Una reseña de la obra Introducción a la sociología de Peter Berger (1963)

Una reseña general de la obra de Peter Berger, Invitación a la sociología (1963)

El libro Introducción a la sociología de Peter Berger fue publicado en 1963, tres años antes de su famosa obra La construcción social de la realidad escrito junto a Thomas Luckmann y que hoy es un clásico de la sociología. La Introducción a la sociología del autor austriaco radicado en Estados Unidos, merece un capítulo aparte dentro de la tradición de la disciplina, pues no es ni un libro de texto, ni un trabajo de teoría, es un libro para leer y dejarse arrastrar por la prosa clara de Berger a través de metáforas ingeniosas destinadas a un público amplio, especializado o no.

Sin embargo, la traducción del título de la obra no es del todo correcto y puede llevar a confundirnos con un manual tradicional. Publicado con el título original de Invitation to Sociology, una traducción literal por Invitación a la sociología hubiese sido un título más certero para este trabajo. Berger trata de excitar la curiosidad sociológica desde los rasgos más humanos y las motivaciones más cotidianas de la vida de las personas, sin recurrir a grandes elaboraciones teóricas ni párrafos sólidos e inexpugnables. En efecto, en el capítulo primero nos habla de la sociología como un pasatiempo individual, seguido de un segundo capítulo de la sociología como una forma de conciencia.

Berger aborda los asuntos de la sociología con la inocencia del viajero o de quien todavía no ha forjado una concepción final de la disciplina. Gracias a esta postura que adopta, realiza algunas observaciones sumamente originales del mundo social, como cuando nos dice que "A diferencia de los títeres, los hombres tenemos la posibilidad de detener nuestros movimientos y de observar y percibir el mecanismo por medio del cual se nos ha movido. En este acto radica el primer paso a la libertad".

En otros pasajes del libro establece una clara correspondencia entre la sociología y la curiosidad de saber qué sucede a los otros. Entonces la sociología se convierte en la ciencia que nos ayuda a espiar por la cerradura, en observar a los demás en sus actividades diarias, sean públicas o privadas, con el deseo de desvelar lo que las personas esconden tras la intimidad o tras una máscara, con el afán de descubrir porqué los individuos de una sociedad actúan como actúan. Para Berger entonces lo que el sociólogo haría en su actividad sería "percatarse", "examinar detrás", o lo que se podría llamar "adivinar el juego", "hurgar tras bastidores", "mirar por el orificio de una cerradura" o "estar al corriente de todos los trucos". Realizar una interpretación sociológica sería aceptar que detrás de las acciones humanas existe algún mecanismo que las moviliza o las aviva.

Para Berger, la perspectiva sociológica se equipara a descubrir el esqueleto arquitectónico que sostiene un edificio y que no puede verse detrás de la fachada. La curiosidad del sociólogo lo lleva a querer descubrir el armazón que sostiene a una institución o una sociedad. "Por lo tanto -dice el autor- podemos concebir otra vez a la 'sociedad' como la estructura oculta de un edificio cuya fachada exterior esconde esta estructura de la vista del público". Berger aprovecha esta analogía de las fachadas que esconden relaciones sociales de diverso tipo, para llevarla más lejos:

"¿Una familia común entregada a una agradable conversación con sus invitados? ¿Una escena de desesperación que se desarrolla en medio de la enfermedad o la muerte? ¿O una escena de placeres lujuriosos? ¿Tal vez un culto extraño o una peligrosa conspiración? Las fachadas de las casas no pueden decimos nada, proclamando únicamente una conformidad arquitectónica con los gustos de algún grupo o clase social que inclusive puede que ya no resida en esa calle. Los misterios sociales se ocultan tras las fachadas. El deseo de penetrar hasta estos misterios es análogo a la curiosidad sociológica."

Berger indaga en lo más profundo de la motivación sociológica con una narración sencilla y llevadera, sin ser superficial, e incluso aportando acertadas ideas sobre la sociología como ciencia, como actividad humana que traspasa el sentido común y los prejuicios apelando a una neutralidad valorativa. Este punto vale aclararlo con las palabras del propio autor:

"Normalmente, el sociólogo poseerá tantos valores como un ciudadano, un particular, el miembro de un grupo religioso o como un adepto de alguna otra asociación de personas. Pero dentro de los límites de sus actividades como sociólogo, existe únicamente un valor fundamental: el de la integridad científica."

En el primer capítulo de la obra, Berger dedica una páginas al sociólogo Thorstein Veblen, a quien adjudica una capacidad superior para indagar en los campos más alternativos de la sociología a los que iguala con los sectores menos respetables de la sociedad, es decir, con los grupos humanos más desviados o marginales y que ilustra con una sensacional imagen al catalogar su perspectiva sociológica como "proveniente de aquellos lugares de la cultura en que uno se levanta para afeitarse el domingo alrededor del mediodía". A Veblen adjudica la responsabilidad por haber despertado el interés por estudios microsociológicos y que dieron un poderoso desarrollo de los estudios urbanos que se emprendieron en la Universidad de Chicago en la década 1920, y que generaron una atracción irresistible en los investigadores sobre los peores aspectos de la vida de la ciudad, como el crimen, las mafias, el juego o la prostitución.

A partir de la sociología de Veblen, junto con el desarrollo posterior de la escuela de Chicago, nace "una fascinación con todos los mundos posibles en los que los seres humanos viven y hacen su vida, no sólo con los mundos de las profesiones respetables, sino con aquellos del chofer de taxi, del conserje de las casas de apartamentos, del boxeador profesional o del músico de jazz."

Otro de los puntos fuertes de Berger, es la estricta separación que realiza entre sociología e ideología. La ideología surge por intereses de grupo, que eleva a una categoría superior una definición deformada, pero útil a sus intereses, de la sociedad o de algún aspecto de ella. Cuando un grupo establece como"problema social" un asunto particular, interpreta los hechos con su visión parcializada. En cambio el sociólogo no tiene porqué considerar como un problema lo que considera como tal un sector de la sociedad. El problema social del divorcio, podría no serlo para un sociólogo pero sí para un sector religioso. El problema de que la juventud no sea patriota o se muestre contraria al servicio militar o no decida formar un matrimonio, podría ser un problema social para un sector de la sociedad, pero la perspectiva sociológica no tiene porqué considerarlos un problema de la sociología. El sociólogo busca establecer la verdad de los hechos sin servir a intereses particulares colocándose por encima de las rencillas sectoriales. En este sentido, la sociología examina los intereses en puja y a la ideología desde un lugar separado y distante.

El sociólogo tiene una actitud de desenmascaramiento de la ideología buscando encontrar una explicación racional de los intereses creados de un actor social o una institución, ya que tales puntos de vista deforman la realidad de una manera parecida a la del neurótico que niega aspectos de su vida o los maquilla.

No obstante, una de las mayores enseñanzas que nos deja Peter Berger en su primer obra importante, es su descripción acerca de porqué surge la sociología. Al caer el antiguo régimen anterior a la Revolución Francesa, la sociedad debió encarar el problema de darle significado a un mundo que había perdido su sentido religioso y sus marcos de referencia que establecía la tradición. El hombre entonces deja de ser una marioneta y descubre que existen mecanismos que los manipulan y que puede dilucidar. Aquí radica la importancia de Auguste Comte, que vivió ese proceso cuando se encontraba en pleno auge. El hombre toma conciencia de sí mismo, y desde el surgimiento de la disciplina en ese momento despertar, las preguntas del sociólogo, asegura Berger, son siempre esencialmente las mismas: "¿Qué está haciendo aquí la gente?" "¿Cuáles son sus relaciones recíprocas?" "¿De qué manera se organizan estas relaciones en las instituciones?" "¿Cuáles son las ideas colectivas que impulsan a los hombres y a las instituciones?".

La reflexión sociológica se manifiesta como una actividad particularmente moderna, porque si la "sociedad" es la estructura invisible de un edificio que esconde la fachada, podemos decir que en la cristiandad medieval, la "sociedad" se hizo invisible por la imponente fachada religiosa que creó una legitimación del orden mediante ritos y costumbres que se imprimían en los individuos y grupos humanos. En el momento en que el orden establecido por la tradición se derrumba, el ser humano se percata de lo que hay detrás de la fachada religiosa y adopta la perspectiva sociológica como una toma de conciencia.

En este libro, Berger llama a una indagación sociológica que sea capaz de descubrir los mecanismos ocultos de la interacción social con un afán racional por descubrir porqué hacemos lo que hacemos, porqué somos como somos, porqué hemos llegado hasta aquí, con un espíritu curioso e indiscreto y con la intensión de responder honestamente a las preguntas más fundamentales de la sociología y a desenmascarar las motivaciones humanas que existen detrás de la acción social.

Leonardo Pittamiglio.

Acerca de Introducción a la sociología de Peter Berger
Acerca de la obra Introducción a la sociología de Peter Berger

Introducción a la sociología

Año de publicación original: 1963

Peter Berger




Índice de textos de Introducción a la sociología o Invitación a la sociología de Peter Berger (1963)

Peter Berger: La sociología como un pasatiempo individual (Cap. 1 de Introducción a la sociología, 1963)

Peter Berger: La sociología como una forma de conciencia (Cap. 2 de Introducción a la sociología, 1963)

Peter Beger: Alternación y biografía (Cap. 3 de Introducción a la sociología, 1963)

Peter Berger: El hombre en la sociedad. Control social, Estratificación social e Instituciones (Cap. 4 de Introducción a la sociología, 1963)

Una reseña de la obra 'Introducción a la sociología' de Peter Berger (1963)




Introducción a la sociología de Peter Berger (1963)

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