer comparaciones globales nos ayuda a entendernos a nosotros mismos y a la sociedad en que vivimos, y también nos ofrece lecciones inesperadas. Por ejemplo, el Capítulo 9 nos transportará a Madrás, India. Allí nos llevaremos una sorpresa al encontrar personas a quienes no les falta el amor y el apoyo de los suyos y de los miembros de su familia, a pesar de una carencia desesperada de comodidades materiales básicas. Estos descubrimientos nos llevan a plantearnos por qué la pobreza en Europa demasiado a menudo va asociada al rechazo y al aislamiento social, y si la cantidad de objetos materiales (tan importantes para nuestra definición de una vida de «lujo») son la mejor manera de medir el bienestar humano.
En suma, en un mundo cada vez más interconectado, solo llegaremos a comprendernos a nosotros mismos en la medida en que lleguemos a comprender a los demás.
Globalización y sociología
Desde la década de 1990, los sociólogos han venido utilizando de manera creciente el término «globalización» y se ha convertido en una de las ideas sociológicas más influyentes en la década pasada. Se utiliza en todo el planeta: ¡para los alemanes es Globalisierung; en Estados Unidos es globalization; y en Francia es mondialisation! Pero, aunque se traduzca en muchas lenguas, su significado no está claro en absoluto. Se ha convertido en una «palabra de moda» que conduce a muchos y diferentes significados y polémicas; y que aparecerá en varios momentos a lo largo del libro. Para empezar, y de manera simple, podemos definirla como la interconectividad creciente de las sociedades, pero en el cuadro de la página siguiente se proponen otras definiciones que pueden resultarle interesantes.
En una primera aproximación podemos pensar en el término globalización a través de la imagen de compañías multinacionales como Coca-Cola, McDonald’s y Nike. Estas compañías están presentes en todo el planeta. Fabrican sus productos en muchos países; los venden en otros tantos; y sus logos e imágenes corporativas viajan por todo el planeta. Pensemos en lo fácil que es comer en un McDonald’s en muchos países (aunque comenzó en Estados Unidos, véase el Capítulo 5). Asimismo, los calzados Nike (con su característico logo) se fabrican en países pobres y sin embargo se venden en todas partes. Como veremos, los productos de estas compañías son al mismo tiempo deseados por millones de personas y odiados por otras tantas (como símbolos de prestigio en el mundo entero y como símbolos de una cultura de masas). Tendremos ocasión profundizar más acerca de todo esto en capítulos posteriores. Estas compañías reflejan el impacto económico, social y cultural del proceso de globalización y simultáneamente simbolizan todo lo bueno y lo malo que puede haber en él. La globalización se convierte así en un término polémico. Como veremos (en el Capítulo 16), en los últimos años han aparecido algunos movimientos sociales importantes para protestar contra él: en Seattle, en Praga, en Londres, en Génova. Por el momento, tan solo presentaremos algunas de las características que definen la globalización. Proponemos que la globalización ha:
1. Desplazado las fronteras de las transacciones económicas (implicando un cambio evidente en el ritmo del desarrollo económico mundial). Las compañías de negocios, los bancos y las inversiones ahora cruzan las fronteras nacionales como nunca lo habían hecho.
¡En muchos casos estas gigantescas compañías (multinacionales) tienen cuentas de ingresos y de gastos que superan las de muchos países! Muchos argumentan que todo esto ha conducido a que crezcan las desigualdades en todo el mundo, lo mismo dentro de un país como entre los Estados. En los Capítulos 9 y 16 abordaremos esta cuestión.
2. Extendido las comunicaciones en redes globales.
Satélites de televisión, medios digitales, computadoras personales, teléfonos móviles, y todas las tecnologías de la información colaboran para «encoger el mundo». Esto ha conducido a un replanteamiento importante de las ideas de espacio y tiempo. A partir de ahora ya no podemos pensar en términos locales.
En su lugar hemos entrado en un mundo donde los teléfonos, los aviones, y ahora Internet hacen que las comunicaciones con otras personas en cualquier lugar del planeta sean casi instantáneas y, por tanto, muy diferentes del pasado. Pensemos especialmente en el fenomenal crecimiento del uso del teléfono móvil y cómo ha hecho que las comunicaciones no se limiten a un encuentro cara a cara. Por supuesto, los teléfonos no son algo nuevo, pero la idea de ser capaces de llamar a una persona independientemente de dónde se encuentre establece un nuevo patrón de comunicación. Para un creciente número de personas el mundo entero es accesible instantáneamente. Mientras que hace unos pocos siglos podían pasar años hasta que se sabía lo que había ocurrido en otras partes del mundo, ahora las ideas y las noticias se pueden trasladar en un instante. En los Capítulos 22 y 23 consideraremos esto con más detalle.
3. Fomentado una nueva y extendida «cultura global».
Muchas áreas urbanas guardan mucho parecido y son muchos los programas de televisión, las canciones, las películas, etc., que viajan fácilmente alrededor del mundo. MTV se ha convertido en un formato televisivo global para la juventud. ¡Y si va a su tienda de discos local, es muy probable que encuentre una gran cantidad de música global! Y no solo tenemos Hollywood, también está Bollywood. En los Capítulos 5 y 22 nos extenderemos sobre estos asuntos.
4. Desarrollado nuevas formas de gobierno internacional. Algunos sugieren que la globalización significa el debilitamiento del Estado nacional. Aunque esto resulta polémico, de lo que no cabe duda es de la creciente importancia de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, la Corte Europea de los Derechos Humanos y la Organización Mundial de la Salud. Estas llevan a cabo programas que están públicamente comprometidos en lo que se ha llamado «la democratización del mundo» (bajo el convencimiento de que la democracia como sistema político se hará dominante en el mundo). En el Capítulo 16 trataremos este asunto.
5. Creado una conciencia creciente de problemas comunes del mundo compartidos. Cada vez resulta más difícil pensar que los problemas del mundo conciernen solo a un país determinado. Por ejemplo, el crimen se ha convertido en un fenómeno global de manera creciente: los mercados de drogas se extienden por todos los continentes, los cibercriminales se enfrentan a las leyes de cualquier país, los tribunales internacionales proclaman justicia internacional.
Igualmente, el enorme impacto de la industrialización sobre el medioambiente se convierte en un problema común en todos los países (que abordaremos en los Capítulos 24 y 25). Mientras tanto, los estudios sobre la pobreza en el mundo ponen de relieve que las desigualdades crecen entre los países y dentro de un mismo país; mientras que los debates sobre migración, refugiados, guerras y terrorismo centran la atención internacional.
6. Fomentado una sensación creciente de riesgo (lo que el sociólogo alemán Ulrich Beck (1992) ha llamado la Sociedad del Riesgo). Las nuevas tecnologías están provocando riesgos que son bastantes diferentes de los que nos podemos encontrar a lo largo de la historia de la humanidad. Por supuesto, las sociedades que nos han precedido también eran lugares peligrosos y arriesgados (poblaciones enteras podían ser arrasadas por terremotos, inundaciones o plagas, por ejemplo). Para la mayoría de las personas a lo largo de la historia la vida ha sido mala, brutal y breve. La propia naturaleza producía sus propios peligros y riesgos. Pero Beck argumenta que en la sociedad actual han aparecido nuevos tipos de riesgo que no pertenecen a la «naturaleza» sino que son «manufacturados».
Estos riesgos están asociados con muchas tecnologías nuevas que producen nuevos peligros para las vidas de las personas y para el mismo planeta. Estos riesgos son de creación humana, pueden tener consecuencias a largo plazo imprevisibles, y muchos tardan muchos, muchos miles de años en remitir. Estos «riesgos manufacturados» nos están llevando al borde de la catástrofe: a «amenazas para todas las formas de vida sobre este planeta», al «crecimiento exponencial de riesgos y la imposibilidad de escapar de ellos». El riesgo, entonces, se asocia con un mundo globalizado que intenta escapar de la tradición y del pasado, y donde se valoran más el cambio y el futuro. Todos estos cambios (desde el ferrocarril hasta las computadoras, desde la ingeniería genética hasta las armas nucleares) tienen consecuencias que somos incapaces de predecir. La lista de ejemplos de riesgos nuevos sería bastante extensa: los cambios en las pautas familiares y en el trabajo, la lluvia radiactiva de las bombas atómicas, la generalización de las redes de automóviles y aviones por todo el planeta, la aparición del SIDA como una grave pandemia mundial, el desarrollo de cultivos modificados genéticamente, la clonación de animales (y de personas), la deforestación del planeta, los «niños de diseño» y las «madres de alquiler», los juegos electrónicos y las nuevas maneras de relacionarse (¡o no relacionarse!) y el surgimiento de nuevas formas de violencia donde terroristas suicidas están dispuestos a estrellarse contra edificios importantes (como ocurrió en el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001), y así sucesivamente. Todos ellos tienen consecuencias que pueden ser de largo alcance y que son impredecibles en el momento presente. En algunos de los capítulos que siguen echaremos un vistazo a algunos de estos «riesgos» principales y de qué modo afectan a todos los países y a todas las personas. Los tendremos en cuenta más adelante, pero especialmente en los Capítulos 23, 24 y 25.
7. Conducido al surgimiento de «actores globales transnacionales» que «trabajan en red». Desde Greenpeace a Disneyworld, desde las Naciones Unidas al turismo, desde los miembros de la Iglesia de la Unificación hasta el Movimiento de Mujeres, cada vez hay más personas que se mueven en redes y que no están limitadas a una comunidad espacial fija. En su lugar, se comunican por todo el planeta, haciendo de lo global su entorno local. Son ciudadanos globales.
Hacer balance y mirar hacia delante
En este capítulo nos hemos propuesto como objetivo presentar algunas de las perspectivas necesarias para poder reflexionar acerca de la sociedad. Le hemos propuesto algunos caminos clásicos (observar la sociedad como un conjunto de funciones, de estructuras, de acciones, de conflictos, de consensos) y otros emergentes (observar las sociedades como un conjunto de perspectivas rivales: desde la feminista hasta la poscolonial). También le hemos sugerido que algunos de los paradigmas clásicos de la sociología están siendo cuestionados por lo que podría considerarse un paradigma posmoderno.
Quizás el logro más significativo de todo esto haya sido hacerle ver que la sociología no se puede centrar en un solo país, sino en muchos. Hemos insistido en que los sociólogos deben observar desde una perspectiva global, y una idea posiblemente útil de hacerlo sea a través del fenómeno de la globalización. Retomaremos todo esto a lo largo del libro.
RESUMEN
1. Construir una teoría implica relacionar datos para conseguir un mejor entendimiento de lo que queremos explicar. En sociología compiten varios paradigmas teóricos que intentan, cada uno a su manera y siguiendo un punto de partida determinado, explicar la sociedad.
2. El paradigma funcionalista es un marco para explorar cómo las estructuras sociales promueven la estabilidad y la integración de la sociedad. Este enfoque minimiza la importancia de la desigualdad social, el conflicto y el cambio, mientras que el paradigma del conflicto pone de relieve estos aspectos. Al mismo tiempo, el enfoque del conflicto resta importancia al alcance de la integración y la estabilidad de la sociedad. En contraste con estos enfoques de nivel macro, el paradigma de la acción opera a nivel micro, y se centra en la interacción cara a cara en escenarios específicos. Debido a que cada paradigma destaca dimensiones diferentes de cualquier tema social, la comprensión sociológica más completa se deduce de aplicar los tres. El pensamiento sociológico implica el debate acción-estructura.
3. Recientemente han aparecido nuevos desarrollos en la teoría social que han puesto de manifiesto de qué manera toda la sociología debe trabajar desde diferentes perspectivas. Desde un punto de vista clásico, la sociología ha escuchado únicamente las voces de los hombres blancos, occidentales y heterosexuales: ahora se están escuchando otras voces. La sociología feminista es un ejemplo perfecto. El posmodernismo sugiere que se está gestando un orden social nuevo que está acelerando el cambio social y está creando un mundo más «provisional». La sociología posmoderna hace hincapié en la necesidad de mirar desde múltiples perspectivas, teniendo en cuenta seriamente los elementos locales, e intentando mantener una postura explícita y provisional en sus ideas.
4. Una perspectiva global mejora el conocimiento sociológico porque, en primer lugar, las sociedades del planeta se están haciendo cada vez más interconectadas; en segundo lugar, muchos problemas sociales son más graves más allá de las fronteras de las ciudades europeas; y, en tercer lugar, reconocer cómo viven los demás nos ayuda a comprendernos mejor a nosotros mismos. La globalización es un proceso emergente muy extendido por el cual las relaciones sociales adquieren cualidades relativas donde no importan las distancias ni las fronteras. La globalización pone de manifiesto la interconectividad de los negocios, el desarrollo de los medios de comunicación globales, la emergencia de las culturas globales, las formas de gobierno internacionales y los ciudadanos del mundo.
POLÉMICA Y DEBATE
Un problema clásico para los sociólogos
¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Este clásico enigma tiene una cuestión paralela en sociología que ha sobrevivido a través de la historia de la disciplina. Podría exponerse de la siguiente manera: ¿qué fue primero, la sociedad o el individuo? Y, como ocurre con el problema del huevo y la gallina, la solución no es simple. De hecho, hay que llegar a la conclusión de que ninguno de los dos aparece en primer lugar (los huevos no pueden aparecer antes que las gallinas, del mismo modo que las gallinas no pueden aparecer antes que los huevos). Ambos son necesarios.
Y es la interacción de los dos lo que tiene sentido. En pocas palabras, no puede existir el uno sin la otra. Y lo mismo es cierto para los individuos y las sociedades. Lo que hacen los sociólogos es observar tanto a la sociedad como a los individuos para estudiar cómo de la relación entre los dos puede surgir algo nuevo: una nueva forma de entender el mundo, una forma distinta de distribuir la riqueza, unas nuevas instituciones políticas que supongan otra forma de repartir el poder, etcétera.
Individuos y acción
Una fase del análisis sociológico es, de hecho, observar a los seres humanos. No como lo haría un psicólogo (en términos de atributos individuales, como instintos o rasgos de la personalidad). Por el contrario, la tarea consiste en observar las diferentes maneras en que los seres humanos se ven orientados hacia la acción para ser creadores del mundo, creadores de la historia y la vida social. Los seres humanos hacen la historia, y la sociología debería observar los diferentes modos en que esto ocurre. Somos los creadores de nuestro mundo.
Por ejemplo, si quiere comprender cómo funciona nuestro sistema educativo actual, una tarea que debe realizar es observar las conductas de las personas implicadas. Esto significa estudiar los modos en que los legisladores aprobaron las leyes que proporcionaron el marco legislativo para las escuelas, el profesorado, el currículo y los exámenes. Todo esto no ocurrió porque sí: fue el fruto de un proceso de elaboración, y los sociólogos necesitan estudiar cómo se llegó a ello. Asimismo, un alumno entra en el aula y, junto con otros estudiantes y profesores, forma parte activa de lo que ocurre en clase. A los sociólogos les gusta entrar en las aulas y observar la «actividad» que ocurre en ellas (para ver exactamente de qué modo los seres humanos hacen que funcione el mundo social).
Las estructuras sociales como mapas
Pero las personas también nacen en mundos que no han hecho ellas mismas. De hecho, como afirma el sociólogo Peter Berger: «la sociedad son los muros de nuestra prisión» (Berger, 1963: 109). Nacemos en el seno de familias, comunidades y naciones sobre las cuales tenemos un escaso control inmediato; nuestras vidas están fuertemente definidas por la clase social, el género y la etnia en que hemos nacido; de hecho, incluso el lenguaje con el que pensamos y hablamos ayuda a establecer unas pautas en nuestra vida. Y no elegimos nuestra lengua materna: nos vino dada en nuestra infancia. Así, parte importante del análisis sociológico consiste en observar estas pautas generales de organización social que definen nuestras vidas.
Las pautas habituales y recurrentes de la vida social se pueden considerar como estructuras. Piense por un momento las diferentes maneras en que su propia vida está «prisionera».
Unir «acción» y «estructura»
Un enfoque estructural tiende a elaborar un mapa de la sociedad en su totalidad, mientras que un enfoque de acción tiende a examinar los distintos modos en que los individuos y los pequeños grupos construyen sus mundos sociales. Por supuesto, aunque idealmente habría que llevar a cabo ambos análisis, esta es una tarea para una teoría social más avanzada.
Por ejemplo, el sociólogo británico Anthony Giddens ha presentado la idea de estructuración para centrarse en ambos simultáneamente, entendiendo que la acción y la estructura son siempre las dos caras de la misma moneda (Giddens, 1984). Para él, las personas intervienen en acciones sociales que crean estructuras sociales, y es mediante estas acciones sociales que las propias estructuras se crean, se mantienen y, eventualmente, cambian con el tiempo. El lenguaje es un buen ejemplo de esto. El lenguaje es una estructura que posee unas reglas, pero las personas hablan, escriben y actúan de manera diferente, modificándolo a medida que hacen uso de él. Sin reglas, el lenguaje resultaría incomprensible, de modo que las estructuras son necesarias. Pero plegarse servilmente a la estructura no permitiría el cambio, ni la creatividad, ni la humanidad. Según Giddens, es absolutamente necesario observar al mismo tiempo tanto a los individuos como a las estructuras. Pero esto no es una tarea sencilla.
A medida que lea este libro, tenga en mente este rompecabezas, pues volveremos sobre esta cuestión una y otra vez.
Continúe el debate
1. ¿Se considera a sí mismo «determinado» por la estructura social? Observe de nuevo la Figura 1.1.
2. ¿En qué medida controla su propia vida? ¿En qué medida cree que puede cambiar el mundo? ¿Colabora en la creación del mundo?.
3. Eche un vistazo a los intentos que se han hecho para resolver el problema entre el individuo y la sociedad (véase Craib, 1992).
CUESTIONES DE PENSAMIENTO CRÍTICO
1. Comience elaborando un esquema con los sociólogos que ha encontrado a lo largo de este libro.
Localícelos en el tiempo, los nombres de las teorías con las que se les ha identificado, algunos ejemplos de sus objetos de observación y de estudio, y las características clave y los inconvenientes de sus teorías.
2. Utilizando como guía algunos de estos paradigmas teóricos, ¿qué tipos de cuestiones se podría preguntar un sociólogo acerca de (a) la televisión, (b) la guerra, (c) el deporte, (d) las facultades y escuelas universitarias, y (e) los hombres y las mujeres? 3. Comience elaborando un «glosario sociológico» de los conceptos nuevos que encuentre en sociología.
Intente asegurarse de que puede decir (a) lo que significa la palabra, (b) en qué tipos de discusiones e investigaciones se aplica, y (c) si lo encuentra de utilidad o no: ¿le permite ver la sociedad más nítidamente o, por el contrario, lo hace todo más confuso y difícil? 4. ¿Es la «globalización» un fenómeno nuevo? ¿Es el mundo tan diferente de como era en el pasado? Considere el significado del término y ponga algunos ejemplos de él. ¿De qué manera ha afectado la globalización a su propia vida?
AVANZAR UN POCO MÁS
Lecturas complementarias
Teoría sociológica
Xavier Coller. Canon sociológico (2007). Reúne en un estilo sencillo las teorías sociológicas más importantes.
George Ritzer, Sociological Theory (tercera edición, 1992). Un manual clásico que ofrece una visión de conjunto de la teoría. Existe traducción al español Mike O’Donnell, Classical and Contemporary Sociology (2001). E. C. Cuff, Wes Sharrock y D. Francis, Perspectives in Sociology (cuarta edición, 1997).
Ambos resumen la mayoría de las posturas fundamentales.
Rob Stones (editor), Key Sociological Thinkers (1998).
Contiene 21 ensayos breves y amenos sobre muchos de los sociólogos clave, pasados y presentes.
Ian Craib, Classical Social Theory (1997) y Modern Social Theory (segunda edición, 1992). Son introducciones muy amenas tanto a los debates clásicos (Marx, Durkheim, Weber, Freud y Simmel) como a los contemporáneos, especialmente en torno a la «acción» y la «estructura».
Charles Lemert (editor), Social Theory: The Multicultural and Classic Readings (1993). Una importante recopilación de artículos que discute todo el abanico de teorías sociológicas (clásicas y nuevas). ¡Es un libro muy voluminoso! Pero para cualquiera que esté muy interesado en todo el camino de la teoría sociológica a partir de los autores originales es un punto de partida de valor incalculable.
Richard Appignanesi y Chris Garrat, Postmodernism for Beginners (1995). Un libro de cómic divertido, pero al mismo tiempo contempla el mundo del posmodernismo en profundidad: ¡una buena introducción para todo «aspirante a posmodernista».
Guías breves del concepto de globalización
Carlos Taibo. Cien preguntas sobre el nuevo desorden mundial. Una mirada lúcida sobre la globalización y sus consecuencias. (2002). Una visión crítica y exhaustiva sobre el fenómeno de la globalización.
Zygmunt Bauman, Globalization: The Human Consequences (1998) Anthony Giddens, Runaway World: How Globalization is Reshaping Our Lives (1999). Dos guías breves y amenas del concepto de globalización.
Jan Nederveen Pieterse, Globalization and Culture (2004) Malcolm Waters, Globalization (2000). También son tratados breves pero más detallados y sistemáticos. Un poco más avanzados.
David Held et al., Global Transformations (1999). Una explicación avanzada, muy detallada y extensa de la globalización. Un trabajo excelente.
Vea un vídeo / Lea un libro
Una manera de introducirse en los temas de la globalización es a través de películas y vídeos internacionales. Vea películas de otras culturas del mundo y observe de qué forma están interconectados con el suyo. Una buena fuente para encontrar estas películas es http://worldfilm.
about.com/movies/worldfilm/mbody.html (un sitio web indispensable para las películas del mundo). Algunas propuestas pueden ser:
● The Wedding Banquet (1993) de Ang Lee: una comedia romántica sobre un gay asiático en Estados Unidos que se casa con una joven china para complacer a sus padres.
● Bodas de Sangre (1981) de Carlos Saura: una intensa película de danza basada en una historia de García Lorca, protagonizada por Antonio Gades y Cristina Hoyos.
● A Time for Drunken Horses (2000) de Bahman Ghobadi’s: una película acerca del sufrimiento y el duro destino de los niños kurdos.
● The Day I Became a Woman (2001) de Marziyeh Meshkini: un perturbador retrato de papel de las mujeres en Irán.
Se hará una idea de cómo es una novela posmoderna leyendo: La Mujer del Teniente Francés de John Fowles, El Nombre de la Rosa de Umberto Eco, American Pyscho de Brett Easton (de todas ellas se ha hecho una versión cinematográfica); y analizando Postmodern Culture (1997) de Steven Connor.
PERFIL
Herbert Spencer: la supervivencia de los mejores
Quizá la afirmación más famosa del filósofo inglés Herbert Spencer (1820-1903) fue que el paso del tiempo es testigo de «la supervivencia de los mejores». Muchas personas asocian esta frase inmortal con la teoría de la evolución de las especies propuesta por el naturalista Charles Darwin (1809-1882).
Sin embargo, fue Spencer quien acuñó esta expresión para referirse a las sociedades humanas y no a las especies animales. En esta expresión no solo encontramos un ejemplo del análisis estructural funcionalista, sino también una corriente de pensamiento, bastante controvertida pero muy popular en el siglo XIX, que defendía que se puede explicar el funcionamiento de la sociedad utilizando los conceptos y las teorías de la biología.
Las ideas de Spencer, que dieron lugar a lo que se llamó «darwinismo social», se basaban en la tesis de que si se deja que las personas compitan libremente, los más inteligentes, ambiciosos y esforzados terminarán destacando sobre los demás. Spencer estaba a favor de una competencia sin trabas de ningún tipo, bajo la idea de que, permitiéndose así el predominio de los mejores, la sociedad experimentaría desarrollos y mejoras continuas.
Según Spencer, una sociedad estará en mejor disposición de premiar a sus miembros más capacitados si se permite que la economía de mercado funcione libremente y sin interferencias del Estado. Las políticas de bienestar o de redistribución de la riqueza implican lastrar el desarrollo de una sociedad, según Spencer, ya que suponen desviar recursos a los más débiles o a los miembros menos valiosos de la sociedad. Afirmaciones de este tipo le valieron el aplauso de los ricos y de los empresarios, que encontraron en su obra una justificación científica de su situación privilegiada y una defensa del gran capital y del libre mercado. De hecho, John D. Rockefeller, propietario de un enorme imperio financiero que incluía el control de la industria petrolífera, a menudo dedicaba sus charlas en la escuela dominical a inculcar a los niños el darwinismo social y hacerles ver el nacimiento de los grandes imperios económicos como el resultado natural del triunfo de los mejores.
Pero no todo el mundo identificaba la sociedad con una jungla en donde todos y cada uno de sus miembros actúan según el dictado de sus intereses egoístas. El darwinismo social fue perdiendo influencia entre los científicos sociales. En versiones o formas distintas, sin embargo, el darwinismo social sigue ejerciendo cierta influencia entre los sectores políticos más conservadores. Desde el punto de vista de la sociología contemporánea las ideas de Spencer han sido muy atacadas. Se ha señalado, por ejemplo, que las capacidades de los individuos no pueden explicar por completo el éxito social y personal. Muchos sociólogos tampoco están de acuerdo con la idea de que premiando a los ricos y poderosos toda la sociedad vaya a beneficiarse con ello. Hoy en día muchas de las ideas de Spencer parecen tan crueles e inhumanas que no merecen ser defendidas.
Para una visión más positiva de la obra de Spencer, véase Jonathan Turner, Herbert Spencer (1985).
PERFIL
Los tres grandes fundadores: una brevísima introducción
Desde la década de los cincuenta, cuando la sociología realmente empezó a formar parte de los planes de estudios universitarios, se ha enseñado que Marx, Durkheim y Weber son sus fundadores principales. Existe una buena razón para ello: cada uno proporciona una interpretación esencial de la llegada de las modernas sociedades capitalistas, los rápidos cambios que siguieron a la Revolución Industrial y las transformaciones políticas clave de finales del siglo XVIII y del siglo XIX.
Durante el dramático cambio que experimentó el panorama mundial, Marx, Durkheim y Weber ofrecieron explicaciones reveladoras a sus contemporáneos. Esas ideas continúan resultando valiosas para el análisis sociológico del siglo XXI, por ello las introducimos brevemente a continuación y las discutiremos con mayor profundidad a lo largo del libro.
Marx (1803-1883)
Marx proclamó que «toda la historia de la sociedad humana, hasta ahora, es una historia de luchas de clases» (afirmación de apertura del Manifiesto Comunista), y observó cómo un flujo de conflictos intergrupales constituía el distintivo de cualquier historia. Si bien las personas nacen en un contexto histórico que no han formado ellos, tienen la capacidad de contribuir a la historia, pueden cambiar el mundo en el que nacen. En el siglo XIX Marx comprobó que el capitalismo industrial (Véase Capítulo 4) se estaba convirtiendo en un sistema que llevaría a la explotación y al sufrimiento de las clases bajas. Tan pronto como la gente fuera consciente de su situación, llegaría el cambio (la revolución) y daría lugar a un nuevo equilibrio.
El trabajo de Marx ha tenido un impacto impresionante en la vida intelectual, política y social. Pocas personas han oído hablar de Weber o Durkheim, pero Marx ha sido un nombre muy oído durante la mayor parte del siglo XX. Consideró que «los filósofos se han limitado a comprender el mundo, lo interesante es cambiarlo» y proclamó que «las ideas de las clases dirigentes han sido en todas las épocas las ideas dirigentes». Su obra tuvo una enorme importancia en el desarrollo de sociedades comunistas como las de la Unión Soviética o la China de Mao. A mediados del siglo XX más de una quinta parte de la población mundial vivía en sociedades comunistas inspiradas por él. Aunque hoy en día estas sociedades son vistas como fracasos a corto plazo que favorecieron profundamente las estructuras autoritarias y las tendencias genocidas, muchas de sus ideas continúan teniendo repercusión.
En sociología, el trabajo de Marx continúa llamando la atención sobre la opresión y el conflicto en la vida social y sobre la naturaleza ubicua de la desigualdad y la explotación.
Nacido en Alemania, tuvo que abandonar el país debido a los diversos problemas con las autoridades a los que su incesante crítica social le condujo. Vivió gran parte de sus últimos años inmerso en la pobreza, en el Londres victoriano, y fue enterrado en el cementerio de Highgate en 1883.
Durkheim (1858-1917)
Durkheim también veía el cambio en las sociedades: desde de las que se habían basado en la igualdad hacia las caracterizadas por un rápido avance de la división del trabajo. Esto incrementaba las diferencias (a la que él se refería como el movimiento de la sociedad mecánica hacia la orgánica), que podían asociarse con la caída de la integración y con la anomia final, un estado de ausencia de normas. Fue uno de los principales fundadores de la tradición estructural-funcionalista. Su influencia puede encontrarse hoy en las muchas teorías de los vínculos comunitarios y sociales, así como en los estudios sobre el poder de los símbolos y los rituales en la vida cotidiana.
Durkheim fue el único de los tres grandes fundadores que trabajó en un departamento de sociología y se identificó como sociólogo. Subrayó que la sociología debe estudiar el mundo social, «tratar los hechos sociales como cosas», como asuntos que surgen al margen de la conciencia humana y que configuran nuestra forma de vivir.
Weber (1864-1920)
Weber consideraba que las sociedades estaban cada vez más dominadas por el pensamiento racional, y destacó el crecimiento de la burocracia (de la que hablamos en el Capítulo 6). Al tiempo que esto arrojaba beneficios, incrementaba el «desencanto» con el mundo: el hombre se ve atrapado en una jaula de hierro en la que hay pocas esperanzas de cambio. En esta situación, era muy probable que las religiones decayeran. El capitalismo había surgido principalmente por un cambio en la organización religiosa: el auge de la ética individualista del protestantismo.
Weber estaba muy preocupado por las formas en las que las acciones humanas y sus significados desempeñan un papel crucial en la vida social. Su trabajo abarcó muchas áreas: música, religión, amor, leyes, economía y política, y consideró muchas civilizaciones. Luchó por encontrar el equilibrio entre sus compromisos políticos personales y su visión de la sociología como científicamente neutral. Fue el más pesimista de nuestros tres fundadores y, de hecho, su vida personal se vio afectada por una depresión permanente.
Véase: John Hughes, Wes Sharrock y Peter Martin Understanding Calssical Social Theory: Marx, Weber, Durkheim (2.ª ed. 2003).
RECUADRO
Globalización: algunas definiciones
A lo largo de la pasada década, la idea de lo «global» y la «globalización» se ha hecho más popular en los debates y las conversaciones. El propio término ha tenido distintos significados, a continuación ofrecemos algunas «definiciones» para que las considere y discuta. Lo que debe tener claro, en todo caso, es que hay mucho desacuerdo en cuanto al término, ya que conlleva distintos «bagajes ideológicos».
Algunas personas abrazan el término; en ese caso, la globalización se considera ubicua y ventajosa: llama la atención sobre la diversidad y la hibridación; estimula el mercado y la riqueza internacional; conduce a una humanidad más universal a partir del conocimiento de los problemas medioambientales y de organizaciones internacionales como Naciones Unidas. Es el logro de la Edad Global y debe ser celebrado. (A estos algunas veces se los llama «transformacionistas» o «hiperglobalizadores». Véase Held et al. (1999:10).
Los críticos, en cambio, sugieren que la globalización no aporta nada nuevo. La historia muestra cómo las naciones tienen una tendencia constante a explotar, colonizar y arrasar otras culturas; y está yendo a peor.
«Global» en estos tiempos significa que las sociedades dominantes (capitalistas) están tomando las riendas de las finanzas y la cultura de otras sociedades (de hecho, para algunos significa «americanización»). Por tanto, ciertas regiones económicas y estados (fundamentalmente en Europa, Norteamérica y la costa Pacífica) se hacen más fuertes, de manera que no se tiende precisamente hacia una mayor universalidad. (A estos se los llama a veces «escépticos». Véase Hirst y Thompson, 2001).
Escuche argumentaciones en torno a la globalización y averigüe de cuál de las visiones anteriores proceden. Apóyese en las siguientes definiciones recientes:
- La globalización tiene algo que ver con la tesis de que todos vivimos en el mismo planeta [...] (Anthony Giddens, 1999: 7).
- La globalización es la ampliación, intensificación y aceleración de la interconectividad del planeta en todos los aspectos de la vida contemporánea, desde la cultural hasta la criminal, desde la financiera hasta la espiritual. (David Held et al., 1999: 14-16).
- La globalización [...] representa los procesos a través de los cuales el poder de los estados nacionales es socavado por actores transnacionales con diversos objetivos políticos, orientaciones, identidades y objetivos económicos o mercantiles. (Ulrich Beck, 2000b: 11).
- La globalización es un proceso que consiste en aumentar la interconectividad entre las sociedades de modo que los sucesos que ocurren en una parte del mundo tienen cada vez mayores consecuencias sobre personas y sociedades que se encuentran muy alejadas. (John Baylis y Steve Smith, 1997: 7).
- La globalización [...] se refiere tanto a la compresión del mundo como a la intensificación de la conciencia del mundo como un todo [...] no se refiere simplemente a la objetivización del aumento de la interconectividad. También se refiere a temas culturales y subjetivos, a saber, el alcance y la profundidad de la conciencia del mundo como un lugar único. (Roland Robertson, 1992: 8).
- La Era Global implica la suplantación de la modernidad por la globalidad [...] [esto incluye] las consecuencias medioambientales globales de las actividades humanes conjuntas; la pérdida de seguridad donde el armamento tiene un poder de destrucción global; la globalidad de los sistemas de comunicación; el surgimiento de una economía global; y la reflexividad del globalismo, donde las personas y los grupos de todo tipo se refieren al planeta como el marco de sus creencias. (Martin Albrow, 1996: 4).
OBSERVATORIO
La globalización de la música: hip-hop en Japón
En el pasado, excepto para los muy adinerados y para los viajeros, la música ha estado limitada a la comunidad local y vinculada a la tradición. Hoy, en cambio, la música fluye cada vez más de unas culturas a otras del mundo: forma parte del proceso de globalización.
Por eso, podemos encontrar «músicas del mundo», estrellas musicales globales, clubes de fans internacionales y compañías discográficas que dominan el mercado de la música en todo el mundo. Los ejemplos de culturas musicales internacionales son abundantes: desde macrofestivales de música (a menudo celebrados con fines humanitarios) hasta «musicales globales» como Los Miserables —visto por 55 millones de personas en 40 países y 21 idiomas—. Cuando Los Tres Tenores (Domingo, Carreras y Pavarotti) actuaron en la Copa del Mundo de Fútbol de 1990, en Italia, surgió un movimiento de masas global con un renovado interés por la música clásica. La música forma parte ahora de la economía y los medios de comunicación mundiales.
Fundamental en esta reflexión y muy relacionada con la globalización está la idea de la comodificación (transformación de aspectos de la vida en mercancía a la venta). La música se ha convertido en un objeto vendible, lo que ha implicado la venta de conciertos, CD, DVD y música en general, y también un agresivo merchandising de productos como pósters, programas de conciertos y otros similares. En 2007, por ejemplo, se vendieron entradas para la gira mundial de Barbra Streisand por 500 libras. La globalización ha conducido al desarrollo del mercado de la música en todo el mundo, con un 90 por ciento del mercado global repartido en solo cinco discográficas: EMI Records, Sony, AOL Time Warner, BMG y Vivendi Universal. Esta última es la mayor de las cinco, con una cuota de mercado del 29 por ciento y presente en 63 países. No obstante, algunas áreas del mundo no están bien atendidas por las «cinco grandes»: India se resiste a este dominio porque tiene su propia industria (por ejemplo, la llamada Bollywood); la débil economía de África, por su parte, hace que, más allá de Sudáfrica, el mercado no resulte atractivo.
La música global parece estar cada vez más occidentalizada. Hasta cierto punto, las culturas locales de todo el mundo han sido invadidas por la música occidental, desde los conciertos de música clásica y la ópera (vistos como símbolo de estatus), hasta el rock, el pop, la MTV y todos sus derivados, que reproducen ampliamente el status quo occidental.
Algunos proclaman que esta es una nueva forma de colonialismo, en la que las culturas locales pierden su tradición musical a expensas del dominio de Occidente, lo que se observa de forma especialmente clara en la convergencia de las culturas jóvenes y de sus gustos musicales.
Pero la música global también se adapta a las tendencias y culturas locales. Los sociólogos se refieren a este fenómeno como la «glocalización del mundo de la música» (glocalización es el proceso por el que las comunidades locales responden de forma diferente a los cambios sociales. Véase Capítulo 5). Las tradiciones musicales rara vez son «puras», se unen y dan lugar a formas híbridas.
La música clásica se aligera con la Classical FM; el rap, híbrido afroamericano de la música negra, se convierte en hip-hop japonés. Japón tiene un escenario de hip-hop fascinante que debe mucho a la música afroamericana pero que ha sido reconstruido en los clubes y los estudios de grabación de Tokio. En un estudio exhaustivo de este proceso, Ian Condry asistió a más de 120 actuaciones de hiphop en clubes de Tokio y de sus alrededores, a docenas de sesiones de grabación en distintos estudios y a entrevistas con raperos, directivos de discográficas, dueños de tiendas de música y periodistas. Narra cómo los jóvenes japoneses combinan la figura del samurai con las técnicas americanas de rap y la imaginería gangsta y cómo los autodescritos como «yelow B-boys» expresan su admiración por la «cultura negra». Vemos pues una mezcla (una unión o híbrido) del negro y el amarillo, el Japón clásico y la América negra. Condry explica cómo manipulan los raperos japoneses su lengua para lograr que el ritmo y la rima fluyan. Es un estudio fascinante (que probablemente podría repetirse en muchas otras culturas).
Pone de manifiesto que la globalización de la cultura musical depende a menudo de las conexiones de base y de las actuaciones individuales, y no solo del control del mercado de los medios de comunicación (aunque sí pueden haber motivado el interés popular). El hip-hop se renueva constantemente en distintas localidades, por medio de actividades locales y para audiencias particulares (Condry, 2006): las culturas locales abrazan las formas musicales de otras culturas y las modifican.
Macionis y Plummer: Pensar sociológicamente, pensar globalmente (Sociología, Cap. 2) |
Cap. 2 de Sociología. Pearson Educación, Madrid. 2011. Parte I: Introducción a la sociología.
Macionis, John J.; Plummer, Ken. Sociología. Pearson Educación, Madrid, 2011.
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Macionis y Plummer: Desigualdad y estratificación social (Cap. 8)
Macionis y Plummer: Clases, pobreza y bienestar (Cap. 10)
Macionis y Plummer: Los tres clásicos de la sociología (Marx, Durkheim y Weber)
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